“Hay una disociación entre lo que son los usuarios y las unidades de transporte”, dijo a El Observador. Los pasamanos son demasiado altos, los asientos son demasiado angostos y el airbag de los taxis es la mampara.
La alta variedad en las dimensiones ergonómicas de ómnibus obedece, a juicio de Barreto, a la disponibilidad económica de empresas y cooperativas para la compra de nuevas unidades. El mercado uruguayo de solo 1.480 unidades no puede aspirar a la importación de vehículos modificados en origen. Así se tienen pasamanos demasiado altos y asientos demasiado angostos. Al mismo tiempo, no existe ninguna reglamentación municipal al respecto –salvo la exigencia de piso bajo–. Todo contribuye a que viajar incómodo sea la regla. “La importación de unidades más pequeñas para que sean más ágiles no mejoraron la calidad de cómo viaja el usuario”, afirmó.
La altura de los pasamanos encabeza la lista de las incomodidades dentro de los ómnibus. El equipo de Antropología Aplicada relevó 20 modelos de ómnibus –10 de Cutcsa, cinco de COME y cinco de Coetc; no participaron Raincoop y Coetc– y encontró un máximo de 2,15 metros en una unidad de la marca Yutong. El mínimo tampoco es una buena noticia para los petisos: 1,83 metros. La altura más amigable para una persona de 1,55 metros, por ejemplo, es agarrarse a 12 centímetros por encima de su cabeza.
“Viajar colgado del pasamanos genera un malestar físico”, afirmó Barreto, directora del proyecto Diagnóstico antropológico del transporte urbano. Al esfuerzo hay que sumarle las posibles cargas que puede llevar el pasajero.
La recomendación de la experta es la colocación de pasamanos a distintos niveles, o la instalación de postes verticales en todos los asientos. Algunas unidades han implementado en los últimos meses unas agarraderas que facilitan la sujeción, aunque su objetivo sea la venta de publicidad.
Otra dificultad constatada es el tamaño de los asientos. Si el pasamanos es para altos, los asientos son para flacos. La medida más angosta que se encontró en la ciudad fue de 40 centímetros; la más ancha suma otros 4,5 centímetros, equivalentes al ancho de una hoja y media del formato A4. La profundidad −medida que separa del asiento delantero− más corta fue de 40 centímetros.
Estas dimensiones incomodan más a las personas con sobrepeso u obesos y las exponen a la discriminación del resto de los usuarios, que no quieren sentarse junto a ellas. En Uruguay, más de la mitad de los adultos y uno de cada cuatro niños presentan sobrepeso u obesidad. En Roma, por ejemplo, existen butacas para estos pasajeros que equivalen aproximadamente a un asiento y medio.
El relevamiento midió literalmente otro aprieto. Del punto de vista ergonómico, Barreto indicó que los pasillos son muy angostos. El mínimo encontrado fue de 47 centímetros. El mayor espacio lo tiene COME que, al contar con una línea menos de asientos, brinda 106 centímetros.
Otra de las “disociaciones” entre el vehículo y el pasajero es la altura del escalón de la puerta de acceso, en particular, para aquellos con movilidad reducida y niños. El máximo fue de 42 centímetros. Eso es lo mismo que levantar el pie por encima de una pantalla de 16 pulgadas. El esfuerzo se nota cuando el ómnibus no para junto al cordón. El escalón más bajo en el transporte capitalino está a 33 centímetros de la calle.
La antropóloga consideró que COME tiene a su favor el sistema de suspensión neumática con arrodillamiento que permite llevar el escalón a un nivel más bajo. Esto facilita el ingreso y salida de personas en sillas de ruedas.
La altura del timbre de la puerta trasera también presenta problemas, en particular, en las unidades con mayor antigüedad. La medida más baja relevada desde el piso de los ómnibus fue de 1,73 metros; desde el escalón más bajo fue 2,35 metros; un centímetro más alto que el basquetbolista profesional Paul Sturgess, reconocido como el más alto del mundo. “Una persona de talla baja pierde el equilibrio para tocar el botón”, advirtió Barreto, que también sabe de lo que habla porque mide cerca del 1,55 metros.
Los taxis son otro capítulo en la historia incómoda del pasajero. El equipo de Antropología Aplicada estudió 14 versiones de las siguientes marcas y modelos utilizados por Radio Taxi 141: Fiat Uno y Siena, Chevrolet Corsa, Meriva y Aveo, VW Gol y Suran, Nissan Tiida y Sentra, Renault Logan, Hyundai Accent, Toyota y Great Wall Voleex.
Los peores datos los arrojó el Fiat Uno. La distancia entre el respaldo del asiento –es decir, desde la cabeza del usuario– y la mampara es de 68,5 centímetros, la más corta del parque relevado. En los taxis considerados más cómodos, como el Toyota, Voleex y Meriva, el espacio se agranda hasta los 80 centímetros. Esta separación es fundamental para evitar impactos contra el elemento rígido.
Pero la sensación de "sardina enlatada" la da la distancia entre el borde del asiento –donde están las rodillas– y la mampara: 18,5 centímetros. Esto es, incluso, 1,5 centímetros más corto de lo que exigía la Intendencia de Montevideo en el artículo 503 del Digesto Municipal que, aunque no fue ni modificado ni derogado, ya no se toma en cuenta para habilitar vehículos. En los modelos más grandes, la medida máxima encontrada fue de 30 centímetros.
“El asiento de adelante es más cómodo para estirar las piernas, pero estás cerca del parabrisas y la palanca de cambios puede pegarle en la rodilla. Además, el ángulo para abrir la puerta es bastante cerrado y no permite maniobrar”, expresó Barreto. Respecto a lo último, hay puertas cuya abertura solo brinda 60 centímetros.
Una vez culminado el proyecto −previsto para marzo de 2015−, el objetivo es diseñar un prototipo de ómnibus y taxi adecuados a las medidas reales de los usuarios.
Fuente: El Observador
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