
Enredada entre tantos homenajes, panegíricos y recordatorios de la prolífica y singular trayectoria artístico cultural del maestro Carlos Páez Vilaró, la memoria colectiva uruguaya ha olvidado y ninguneado lastimosamente una de sus obras más impresionantes y eximias que “la piqueta fatal del progreso” asesinara por vez primera, fueron tres, hace más de medio siglo. El más impresionante mural que hasta el presente tuviese nuestra ciudad capital: Montevideo.