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viernes, 18 de julio de 2014

LA OPINION DE ANDRES REYES: A ESTOS PUTOS NO LES PODEMOS GANAR

Manuel Peter Neuer es algo más que el arquero campeón del mundo que se quedó con el Guante de Oro del Mundial que acaba de culminar. Mientras nos mira con esa sonrisa propia de quien no necesita poner cara solemne para ser el mejor en lo suyo, este rubio y querible teutón nos alienta a aceptarnos y a aceptar al otro y a la otra con la misma naturalidad con la que estira el brazo para sacarle una pelota de gol a Benzema en el último minuto.



“Manuel no es gay”, comentó en Facebook Andrés Scagliola, director nacional de Políticas Sociales del Mides, luego de que una persona que prefirió mantenerse en el anonimato comentara durante el festejo alemán que “ahora aparece el novio de Manolo, le da un chupón, y se corta la trasmisión”. Scagliola agregó: “Pero tiene el coraje de jugarse por derecha para todos en un medio tan homofóbico como el fútbol”.

Y tiene razón: basta googlear un par de sitios medianamente serios para comprobar que, lejos de asumirse gay, lo que hizo Neuer fue decir “quien sea homosexual debería decirlo. Salir del armario alivia” allá por 2011.

Es que si por algo se caracteriza el fútbol es por generar “secretos a voces” que son repetidos una y otra vez sin que medie análisis alguno, ayudados muchas veces por un periodismo deportivo generalmente más preocupado por establecer que Messi defecciona en las que duelen o que Lugano es lento, que por cuestionar ciertas verdades universalmente aceptadas. El arquero rubio dijo eso e inmediatamente en el imaginario colectivo se convirtió en el “arquero gay de Alemania”.

Lo cierto es que Neuer está casado hace años con una tal Kathrin Gilch, modelo ella, una de las tantas que entraron al campo ni bien Alemania conquistó su cuarta Copa del Mundo. Parece ser entonces una persona heterosexual que se juega por defender el derecho a jugar al fútbol de todo aquel que tenga ganas y condiciones para hacerlo. Afortunadamente, no está solo.

Mario Gómez, ex delantero de la selección germana y del Bayern Munich, manifestó allá por 2010 que los jugadores gays deben salir del armario para poder jugar “liberados”. Asimismo, el también arquero danés Anders Lindergaard (no confundirlo con Julio César Gard), actualmente en el Manchester United, dijo hace un par de años que “el fútbol necesita un héroe homosexual”. No podríamos estar más de acuerdo. Quienes creíamos haber encontrado uno en Manolo no podemos disimular cierta decepción.

Manolito Neuer tiene su propia fundación para los niños y niñas con escasos recursos de su Gelsenkirchen natal. Llegó al extremo de competir en la versión teutona de Quién quiere ser millonario para juntar dinero para la fundación que lleva su nombre. Medio millón de euros se llevó el corpulento arquero (mide 1,93 metros, al igual que Lindergaard), pues no se dejó tentar por la versión alemana del Piñe y decidió retirarse antes de escuchar la última pregunta.

Parece que, parafraseando a Fabián O’Neill, “qué va a ser puto Manolo”. Y “Manolo tiene estudio”.

El conocimiento os hará libres. La discriminación es amiga de la ignorancia. Cuando en 2004 el actual entrenador del Club Atlético Peñarol, Jorge Fossati, declaraba a El País que “un jugador homosexual no debe estar en un plantel profesional”, hizo gala de un desconocimiento triste sobre el concepto de diversidad y sobre la realidad de personas que no comparten con el también ex arquero ni la orientación sexual ni la creencia en que una imagen de yeso puede cambiar el devenir de un partido. “Un jugador gay sería un transgresor entre hombres (sic). Tiene costumbres muy diferentes a los 25 restantes”, comentó en aquella oportunidad, lo que le valió una invitación a declarar ante un juez, con posterior pedido de disculpas.

Quizás aquel Fossati de 2004 –y como él, tantos otros en 2004 y en 2014 también– pensaba que un jugador gay estaría todo el tiempo buscando la oportunidad para mirar a sus compañeros mientras se duchan, o que en el festejo de un gol manotearían cuantos genitales pudieran, o que incluso buscarían llevar por el peligroso camino de la sodomía a los juveniles del plantel. ¿Se puede ser más retrógrado?

La orientación sexual, nos explica Diego Sempol (referente del colectivo Ovejas Negras) se refiere a “qué es aquello que nos calienta”. Si yo soy hombre y me atraen sexualmente los hombres, soy gay. Ello no supone que me atraigan todos los hombres, ni que esté esperando a tener un hombre cerca para lanzármele encima. Lo mismo con quienes somos heterosexuales: no he visto a ninguna compañera de oficina preocupada por compartir el espacio de trabajo con hombres que “tienen costumbres muy diferentes”.

Claro que si un día nos demuestran que ser homosexual lo inhibe a uno de meter un caño, trancar o colgarla del ángulo, empezaremos a tomarlos en serio.

Los inadaptados de siempre. La discriminación más abierta para un jugador homosexual no suele venir de sus compañeros de plantel, sino fundamentalmente de los hinchas. Si los estadios han sido terreno para el racismo y la xenofobia, ¿cómo no van a serlo también para la homofobia? Tanto los hinchas rivales como los propios apelarán a la orientación sexual de tal o cual jugador para menoscabarlo o para reclamarle explicaciones ante un mal rendimiento. Diga que Neuer anda volando, que en otro caso no faltaría el hincha que dijera “pero mirá el gol que se come este trolo”.

Los casos de futbolistas profesionales que han salido del armario son tan escasos en número como trágicos en su conclusión. En nuestro país quizás el caso más emblemático haya sido el de Wilson Oliver, delantero del Club Nacional de Football que con apenas 20 años de edad debutó en Primera División allá por 1986, y que un par de años después fuera dejado libre, según él, debido a que era homosexual “confeso”.

Oliver (años antes de que su tocayo japonés Atom fuera conocido en nuestras costas) recaló posteriormente en Villa Española, donde la situación de discriminación se agravó: “Por aquel entonces ya era vox pópuli que era gay y todo el mundo me gritaba en la cancha, fue horrible, mi nivel anímico empezó a bajar rápidamente. Decidí que en poco tiempo iría dejando el fútbol, porque era tanta la hostilidad por parte de la gente, sobre todo de los contrarios o de gente que me encontraba en la calle, que me hacía pasar malos momentos”, comentó a la revista Gay Barcelona.

Un retiro problemático parece ser el destino de quienes han optado por manifestar lo que la mayoría opta por callar.

Así andan los alemanes. Más allá de que “yo para mí” hubo penal de Neuer sobre Higuaín en la final, Alemania parece ser líder también en la tabla de las sociedades que más han hecho para incentivar a abrir las puertas de los armarios. “Fútbol y homosexualidad” se llama la guía presentada en 2013 por la Federación Alemana de Fútbol (dfb), firmada por su presidente, Wolfgang Nierbasch. El germano arranca diciendo que “es una clara postura de la dfb que todo aquel que quiera reconocer públicamente su homosexualidad puede contar con el respaldo de la federación”.

Mientras, acá seguimos discutiendo sobre si licitar o no los derechos de imagen de la selección.

Más allá del mero reconocimiento de la diversidad desde una perspectiva de derechos, quizás prime también un interés deportivo. Probablemente los alemanes se dieron cuenta de que un jugador profesional que se haya visto obligado a demostrar algo que no es durante tantos años para evitar el rechazo o exponerse a perder el trabajo, necesariamente deberá convertirse en un futbolista aun mejor ni bien consiga liberarse de tamaño peso.

Capaz que el día de mañana Manolo declara que lo de la esposa modelo era una pantalla, y que es homosexual como el que más. Y si hoy ya es difícil hacerle un gol, a partir de ese momento será casi imposible.
Alemania inteligencia.

Fuente:Brecha

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