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jueves, 22 de marzo de 2018

S. HAWKING: LA FAMILIA DE UN TIPO GENIAL


Hasta el estreno de la película La teoría del todo, a Stephen Hawkingse le conocía en su vertiente científica y la mayoría ignoraba casi todo de su vida privada. El filme dirigido por James Marsh, descubrió su otra, esa que pertenece al círculo íntimo, al de una pareja que se conoce en la universidad, se enamora y decide casarse a pesar de que a él ya le habían diagnosticado esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y tenía como futuro un horizonte de dos años de vida. En la foto Stephen Hawking junto a su hija Lucy (derecha) su ex esposa Jane Wilde (izquierda) y al medio sus dos hijos Timothy y Robert en los premios BAFTA de 2015.


La historia basada en el libro autobiográfico de Jane Wilde, su primera esposa, Hacia el infinito (Travelling to Infinity: My Life with Stephen Hawking, en su versión inglesa), descubre las luces y las sombras de una relación que en la gran pantalla se pinta algo más dulce de lo que realmente fue, según ha reconocido la propia interesada. “Tenía muchísima responsabilidad con Stephen y mis hijos. A veces me sentí reducida hasta el punto que consideré suicidarme”, dijo Wilde en una entrevista durante la promoción del libro. Ella misma reconoció entonces que el carácter bienhumorado del genio cambió con la fama: “Después de la publicación de Breve historia del tiempo —el libro que dio a conocer al científico a nivel mundial— tanto los niños como yo nos sentimos arrinconados, desplazados. Él se convirtió en el centro de todo. Su carácter cambió mucho debido a la influencia de ciertas personas que estaban en casa”.

Los 'niños' fueron precisamente quienes pasaron de refilón por la historia cinematográfica. Robert, Lucy y Tim, los tres hijos del matrimonio, revoloteaban alrededor de la pareja y parecían felices, pero en la vida real la figura del genio, del astrofísico más mediático de la historia, tenía el peligro de fagocitar a la del padre. Ellos comunicaron la muerte de su padre, ocurrida el pasado 14 de marzo, a los 76 años (55 después de serle diagnosticada la enfermedad) en su domicilio de Cambridge y lo hicieron dejando constancia de su tristeza y del “coraje y persistencia, brillo y humor”, con el que recordaban a su padre. “Él dijo una vez que 'el universo no sería gran cosa si no fuera porque en él habitan las personas que amamos'. Le echaremos de menos siempre”, afirmaron.

El mayor de los tres es Robert, que nació en 1967, dos años después de la boda de sus padres. Un niño obligado a madurar porque desde muy pronto se implicó en ayudar a su madre a cuidar de su padre. Parecía que apuntaba maneras de científico, pero pronto sus intereses se dirigieron hacia la informática. Estudió en la Universidad de Oxford y ya como ingeniero informático comenzó a trabajar en Microsoft y a esta empresa sigue ligado. Es el más reservado de los hijos del astrofísico y vive en Seattle junto a su mujer y sus dos hijos. Las escasas ocasiones en las que se ha sabido de él ha sido con motivo de actos relacionados con la ELA; así ocurrió por ejemplo en 2012 cuando participó en el reto viral ice bucket challenge, cuyo objetivo era conseguir visibilidad para la enfermedad.

La mediana, Lucy, fue una sorpresa para su padre que nunca pensó tener con ella tanta complicidad porque siempre se inclinó más por el arte. Un hecho que resultó su principal nexo de unión. Lucy estudió periodismo, se dedicó a la docencia científica y consiguió compaginar esta faceta con su vocación de escritora e hija, ya que escribió junto a su padre libros destinados a familiarizar a los niños con la ciencia. El más importante de ellos La clave del universo, se tradujo a 38 idiomas. 

La mediana de los Hawking se casó en 1998 con un empleado de Naciones Unidas. Volvió a vivir el sufrimiento de la enfermedad de un ser querido cuando su hijo, William, fue diagnosticado de autismo. Fue quien más se implicó en proteger a su padre de los malos tratos de su segunda esposa, Elaine Mason, con quien estuvo casado entre 1995 y 2006. Y vivió su propio “agujero negro”, como ella misma lo calificó, cuando en 2004 se divorció de su marido y tuvo que ingresar en una clínica de desintoxicación por depresión y problemas con el alcohol.

Actualmente, es vicepresidenta del National Star College, una institución dedicada a ayudar a personas con discapacidad, y es una de las fideicomisarias del Autism Research Trust.

El hijo menor, Timothy, nació cuando la unión de sus padres había comenzado a deteriorarse. 
Durante sus primeros años de vida padre e hijo tuvieron una relación distante, entre otros motivos porque se especuló con que podía ser hijo de quien más tarde se convirtió en el segundo marido de Jane Wilde. Ella siempre lo negó y Tim, el que tiene un sentido del humor más parecido al de su padre, consiguió irónicamente contactar con él cuando el astrofísico perdió la capacidad de hablar. 

El ajedrez, la Fórmula 1 y las palabrotas que programaba en la máquina que el científico utilizó hasta su muerte para comunicarse, les unieron. Timothy trabaja actualmente en Lego y, como sus hermanos debe afrontar la herencia icónica de su padre como figura de la ciencia y de la normalización de la discapacidad.

Su legado como padre lo resumió el propio Stephen Hawking en lo que él consideraba los consejos más importantes que quería transmitir a sus hijos: "Uno, recuerda mirar hacia arriba, hacia las estrellas, y no a tus pies. Dos, nunca dejes el trabajo, él te dará un significado y un propósito en la vida sin el cual tu existencia estará vacía. Tres, si tienes la suerte de encontrar el amor recuerda que es algo muy raro, no lo tires nunca por la borda".


Jane Wilde: "Si no hubiese sido por mis hijos me tiraba al río" 16 febrero 2015
La ex mujer de una de las mentes más brillantes del último siglo y autora del libro que inspiró la película nominada al Oscar "La teoría del todo" habla sobre su matrimonio con Stephen Hawking, la separación y su admiración por Neruda.

"Juanita. No me diga Jane. Me gusta más Juanita".

En un perfecto castellano, Jane Wilde, autora de "Hacia el infinito" (Penguin Random House), autobiografía que inspiró La Teoría del Todo, contesta desde su casa en Cambridge a la llamada de hoyxhoy. La razón de su manejo del castellano es su grado de doctora en poesía medieval española.

Al mes de que usted se pusiera de novia con Hawking, a los 21, fue diagnosticado con una esperanza de vida de dos años.

Yo era joven, optimista, y creía que podía dedicarme esos dos años a él. Ayudarlo a cumplir con todo lo que se proponía. Además, en esa época, sufríamos la amenaza de la bomba nuclear. Hacía falta que se encendiera una chispa entre la Unión Soviética y Estados Unidos para que la raza humana desapareciese, por lo que pensábamos que quizás no teníamos más de cinco años de vida por delante.

Hawking es un ateo declarado, ¿cómo fue su convivencia con él, siendo que usted pertenece a la iglesia anglicana?

Al principio no importaba tanto, yo tenía mi fe y la necesitaba para apoyarme en las dificultades. No hubo conflicto porque teníamos un acuerdo de no imponer nuestras ideas sobre el otro. Pero a medida que avanzaba el tiempo, se hizo más difícil.

Pasó cuando fuimos a un congreso científico en Israel en 1988. Ahí parecía que Stephen estaba encantado con declarar su ateísmo. Y yo no lo podía creer, ¡porque estábamos en la ciudad más santa del mundo! Lo sentí como un ataque personal.

¿Es cierto que él llegó a tratarla como sirvienta?

Sí, pero eso fue mucho más adelante. Una vez estando en Ginebra le vino una pulmonía y hubo que decidir si se le hacía una traqueotomía para que siguiera viviendo o lo desconectaban. Para mí fue una respuesta espontánea. No lo iba a dejar morir luego de todo lo que habíamos luchado.

Siga con el relato anterior, Juanita.

El asunto es que luego vino la publicación de "Breve historia del tiempo" -su primer best seller-, con el que ganó mucho dinero, fama y llegaron enfermeras que se pasaban todo el día adulándolo, arrinconándonos a mí y a mis hijos en nuestra propia casa.

¿Es cierto que en esa postergación incluso pensó en suicidarse?

Es verdad. Si no hubiese sido por mis hijos, me hubiera tirado al río. Porque estaba tan cansada, agobiada, agotada.

¿Hawking le daba la atención que necesitaba o se ensimismaba en la física?

Te puedo describir algo que ocurría muy a menudo. Un fin de semana, el tendría unos treinta años, y estaba sentado en su silla de ruedas con el codo sobre la rodilla y la cabeza en la mano, como El Pensador de Rodin, con los niños jugando y gritando alrededor. Completamente ausente. Yo me preocupé: ¿estará incómodo?, ¿se sentirá mal? Pero no decía nada. Hasta que el lunes por la mañana sonríe, con su sonrisa tan hermosa, y me dice: ¡Bueno, este fin de semana he resuelto un problema! 
Y eso ocurría muy a menudo.

¿Cómo fue el momento de su separación, quién tomó la decisión?

Él. Yo había salido con mi hijo menor unos días, en febrero de 1990. Volvimos a la casa y no había nadie, ni siquiera una cartita de Stephen diciéndome dónde estaba. No venía, y luego supe que había salido con su enfermera Elaine (N de la R: con quien después se casó). Unos días más tarde volvió a casa, tomó sus cosas y se fue. Sin darme ninguna explicación.

¿Logró perdonarlo?

Sí, porque siempre Stephen es un inocente atacado por una enfermedad horrible, con un cerebro enorme. Había mucho en su vida para organizar, y creo que fue muy susceptible a la fama y a la adulación de las enfermeras.

¿Hoy cómo es su relación con él?

Buena. Estuvimos todos juntos el domingo pasado en la ópera de Londres para los premios de Cine de la Academia Británica. Estamos más viejos, yo estoy más relajada. Me gusta ir a visitarlo una vez por semana para verificar que está en buena forma, hablar con él por medio de su máquina: de cosas de familia, de nuestros hijos, entre otras cosas.

Neruda y la película

Stephen Hawking ha venido dos veces a Chile. Ambas, invitado por el científico Claudio Bunster. 
En la primera, en 1997, realizó un viaje a la Antártica. La segunda, en 2008, pasó directo a una charla en Valdivia.

¿Le tocó acompañarlo alguna de esas veces?

No, porque después del divorcio, cuando estaba casado con Elaine, yo no podía ir a verlo, menos viajar con él. Pero de Chile me quedo con Neruda, uno de mis poetas favoritos. Una vez, cuando era estudiante del King"s College de Londres fui a una presentación suya y me impresionó mucho, en los años sesenta. Su manera de hablar, con una voz profunda, honda, sincera.

¿Le gustó La Teoría del Todo?

Sí, aunque no es totalmente verídica, emocionalmente es perfecta.

¿Qué licencias se tomaron?

Lo que me resulta muy extraño es que en la película yo no tengo ninguna amiga. Mi madre, que me apoyó mucho, y mi padre, tampoco aparecen. Esas cosas me dolieron un poquito.

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