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viernes, 19 de agosto de 2016

M. ODEH: REPRESENTANTE DEL GOBIERNO DEL PRESIDENTE ABBAS DE VISITA EN MONTEVIDEO

Entrevista realizada por Emiliano Cotelo a Mohamed Odeh, representante del Gobierno de Mahmud Abbas y presidente del departamento América Latina e Iberoamérica en el Comisionado de Relaciones Internacionales de Al Fatá, en el programa En Perspectiva de radio Oriental.


EMILIANO COTELO (EC) —En nuestros panoramas informativos Palestina suele aparecer vinculada a noticias sobre la tensión en Oriente Medio, una de las zonas más conflictivas del planeta. Quizás por eso puede sorprender que una industria palestina del sector alimentos piense invertir en Uruguay. Más aún si se trata de una inversión importante.

A fines de mayo, y luego de una visita a los territorios palestinos realizada por el intendente de Florida, Carlos Enciso, se informó que el grupo Hamouda estaba interesado en instalar una planta industrial de procesamiento de lácteos en ese departamento. El monto del proyecto, según se manejó, rondaría los US$ 30 millones.

¿Qué implica este paso en las relaciones Uruguay-Palestina?

Vamos a averiguarlo con el doctor Mohamed Odeh, representante del Gobierno de Mahmud Abbas, presidente del departamento de América Latina de Al Fatá.

Usted habla muy bien español, en realidad lo habla desde chico, porque nació en Nicaragua y después se formó en España. ¿Dos palabras a propósito de esa historia personal?

MOHAMED ODEH (MO) —Nací en Nicaragua, pero no viví en Nicaragua, solo dos años y medio y salí a Palestina. Luego volví a estudiar a la universidad en Cuba, estudié Medicina, e hice una especialidad en España, pero además adquiero el idioma cuando hago mis viajes por América Latina.

EC —¿En Uruguay cuántas veces ha estado?

MO —Esta es la tercera.

EC —¿Hace cuándo fue la primera?

MO —Hace siete años, aproximadamente.

EC —Hablemos de la relación bilateral. Uruguay reconoció oficialmente al Estado Palestino en 2011, hace apenas cinco años, y el año pasado se inauguraron las embajadas en Montevideo y en Ramala. ¿Cómo define el estado de esa relación?

MO —Corrijo: hace dos años se instalaron las embajadas aquí y en Ramala. Pero para hablar de este reconocimiento hay que volver a la historia, porque cuando se votó en Naciones Unidas la resolución de repartición de Palestina en dos estados, el voto de Uruguay fue decisivo, ya que Uruguay en el orden alfabético de Naciones Unidas fue el último país, y la diferencia era de un voto. Creo que aunque no les gustó a los palestinos esa decisión de partir a Palestina en dos estados, fue una decisión coherente en su momento, fue una decisión sabia de las autoridades uruguayas para evitar males mayores en el mundo. A raíz de ellos se materializó el Estado de Israel, que los palestinos no querían, por lo tanto se convirtieron en refugiados en los países limítrofes. Ahora en 2011, después de unos trabajos extensos, Uruguay reconoció a Palestina. Un reconocimiento único, que no tiene semejante en ningún otro país.

EC —¿Por qué? ¿Qué es lo que usted destaca de esa resolución?

MO —Uruguay reconoció a Palestina según la resolución 181, la de 1947; quiere decir que otorga a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), a los palestinos, más superficie de terreno de lo que controlan hoy día. Originalmente la repartición les daba a los palestinos 44 % de la superficie de Palestina histórica, a los israelíes 54 %, y el 12 % restante era el Estatuto de Jerusalén. Hoy día los palestinos están ejerciendo la soberanía sobre un 22 % de la Palestina histórica. Quiere decir que Uruguay, con su reconocimiento, otorgó más terreno al gobierno palestino, el Estado palestino ocupado.

EC —¿Cómo hay que entender eso? ¿Fue un error? ¿O no, o fue una decisión que buscaba decir algo?

MO —No es un error, de ninguna manera. Uruguay desde siempre ha tenido un papel fundamental en respetar las leyes internacionales. Usted recordará aquella conferencia, aquel congreso que se celebró en Uruguay en 1932 o 1933, en que se sentaron los inicios de la legalidad internacional, de las leyes internacionales. Por lo tanto Uruguay, acorde con sus principios, con sus valores, reconoció la legalidad internacional.

EC —¿Qué ha pasado desde ese momento? ¿Cómo vienen evolucionando los vínculos?

MO —Se sabe que estamos bajo ocupación, que el pueblo palestino lleva sufriendo muchos años y que cualquier tipo de relación con el exterior se dificulta por las actuaciones de la ocupación. Ahora para materializar e implantar las embajadas respectivas, la de Uruguay en Ramala –temporalmente, porque estamos esperando que Jerusalén Oriental sea nuestra capital– y la palestina en Montevideo, se necesita tiempo para empezar a trabajar. Puedo asegurar que los representantes de Uruguay en Palestina han ido muy rápido, han sido muy firmes en el trabajo de fortalecer las relaciones. Las relaciones entre estados tienen vías claras, que la gente sabe cuáles son, y entre los pueblos puede haber otras vías.

El pueblo palestino y el pueblo uruguayo comparten principios y valores desde siempre, incluso en la época de lucha contra la dictadura había vínculos entre los dos pueblos. Pero hablando de gobiernos las cosas cambian, empezamos a hablar de cómo avanzar en materializar un intercambio de culturas, de comercio, de inversiones, y surgió la idea de invitar a (Carlos) Enciso a Palestina, el intendente de Florida, que hizo un acto único, que ningún dirigente político del mundo había hecho: visitar solamente Palestina, no visitó Israel y no usó a Palestina como un punto de paso, anunció claramente en Ramala que había ido a visitar Palestina.

EC —¿Es el único intendente de nuestro país que ha visitado Palestina?

MO —No solo de vuestro país, es el único político del mundo que ha visitado Palestina y solo Palestina, no hizo una visita partida entre Palestina e Israel. En Ramala se le preguntó cuál era la causa, y dijo: “Los que me invitaron fueron los palestinos, los israelíes no me invitaron; si me invitan voy gustosamente”. Esto enfadó a los israelíes, porque todo tenía que pasar por ellos. Incluso cuando vino aquí y trajo la delegación de inversores fue objeto de ataques políticos de la representante israelí en Montevideo. Se retractó luego, pero el hecho ya había pasado.

EC —En estos días de visita a Uruguay usted ha tenido contactos con todo el sistema político. Concretamente, mantuvo reuniones con el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado, con el Partido Independiente, con el Directorio del Partido Nacional, con la Comisión de Asuntos Internacionales del Frente Amplio y con el partido Unidad Popular. ¿Para qué? ¿Qué mensaje pretendía trasmitir?

MO —Yo traigo dos mensajes. Uno, para servir a mis dos compañeros que admiro, el embajador de Uruguay en Palestina, el señor Enrique Ribeiro, y Enciso, el intendente de Florida, por el trabajo valioso que han hecho, pues tenía que apoyarlo. Cualquier inversión extranjera en cualquier país necesita dos tipos de apoyos: primero un apoyo oficial, gubernamental, y luego apoyo político. Si no logramos que la sociedad uruguaya a través de sus partidos políticos acepte que hay inversión en este país y no la ayuda y la hace prosperar, no puede suceder. Por lo tanto uno de los objetivos de mi visita a Uruguay es recabar apoyos de los partidos políticos a esta iniciativa de Enciso para hacer inversiones palestinas aquí.

El otro mensaje es un mensaje político y de agradecimiento. El pueblo palestino está muy agradecido por la postura oficial y popular de Uruguay con respecto a la causa palestina. El mensaje político que traigo es que lo que está pasando en la zona, en Oriente Medio, el río de sangre que está pasando por Siria, por Irak, por Libia, por Yemen, ha dejado a la causa palestina al margen a nivel de la comunidad internacional. Pero la causa palestina es una causa viva desde hace muchos años y no puede estar a un margen, tenemos que volverla a la mesa de todos los foros, de todas las negociaciones que surgen a nivel mundial. Por lo tanto traje el siguiente mensaje de nuestro presidente, de la cúpula directiva de la ANP, del Estado Palestino bajo ocupación, con su presidente, el Comité Ejecutivo de la OLP: hemos optado por la paz y por la vía de negociaciones única y exclusivamente. Sí usamos nuestro derecho a la lucha, una lucha pacífica, no violenta y popular.

Esto los israelíes no acaban de entenderlo –estoy analizando, no estoy dando información–, quieren que su sociedad mire a los palestinos o como trabajadores o como terroristas. Y a la vez quieren que los palestinos vean a los israelíes o como colonos armados que están robando sus tierras o como soldados en los puntos de control. Estamos trabajando en la sociedad israelí para cambiar esta idea, porque hay muchos israelíes que no son ni soldados ni son colonos, como hay palestinos, muchos, la inmensa mayoría, que no son ni trabajadores en Israel ni terroristas.

Sobre este tema estamos hablando con todos los partidos, buscando apoyo para la iniciativa francesa para mover el asunto palestino. Una iniciativa que no es una maravilla, pero es mover las aguas estancadas para buscar el apoyo. El único país interesado en el tema y que no está apoyando es Israel, no quiere ninguna conferencia. A mi juicio, al gobierno de extrema derecha de Israel no le interesa hacer la paz.

EC —¿Cómo define la relación actual entre Palestina e Israel?

MO —Las negociaciones están estancadas, están congeladas.

EC —Un informe publicado a comienzos de julio del Cuarteto formado por la Unión Europea, Rusia, Estados Unidos y Naciones Unidas pedía a los israelíes renunciar a la colonización y a los palestinos cesar la violencia. Entendía que en esos dos puntos estaban radicados obstáculos importantes para las posibilidades de negociación y de paz.

MO —Sí. El informe del Cuarteto no fue tan justo. ¿De qué violencia estamos hablando? Sí, hay violencia en los territorios ocupados de Palestina, hay chavales muy jóvenes que han tomado decisiones propias para ir con un cuchillo a apuñar a alguien, o con piedras, lo que sea.

EC —La intifada de los cuchillos es la última de esas tendencias.

MO —Pero tenemos que preguntar por qué sucede, cuando íbamos siete, ocho años sin ningún tipo de violencia. Sucede porque esos niños ya no ven el horizonte de la paz. Le voy a recordar –usted es un periodista señalado y conocido a nivel mundial– que cuando firmamos los acuerdos de Oslo, a base de Jericó y Gaza, que son dos ciudades palestinas, el pueblo palestino, con todo su tejido social, jóvenes, mujeres, ancianos, fue con claveles que ponía en los fusiles de los soldados israelíes. Quiere decir que cree en la paz. Pero ven que no hay manera, que el soldado los humilla en los checkpoints, que los maltrata en todo momento, que viene un jeep militar al centro de Ramala, donde está el cuartel de Mahmud Abbas, el presidente de la ANP, entra a cualquier casa y maltrata al padre o a la madre delante de los niños. Eso está fomentando el extremismo en generaciones muy jóvenes, ellos lo están fomentando, evitando que estos puedan ver un futuro mejor.

Ahora en los asentamientos es otra cosa, cuando firmamos los acuerdos de Oslo había en todos los territorios palestinos, incluida Jerusalén Oriental, apenas 200.000 y hoy llegan a 650.000. Ellos controlan el 64 % del territorio del Estado palestino, consumen el 92 % de las aguas subterráneas de Palestina y nos venden el 8 % restante a precios muy altos. El pueblo palestino ha tomado la siguiente decisión, este es el mensaje fundamental: no somos enemigos de Israel, no somos enemigos de los judíos, sí tajantemente somos enemigos de la ocupación.

EC —Hablemos de la interna palestina. Porque Palestina tiene sus propios problemas intestinos. Usted pertenece a Fatá, la organización política creada, entre otros, por Yasser Arafat y a la que también pertenece el presidente Mahmud Abbas. Pero la ANP no tiene control sobre la Franja de Gaza, que actualmente está gobernada por el movimiento Hamás. Un movimiento cuyas tendencias violentas y hasta terroristas son una parte del problema de la relación Palestina-Israel. ¿Cómo está hoy la relación Al Fatá-Hamás?, ¿cómo está la gobernabilidad de los territorios palestinos?

MO —No, vamos a empezar por el final. Has dicho que es un feudo de terrorismo…

EC —No, no dije que era un feudo de terrorismo, digo que el movimiento Hamás tiene antecedentes en esa materia.

MO —Sí, pero me refiero a que la Franja de Gaza puede ser un feudo de violencia contra Israel, lo llamemos terrorismo o como sea. Empecemos por cómo se formó Hamás. Hamás se formó por la decisión de los israelíes en 1974, precisamente del hombre de la paz de Israel, el difunto Isaac Rabin, fue quien creó el movimiento Hamás para sustituir a la OLP (Organización para la Liberación de Palestina). La retirada unilateral israelí, sin coordinar con las autoridades palestinas, con la OLP de Gaza, mientras armaban hasta los dientes a los militantes de Hamás, llevó a que Hamás se apoderara de Gaza. En Al Fatá tenemos una ideología no sangrienta. Podríamos defender y mantener a Gaza a base de sangre, pero no queríamos eso porque Hamás, con todos los problemas que tiene, con la ideología que tiene, no deja de ser parte del tejido social y político del pueblo palestino.

¿Por qué hasta el momento no hemos podido reconciliarnos con Hamás? Sencillamente, tomamos el ejemplo del Muro de Berlín. El Muro de Berlín dividía a Alemania en dos y ningún dirigente alemán podía evitar este muro, hasta que se derrumbó la Unión Soviética. Me refiero a que hay factores externos, uno de ellos, el más esencial, es Israel, pero hay muchos otros –está Catar, está Turquía, está Irán, está Hezbollah en el medio– factores externos que influyen en que no se logre la materialización de la reconciliación con Hamás.

EC —En este estado de cosas, ¿puede decirse que usted representa al gobierno de Palestina o de una parte de Palestina?

MO —El gobierno actual gobierna en Ramala y en Gaza, como gobierno, como instalaciones de gobierno. Quien gobierna la […] en Gaza es Hamás, pero los ministros son los mismos, el que está en Cisjordania está en Gaza, el ministro de Sanidad es el mismo, va a Gaza. Hamás gobierna en la calle, tiene el poder en la calle.

EC —A partir de un contexto político tan delicado, a partir de la tensión permanente que caracteriza a la zona de Oriente Medio donde se encuentran Palestina e Israel, puede sorprender que una empresa de capitales palestinos decida invertir en Uruguay. ¿Qué tradición tiene Palestina con respecto a la industria láctea?

MO —Reamente Palestina como tal nunca existió como Estado, pero el pueblo palestino sí tiene una tradición bastante desarrollada en el tema lácteo, específicamente después de la ocupación de los territorios de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental en 1967 se ha desarrollado bastante, tenemos muchas fábricas, muchas empresas de productos lácteos. Lógicamente, las características de la producción son acordes a las costumbres de la región, y dado que Palestina o el territorio palestino ocupado, el que corresponde a la ANP, al gobierno palestino, es muy limitado, con un número de habitantes muy limitado, alguien podría preguntar por qué, si hay países limítrofes, podemos vender producción. Porque quien controla las fronteras es Israel, por lo tanto exportar e importar depende mucho de las decisiones israelíes, que muchas veces ponen el obstáculo de la seguridad. Ante cualquier cosa que no quieran alegan que afecta la seguridad de Israel y no pasa. Por lo tanto, los inversores palestinos pueden invertir dentro de Palestina hasta cierto punto, no pueden desarrollarse mucho.

Este grupo Hamouda tiene su fábrica en Palestina, cubre el mercado palestino, junto con otras empresas, y está en otros países árabes. Pero no puede desarrollarse más en Palestina, por lo tanto nosotros como ANP, como políticos palestinos, buscamos la manera de fortalecer nuestras relaciones con nuestros amigos, y pensamos en el tema de Uruguay.

EC —Justamente, ¿cómo aparece Uruguay en el mapa para Palestina a los efectos de una inversión de este tipo?

MO —Puede gustarle a la gente o no en Uruguay, pero para el pueblo palestino hay un símbolo, que es el Pepe Mujica, que fue el artífice del reconocimiento de Palestina. Es un símbolo para todos los palestinos, te puedo asegurar que todos los palestinos tienen en su Facebook, en su Twitter, alguna foto de Pepe Mujica, de [su] Volkswagen, de sus perros o de su mochila. Es decir, tienen un amor hacia Uruguay que no tienen hacia otros países, que es lógico por lo que mencionamos en la primera parte de la entrevista. De ahí surgió la idea, nos hicimos amigos el embajador de Uruguay y yo, porque lógicamente a un embajador de Uruguay que no sabe árabe y que va a Ramala le viene de maravillas encontrar a alguien que habla español y que está metido en la política. Entonces nos hicimos buenos amigos, y como yo amo a Uruguay para mí es de primera línea poder aportar algo a Uruguay.

EC —¿Hay que entender que esta inversión tiene algo de político? ¿Puede verse como una forma de afirmar la relación bilateral? ¿Hay un gesto detrás de esta inversión?

MO —El capital no tiene política, ni religión, ni fronteras. Los que tienen el capital van adonde los beneficia. Pero el beneficio económico sería para ambas, para este grupo y para sus socios locales de Uruguay. ¿Qué cosa cosechamos como dos pueblos, como dos gobiernos, como dos países? Fortalecer las relaciones entre ambos países.

EC —Curiosamente, estando el antecedente tan fuerte que usted menciona de la presidencia de José Mujica, el vínculo político para esta inversión se realiza con un intendente del Partido Nacional. ¿Cómo juega ese detalle?

MO —Ya he dicho que los capitales no tienen ni religión, ni ideología, ni partido. Comerciantes palestinos tienen mejores relaciones con comerciantes israelíes que con políticos palestinos, y viceversa. Por lo tanto no va a ser un obstáculo el pertenecer a una tendencia política para concretar una inversión, sea palestina o uruguaya.

EC —Concretamente, ¿en qué consiste el proyecto?

MO —No tengo los detalles. Podéis invitar a la parte del grupo que viene a hablar de las cosas técnicas de lo que van a hacer están aquí para que hablen detalladamente de las cosas técnicas. Están finalizando el papeleo, firmaron la sociedad anónima, legalizaron esta institución en Uruguay para empezar luego a materializar la planta donde van a producir sus productos.

EC —Se ha mencionado una inversión de US$ 30 millones. ¿Esa cifra es correcta?

MO —A mi juicio esa cifra es para comenzar, luego puede ir a mucho más.

EC —¿Cuál va a ser el destino de la producción de esa planta?

MO —En primer lugar los países árabes. Tenemos unos 400 millones de árabes en 22 países, y muchos de ellos no tienen ni ganadería ni leche, muchos tienen pero no saben usarla –como el caso de Sudán o de Arabia Saudí, que tienen muchas vacas pero la industria no está muy desarrollada– y el resto no tiene. Por lo tanto parte de esta industria va a esos países. Y no nos olvidamos de las comunidades árabes en América Latina, hay muchos millones de árabes en los países latinos, especialmente en Chile, Brasil y los países de América Central. Tenemos más de 100.000 palestinos en Honduras, 60.000 en Colombia y unos 70.000 y pico en El Salvador. Es decir que hay una comunidad palestina y árabe enorme en el continente que puede consumir. Yo personalmente he comprobado en San Pablo, en Brasil, en la tienda de un comerciante árabe, que importa yogures de Líbano, por sus características. Si les podemos vender desde Uruguay es mucho más cerca y menos costoso.

EC —Los productos lácteos destinados al público de origen palestino tienen una característica especial. ¿Cuánto juega el rito halal?

MO —Creo que sí juega el rito halal hasta cierto punto, porque no están usando ninguna materia prohibida. Lo fundamental para ellos es no usar conservantes en la producción, aunque normalmente en los países desarrollados el conservante es esencial, especialmente en los productos que van a exportar, que necesitan mantenerse mucho tiempo.

EC —Otro dato que trascendió es que el 90 % de la producción se destinaría a la exportación y solo un 10 % a la plaza doméstica, a la plaza uruguaya. ¿Ustedes han manejado esos números?

MO —Sí. El tema es de doble cara. Primero, no traemos una inversión a Uruguay para competir con la producción interna de Uruguay. Si hemos traído una inversión, es para una ayuda mutua entre los dos países. Si venimos a competir con ellos esto sería una guerra de precios, una guerra de producciones, y no es el objetivo. Por lo tanto el mayor porcentaje es para exportar, el mínimo que va a quedar en el mercado local es obligatorio, no es porque quieran competir aquí con 10 % ni con 15 %, sino porque del proceso de producción del material para enviar afuera quedan cosas que hay que usar para material que solo se utiliza aquí.

EC —¿En qué estado se encuentra el proceso de inversión? ¿Ya está confirmada?

MO —Ya han firmado la sociedad anónima, el tema ahora es legalizar. Los chicos tienen interés en ponerse al día con el tema de las leyes de inversión, cuánto tienen que pagar. Creo que de aquí a unos meses estaríamos hablando de la construcción de la planta, de importación de máquinas, etcétera. Este grupo, además de trabajar en la industria láctea, tiene una fábrica de máquinas para la industria láctea. Quiere decir que pueden traer parte de su fábrica para hacer máquinas y exportar a los países limítrofes de Uruguay. Eso sería otra inversión en su momento.

EC —¿Cuál sería la fecha aproximada de puesta en funcionamiento de la industria?

MO —Un año, más o menos.

EC —¿Existen otras posibilidades de inversiones palestinas en Uruguay?

MO —Sí, estamos trabajando en varios aspectos, agrícolas, industriales. Como aquí no prospera mucho la plantación de olivos ni de dátiles, nos surgió la idea de traer expertos palestinos para que ayuden a aumentar la producción de oliva y aceite de oliva.

EC —Se ha avanzado bastante en Uruguay en cuanto a olivares y producción de aceite de oliva de muy buena calidad.

MO —Sí, sin ninguna duda. Pero como los olivares crecen aquí y dan buenos frutos, de muy buena calidad, ¿por qué no pensar en aumentar la producción para exportar a los países limítrofes y no quedarnos en la producción para uso doméstico?

EC —Ya hay aceite de oliva que se exporta de Uruguay.

MO —Me refiero a exportación industrial, se puede aumentar y sería una fortuna para el país. Los ingresos económicos de cualquier país dependen de varios sectores, uno de ellos es la agricultura. Y los olivos tienen una característica: podemos sembrar otras cosas que fueran más fáciles, más productivas, pero hay que quitarlas al mes, tú siembras un tomate y al mes lo quitas, pero siembras un olivo y se queda para la vida. En Palestina tenemos un árbol de olivo que Naciones Unidas calcula que tiene 5.200 años de edad. Ya puedes imaginar lo que se invierte en ello. Estamos pensando en traer familias expertas en olivos para que ayuden a los propietarios de los olivares de Uruguay a cuidar los olivos, a recoger la cosecha.

También estamos pensando en traer unos molinos muy modernos que tienen los palestinos. Estamos pensando en la industria hotelera. Ya tengo el ojo puesto en algunos empresarios palestinos, hay que conversar con ellos, hay que profundizar, para que vengan a invertir en el tema de hoteles en Uruguay, en las zonas turísticas, quizás en algunas ciudades donde faltan hoteles. Esto ayudaría a que el empresario gane su dinero, pero a la vez garantice plazas para los turistas que vienen a Uruguay.

EC —Impresiona ver todas estas alternativas que están manejando. Cuando le hice la pregunta no me imaginaba que había un espectro de ese estilo.

MO —Y tengo cosas ocultas que no voy a decir.

EC —¿Cuándo vuelve a Montevideo?

MO —Vamos a ver cómo marcha el tema de la inversión. Si logro que el hombre que podría invertir en los hoteles venga mañana, en una semana vuelvo.

Fuente: http://www.enperspectiva.net/












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