Al menos 40 personas han perdido la vida este domingo a causa de un atentado suicida con coche bomba perpetrado en una cafetería del barrio de Amil (en Bagdad), de mayoría chií, según ha informado Europa Press, citando a fuentes policiales y sanitarias.
Es el resultado de una serie de ataques suicidas contra edificios públicos y de la policía
en varias ciudades de Irak, donde la violencia ha ido en aumento en las
últimas semanas.
La policía informó que al menos ocho personas
murieron y otras 20 resultaron heridas en la ciudad de Rawa, al oeste de
Bagdad, cuando ocho atacantes suicidas detonaron explosivos en una
comisaría, la sede del consejo local, una estación de la policía y un
retén del Ejército.
El responsable de la policía, Mohammed Ahmed
al-Rawi, explicó que la acción en el cuartel policiaco fue perpetrada
por dos atacantes suicidas a pie y otro que conducía un vehículo con
explosivos, el cual detonó a las puertas de la edificación.
Otros
terroristas suicidas atacaron un puesto de control militar en la
entrada de la ciudad y la sede administrativa local de Rawa, donde se
reunían varios funcionarios, provocando heridas leves a dos guardias de
seguridad.
En la ciudad iraquí de Samarra, ubicada al norte de
Bagdad, un suicida atacó la casa de un policía de alto nivel, quien se
cree que ha sobrevivido al ataque, aunque seis miembros de su familia
perdieron la vida y 10 resultaron heridos, según un reporte de la
agencia Aswat Iraq.
Cinco personas más murieron y 10 resultaron
heridas por la explosión de un coche-bomba y un artefacto explosivo en
la norteña Tikrit, ciudad natal del ex presidente Saddam Hussein.
Pese
a que ningún grupo se ha responsabilidad de los atentados de este
domingo, la policía los atribuye a insurgentes sunnitas, miembros de la
red Al Qaeda, que suelen atacar a personal de seguridad y funcionarios
del gobierno, encabezado por chiítas.
La violencia y los ataques
extremistas en Irak causaron la muerte de casi mil personas y heridas a
más de dos mil durante septiembre pasado, en uno de los meses más
mortíferos de los últimos años, según datos de las Naciones Unidas.
Desde
que comenzó este 2013, más de seis mil personas han muerto a causa de
la espiral de violencia sectaria que comenzó a escalar y revivió los
temores de que el país quede, otra vez, al borde de una guerra civil
como sucedió en 2006 y 2007.
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