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miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA OPINION DEL SENADOR FRANCISCO GALLINAL: LA CRISIS QUE NO FUE

No es verdad lo que últimamente se ha dicho, que la última Administración tuvo la suficiente capacidad de previsión para amortiguar y superar la crisis que, primero en Estados Unidos de América y luego en Europa, generó quiebres tan importantes en distintas regiones del mundo; no es verdad.


Lo cierto es que pasados los momentos más álgidos y revolucionarios de aquella crisis, como consecuencia de esos cambios ocurridos en el mundo, nuestras economías se han visto largamente beneficiadas.

Mientras que la caída del empleo y de la inversión hoy es el gran drama de aquellas naciones, en las nuestras, por suerte, el crecimiento del empleo, el aumento de la inversión y el sostenido crecimiento de la inversión extranjera directa están resultando, sumado al alto precio de los commodities, un conjunto de factores que influyen extraordinaria y positivamente en nuestras economías, para que estas puedan impulsarse hacia adelante.

Esto me parece muy bueno, ojalá que sigamos en el marco de esas características, porque tenemos que aprovecharlas al máximo.

Tanto es así, que ahora esas naciones están tomando medidas para “rascar en el fondo de la lata”, como lamentablemente nosotros nos vimos obligados a hacer en otras circunstancias que por cierto nunca nos son ajenas.

Las definiciones respecto al sistema bancario, a la flexibilización del secreto bancario y a las medidas que intentan imponer a través de organizaciones internacionales como la OCDE –que solo ellos integran, porque nosotros no pertenecemos a ellas–, no tienen otro propósito que tratar de proteger a los países desarrollados o impedir que algunos recursos que antes se invertían en esas naciones, vengan a éstas las nuestras, que las están necesitando, las estamos necesitando como el aire de cada día.

Ahora nos vemos enfrentados a situaciones en las que nunca habíamos participado, porque nunca fue preocupación de todas esas naciones evitar que inversiones de esa naturaleza vinieran a nuestra región.

Todos temimos en algún momento las consecuencias que podrían tener esas crisis.

En más de una oportunidad le reclamamos y dijimos al Gobierno que prestara atención, porque no se trataba de una coyuntura, ni de una situación espasmódica, y que quizás se pudieran sufrir las consecuencias dramáticas de una crisis como la que se vive hoy en Estados Unidos de América y que se fue trasladando a toda Europa.

Se nos contestó que estaban suficientemente prontos y preparados para enfrentar las grandes consecuencias de la crisis.

No sé si estábamos o no blindados, porque felizmente no tuvimos la necesidad de demostrarlo.

En aquel entonces, tenía mis reservas porque lamentablemente economías como las de nuestro país no hay manera de blindarlas frente a los impactos que producen pequeñas decisiones de las grandes naciones.

Basta con imaginar las consecuencias que podría tener para nuestro país una devaluación de Brasil, para advertir que blindar la economía nacional se hace muy difícil.

Lo cierto es que blindada o no la economía, las consecuencias de la crisis fueron positivas para nuestra región, para nuestras naciones y nuestros mercados.

Hoy estamos viviendo los resultados de esos beneficios, pues se abrió un ancho campo de ingreso de recursos que permiten que, en momentos de analizar el Presupuesto Nacional, se pueda trabajar con una holgura y flexibilidad que, de otro modo, sería imposible.

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