La norma de la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos de América (SEC) para reducir las compensaciones ejecutivas no funcionará, opina Sanjay Sanghoee; una deducción fiscal sería una manera en que disminuiría la brecha entre el CEO y el empleado promedio, según propone el analista.
Hace dos semanas, la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC) dio a conocer una norma que obligará a las empresas estadounidenses a revelar cómo se compara el pago de su máximo ejecutivo con el del trabajador promedio.
La nueva regla se da en respuesta a las crecientes críticas sobre las compensaciones fuera de control en muchas de las grandes empresas públicas, el estancamiento salarial entre los trabajadores comunes y corrientes y la aparente incapacidad de los consejos de administración para relacionar los salarios de los presidentes ejecutivos al rendimiento de la empresa a largo plazo de una manera eficaz.
En un modelo capitalista eficiente las empresas pagarían a los CEO con base en una variedad de factores, incluyendo las ganancias trimestrales, el rendimiento a largo plazo, la apreciación en el precio de las acciones, la innovación, el retorno de capital, la satisfacción de los empleados y la retención de clientes, entre otras.
En la práctica, no obstante, los pagos de los presidentes ejecutivos a menudo están basados en unos pocos indicadores que pueden deslumbrar a los analistas e inversores en el corto plazo, pero que no siempre reflejan los verdaderos fundamentos de la empresa o su probable desempeño futuro.
Debido a eso, la medida de la SEC puede parecer buena noticia para los accionistas activistas, para los defensores de los derechos de los trabajadores y para los sindicatos, pero servirá de poco para alterar el statu quo en los salarios.
Las razones para esto son muchas. Por un lado, los grandes accionistas ya tienen acceso a esta información debido a su posición de poder, y si no se han opuesto a un sueldo de un presidente ejecutivo todavía es poco probable que cambien su postura; además los pequeños accionistas no necesariamente se preocupan por los salarios de los ejecutivos, siempre y cuando sus acciones suban de valor en el corto plazo.
La regla ‘say-on-pay' (‘opinión sobre el pago') de la Ley Dodd-Frank que permite a los accionistas impugnar cheques descomunales no es vinculante en los consejos de administración y por lo tanto es ineficaz.
Encima de todo esto, evaluar las repercusiones a largo plazo de las decisiones empresariales y relacionarlas adecuadamente con los salarios a corto plazo de los ejecutivos es complicado, y recuperar ese dinero puede ser difícil de conseguir.
Por si eso no fuera suficiente muchos ejecutivos tienen una influencia indebida sobre sus consejos -y sobre su propia compensación- ya que a veces fungen a la vez como presidente y como CEO.
Últimamente la SEC ha estado especialmente activa en la vigilancia del sector empresarial, pero la nueva norma no puede resolver ninguno de los problemas mencionados anteriormente, así que es poco probable que haga una diferencia por sí sola.
Una idea más eficaz sería que el Gobierno ofrezca a las empresas un incentivo para racionalizar la compensación de los ejecutivos, como una deducción fiscal y basar esa deducción fiscal en la relación de salarios entre el CEO y los empleados.
Pago proporcional
Si una empresa tiene una relación de pago de 25:1 y 300 trabajadores en total, recibiría (siguiendo este argumento) la siguiente deducción: 1,000 dólares (deducción fiscal sin ajustar por trabajador) x 1/25 (relación salarial inversa) x 300 (número de trabajadores) = un total de 12,000 dólares.
En este ejemplo, entre menor es la relación de pago (o más estrecha la brecha entre el salario del presidente ejecutivo y el trabajador promedio), mayor será la deducción fiscal, motivando a las empresas a ser más reflexivas al establecer una compensación para los presidentes ejecutivos y para los empleados de bajo nivel.
Un beneficio adicional de esta fórmula es que la empresa también recibiría deducciones por contratar a más trabajadores, lo cual es un objetivo que la administración de Barack Obama también debe perseguir en un momento de alto desempleo.
Por supuesto, el financiamiento de una nueva deducción fiscal es difícil de asegurar, pero la relación de pago de los CEO en sí misma apunta a una posible solución.
Actualmente las lagunas fiscales que permiten a las empresas proteger el dinero del Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés) trasladándolo a paraísos fiscales le cuestan al Tesoro 150,000 millones de dólares cada año.
Los beneficiarios de estas lagunas son grandes empresas con operaciones internacionales y con los medios para desarrollar estrategias fiscales ocultas, pero estas son las mismas empresas con las mayores relaciones de pago de presidentes ejecutivos (354:1).
Al cerrar aunque sea una parte de estas lagunas el Gobierno podría reemplazarlas fácil y razonablemente con una deducción fiscal basada en la relación de pago de los CEO de las 3,687 empresas que cotizan públicamente en Estados Unidos en los mercados regulados.
Si las deducciones fiscales pueden ser utilizadas para fomentar la inversión y la innovación, ¿por qué no habrían de ser utilizadas para promover un mejor gobierno corporativo y una mayor contratación?
*Sanjay Sanghoee es un observador político y empresarial. Ha trabajado en los bancos de inversión Lazard Freres y Dresdner Kleinwort Wasserstein. Es autor de dos novelas de suspenso, incluyendo Killing Wall Street
Fuente: CNN
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