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viernes, 19 de agosto de 2016

NADADORES DE ELITE, GRINGOS, BORRACHOS Y MENTIROSOS

Corría la noche de sábado en Rio de Janeiro y el nadador Ryan Lochte, compañero de cuarto de la leyenda de la natación Michael Phelps, tenía una medalla de oro que celebrar. La Casa de Francia, uno de los lugares patrocinados por los países visitantes durante los Juegos, estaba de fiesta y el estadounidense, acompañado por los también nadadores Gunnar Bentz, Jack Conger, y Jimmy Feigen, decidió ir. Eran casi las dos de la madrugada del domingo y había una larga fila para entrar al evento, cuyas invitaciones rondaban los 600 reales (unos 186 dólares). Lotche y compañía esquivaron la cola y entraron con aire de vencedores. Al fin y al cabo, eran las estrellas de la noche.

Los nadadores bebieron y mucho, como reconocieron después. Lochte llegó a compartir en una red social un vídeo del lugar. La fiesta era enorme. Unas mujeres aparecieron, flirtearon y se besaron con los atletas. Después, se contaron los detalles en el taxi que las llevó de vuelta a casa. El taxista oyó la conversación y acabó siendo una de las piezas clave de la investigación al relatar a la policía los diálogos. “Eso indicaba que uno de los atletas tenía un motivo para no divulgar la historia verdadera”, afirmó el jefe de la Policía Civil, Fernando Veloso. Lochte mantiene una relación desde marzo pasado con la modelo Kayla Rae, según la prensa usamericana.

Los nadadores dejaron la fiesta muy animados cuando faltaban 15 minutos para las seis de la mañana– y no a las cuatro, como inicialmente declararon – y pidieron un taxi. En el camino de cerca de 40 kilómetros que separaba el baile, en la turística Laguna Rodrigo de Freitas, de la Villa de los atletas, los nadadores hicieron una parada. Necesitaban ir al baño. El taxista entonces aparcó el coche en el lateral de una gasolinera de la avenida de las Américas, ya en Barra da Tijuca, cerca del Parque Olímpico. Lochte estaba exaltado, confirmó uno de los compañeros a la policía, y parte del grupo acabó haciendo pis en la calle. Arrancaron una placa del puesto y al llegar a los baños rompieron espejos, jaboneras y la propia puerta. La policía no aclaró si todos participaron o fue solo Lochte, el más agitado, pero confirmó que el medallista había consumido mucho alcohol.

La confusión llamó la atención de los trabajadores de seguridad de la gasolinera, dos agentes (no fue confirmado si son policías militares o agentes penitenciarios) que estaban trabajando. Ellos, en portugués, intentaron advertir a los nadadores sin mucho éxito. Querían evitar que se fueran antes de que la policía llegase y que pagaran los daños. Lochte y compañía no tenían ninguna intención de obedecer, según la policía, y pidieron al taxista que los sacase de allí, pero el conductor se negó. No quería problemas y menos aún con hombres armados. La situación se salió de control.

Al menos uno de los guardas acabó mostrando su arma para obligarlos a quedarse quietos. El vigilante ordenó, ayudado por una persona (ahora testigo) que se ofreció como intérprete, que se sentaran en el suelo. Todos obedecieron, menos Lochte, que estaba decidido a quedarse de pie. La escena tiene cierta similitud con la que el nadador describió en una televisión de USA después de que el escándalo del supuesto asalto fuese divulgado, solo que en la versión del atleta él se colocaba como víctima de un robo por parte de falsos policías que lo habían obligado a salir del taxi y tumbarse en el suelo.

“Pararon nuestro taxi y esos sujetos salieron con un distintivo de la policía, sin el luminoso ni nada además de ese distintivo, y nos quitaron del coche. Sacaron las armas y dijeron a los otros nadadores que se acostaran en el suelo. Ellos lo hicieron. Yo me negué, no habíamos hecho nada malo”, relató Lochte. En su versión no había mención ninguna al vandalismo. La policía afirmó que dudaba mucho que “una persona normal” hubiera podido confundir la situación filmada por las cámaras de seguridad con un crimen violento.

El conflicto acabó resolviéndose con dinero: 100 reales (31 dólares) y una multa de 20 dólares. La cantidad, según lo que el dueño de la gasolinera declaró a Globo, no cubre los gastos de los daños que causaron, pero permitió a los nadadores volver a la Villa antes de que llegase la policía.
Foto en los aros olímpicos

Siete de la mañana. El sol ya comenzaba a calentar y varios atletas salían del recinto hacia los entrenamientos. Lochte y sus amigos fueron grabados por las cámaras de seguridad pasando el control de acceso a la Villa. Llevaban las mismas pertenencias que mostraron en el control de metales de la fiesta. Aún eufóricos, se subieron a los aros olímpicos que hay frente a la entrada del condominio de los atletas y se tomaron varias fotos.

En algún momento Lochte llamó a su madre para contarle una parte de la historia: esa en la que le habían apuntado con un arma en la cabeza. Y la señora Lochte entró en pánico. Tardó pocas horas en narrar el incidente a los periodistas y la noticia llegó hasta Australia mientras los nadadores dormían. No se sabe quién alentó a Lochte a maquillar el episodio hasta que se convirtió en un escándalo mundial, y a arriesgarse incluso a una denuncia por falsedad, con pena de hasta seis meses de prisión o multa. Pero la mentira fue tan precaria– Lochte y Feigen, los únicos que habían declarado hasta entonces entraron pronto en contradicciones – que en cuatro días se derrumbó.

La farsa, aunque las autoridades brasileñas y estadounidenses afirmen que no causará fricción diplomática ninguna, hirió el orgullo de los brasileños, cansados ya de lidiar con las verdades del día a día como para tener que asumir falsos episodios de violencia en plenos Juegos. Muchos de los que pasaban este jueves por la mañana cerca de la puerta de la comisaría y observaban la multitud de periodistas esperando los detalles del caso gritaban todo tipo de insultos contra los nadadores, principalmente “liars”, mentirosos en inglés. "Sería noble y digno por su parte pedir disculpas a los cariocas, que han visto el nombre de su ciudad manchado por una versión fantasiosa", comentó el jefe de la Policía Civil,

Lochte, señalado como el responsable del incidente, es el único que está en Estados Unidos y será interrogado de nuevo por la Policía Civil a distancia, con la colaboración del FBI. El nadador, con 12 medallas olímpicas, no reconoció haber mentido. Tampoco parecía muy preocupado con el asunto, al menos hasta el último martes. Mientras la policía y la Justicia brasileña investigaban para resolver el enigma, él publicaba en su cuenta de Twitter: “Mi cabello [verde por el efecto del cloro de la piscina] volverá a su color normal mañana”.

El abogado de Jimmy Feigen ha anunciado que el nadador olímpico donará 11.000 dólares a causas benéficas en Brasil como compensación por haber mentido sobre el supuesto asalto que sufrieron en Río de Janeiro. Según ha relatado la cadena estadounidense ABC News, el letrado, Breno Melaragno Costa, ha llegado a este acuerdo con las autoridades brasileñas tras mantener un encuentro con el juez que lleva el caso y con funcionarios del Ministerio Justicia.

El nadador estadounidense Ryan Lochte, medalla de oro en estos Juegos Olímpicos, acaba de pedir perdón por el escándalo que provocó al inventarse que fue atracado en Río de Janeiro el pasado domingo. “Me gustaría pedir perdón por mi comportamiento el fin de semana pasado, por no haber sido más cuidadoso y sincero a la hora de describir lo que ocurrió, y por haber desviado la atención de muchos deportistas que están cumpliendo su sueño de participar en unos Juegos Olímpicos”, dijo el nadador en Twitter.

En su comunicado, Lochte hace referencia al episodio de la gasolinera donde los nadadores destrozaron el baño y un guardia de seguridad les apuntó con un arma por estar descontrolados y querer marcharse sin pagar los destrozos. “Es traumático salir por la noche con tus amigos en un país extranjero –con la barrera de la lengua– y que un desconocido te apunte con una pistola y te pida dinero para dejarte ir. Pero independientemente del comportamiento de cada uno aquella noche, yo debería haber sido más responsable”.

El comité organizador aceptó las disculpas, pero lamentó la humillación que sintieron los brasileños con el incidente. “Nosotros hemos aceptado sus disculpas. Desde ayer, creemos que el pueblo brasileño se ha decepcionado con su actitud. Hay un millón de personas quejándose. El 2,5% de las menciones en Twitter son sobre el caso. La población brasileña se ha sentido humillada. Creo que el pueblo brasileño va a aceptar sus disculpas. Queremos que sean aguas pasadas. No creemos que este episodio quede marcado, lo que va a pasar a la historia son los deportistas, las ceremonias. La gente va a pensar en Phelps, en la actuación de Bolt”, explicó Mário Andrada, director de comunicación de la Río 2016.

La delegación estadounidense también pidió perdón el jueves por la noche por la farsa del atraco que sostuvieron cuatro de sus nadadores para ocultar una noche de fiesta con derecho a vandalizar una gasolinera. “En nombre del Comité Olímpico de los Estados Unidos, pedimos disculpas a nuestros anfitriones en Río y al pueblo brasileño por esta provocación que desvía la atención de lo que debería ser precisamente una celebración de la excelencia”, dijo en un comunicado el presidente del Comité, Usoc Scott Blackmun.

El resto de los deportistas de momento no se han manifestado públicamente sobre el incidente, un llamamiento que ha hecho el jefe de la Policía Civil de Río de Janeiro, Fernando Veloso. “Sería noble y digno por su parte pedir disculpas a los cariocas, que vieron manchado el nombre de su ciudad por una versión fantasiosa”, dijo el comisario.


El Comité afirma que no ha tenido acceso a la declaración completa de Gunnar Bentz y Jack Conger, que tras ser retirados del avión y confiscárseles los pasaportes ya se encuentran en los Estados Unidos, pero reconoce que se trató de un acto de vandalismo. Blackmun dice que entiende que los nadadores describieron la secuencia que la Policía Civil mostró al mundo a través de las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad: “Pararon en una gasolinera para ir al baño, donde uno de los nadadores cometió un acto de vandalismo. Después se produjo una discusión entre los deportistas y los guardias de seguridad armados de la gasolinera, que mostraron sus armas, ordenaron a los deportistas que salieran del vehículo y exigieron que pagasen por los destrozos. Tras recibir el dinero de los deportistas, les dejaron irse.”

El Comité lamentó el comportamiento de los nadadores. “El comportamiento de estos deportistas es inaceptable, no representan los valores del equipo de los EE.UU. o la conducta de la gran mayoría de sus integrantes. Vamos a analizar a fondo esta cuestión y sus posibles consecuencias cuando regresemos a los Estados Unidos”.

Tras declarar ante la Policía Civil que el supuesto atraco se lo había inventado Ryan Lochte, la justicia brasileña autorizó la devolución de los pasaportes a Bentz y Conger, que volvieron a los Estados Unidos el jueves por la noche. Jimmy Feigen, que mintió a la policía junto con Lochte y no estaba localizable, llegó a un acuerdo con la justicia por haber mentido sobre un falso crimen, delito que se castiga con hasta seis meses de prisión o una multa.

Fuente: El País de M.

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