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miércoles, 22 de enero de 2014

RUSIA: CHINA SE HA DEDICADO A COPIAR EL ARMAMENTO QUE SE LE BRINDARA AÑOS ATRAS

La cooperación militar de Rusia y China que prosperó tras la desintegración de la Unión Soviética y tanto atemorizó al mundo, atraviesa hoy uno de sus peores momentos a causa del pirateo de tecnologías que ha convertido al antiguo cliente en competidor.


La estrategia combinada que promueve Pekín los últimos 10 años de clonar todo lo que caiga en sus manos, potenciar a cualquier precio la industria nacional y  crear una industrial militar autosuficiente, se ha convertido en un obstáculo que impide la cooperación militar chino-rusa. Tras los suministros de material ruso fueron apareciendo primero burdas copias chinas que luego condujeron a la aparición de modelos chinos similares que ya compiten con el armamento ruso en el mercado mundial.

Parece lógica, por tanto, la pérdida de interés en Moscú por vender a China sus armamentos más modernos.

La cooperación militar de China y Rusia tuvo un inicio ideológico en los albores de la Guerra Fría. Entonces, Stalin decretó generosamente la entrega totalmente gratuita de grandes lotes de armamento y material militar a la China de Mao.

A consecuencia de aquel generoso regalo del aliado ideológico y con la ayuda de ingenieros soviéticos China colocó los cimientos de su industria militar y comenzó a producir los aviones soviéticos MiG-17, MiG-19 y MiG-21, los Il-14, Tu-4, Tu-16; submarinos de la clase Romeo; carros de combate T-54, diversos tipos de transporte blindados y una amplia variedad de armas de infantería y piezas de artillería.

Pero las buenas relaciones entre ambos países comenzaron a deteriorarse a raíz de los cambios en el movimiento comunista mundial y ya en los años 60, Rusia y China se transformaron en rivales irreconciliables, al punto que cualquier pretexto podía desatar un conflicto bélico a cualquier momento, como al final ocurriría en la isla de Damanski.

La ruptura tuvo efectos negativos para Pekín. El Ejército Popular de Liberación de China quedó sin el suministro de armamento soviético moderno y su industria bélica sin fuentes tecnológicas alternativas para continuar su desarrollo. Como resultado, en la década de los años 70 y 80 la industria militar china se ve sumida en un periodo de estancamiento y no consigue avance alguno a pesar de todos los esfuerzos.

El armamento y la tecnología militar que China consiguió comprar en aquellos años a Francia, Italia y USA fue insignificante. También esos suministros quedaron interrumpidos más tarde, tras la violenta represión de las manifestaciones estudiantiles en la plaza de Tiananmen en 1989.

Como resultado, el ejército de China, pese a la enorme cantidad de tropas y armamento, fue acumulando problemas de carácter técnico y perdiendo el balance de fuerzas con los países vecinos. Así, en 1979 Pekín no pudo hacer nada en la guerra contra Vietnam, que demostró tener una Fuerza Aérea más potente que la china.

Aquel revés también obligó a Pekín a ser más cauteloso con otro vecino, la India, para entonces armada con cazas soviéticos, franceses y británicos. Tampoco tuvo provecho alguno para China la confrontación con Taiwán, sobre todo por el riesgo que en el conflicto interviniera USA y sus aliados Japón y Corea del Sur. De este modo, mientras sus vecinos ya disponían del armamento más moderno del mundo, China seguía apostando por sus cazas de primera y segunda generación, los F-6 y F-7 copiados de los soviéticos MiG-19 y MiG-21.

En sus primeros pasos de economía de mercado, la nueva Rusia expresó su disposición de vender a Pekín importantes lotes de armamento. Para Moscú la exportación de armas había perdido todo carácter ideológico y obedecía meramente a razones comerciales.
Pekín empezó a comprar febrilmente armas a Rusia.

En 1992 China encargó 78 aviones Su-27, contrato que puso en marcha la industria militar china y aumentó la capacidad combativa de sus Fuerzas Aéreas. En realidad, gracias a la adquisición de cazas de la familia Flanker (denominación de los Su en la OTAN), la generación de cazas Su-27 y los modelos posteriores, permitieron a China dar un salto y superar el atraso acumulado durante muchos años.

China también compró doce submarinos de la clase Kilo, los sistemas de defensa antiaérea S-300 (China fue el primer comprador de este armamento), radares, 26 helicópteros Ka-27 y Ka-28, 25 aviones de transporte Il-76 y aviones cisterna Il-78, 11 aviones de pasajeros Tu-154 y 338 helicópteros Mi-8 y Mi-17, así como gran cantidad de municiones de aviación, convirtiéndose en el primer importador de armamento ruso.

Luego, tras la firma de un contrato para la compra de 100 aparatos Su-30, China se convirtió en el primer comprador de estos aviones e incluso recibió estos cazas cuando la Fuerza Aérea rusa aún no contaba con la cantidad necesaria y le faltaban aviones de este tipo.

Sin embargo, el aspecto más importante de la cooperación militar de China y Rusia fue la realización de proyectos conjuntos para la producción de armas en plantas chinas. Así comenzó la fabricación de cazas Su-27 bajo el nombre de Shenyang J-11 y en una cantidad de 200 unidades, con propulsores y piezas de repuesto de fabricación rusa.

También se puso en marcha el proyecto para la creación de los aviones KJ-2000 con equipos de radar y guiado (AWACS) en base a los aviones rusos Il-76. Las fabricas rusas también comenzaron el suministro de propulsores para los aviones chinos de adiestramiento JL-8 Hongdu. Más de 190 aparatos de este tipo ya se han incorporado a la fuerza aérea china y no se descarta el encargo de al menos otros 400 más.

Además, China compró licencia de fabricación y piezas para fabricar motores para más de 270 cazabombarderos Chengdu J-10 y firmó contrato para el suministro de motores para más de 100 aviones FC-1 y, en perspectiva, para otros 250 aviones del mismo tipo que se suministrarían a Pakistán. Los Chengdu FC-1 (denominación paquistaní JF-17 Thunder) son aviones de asalto y ataque con motores rusos fabricados en China por encargo de Pakistán.

Los expertos destacan que la industria militar china logró entrar en el mercado mundial de aviones de combate gracias a las tecnologías rusas.

A pesar de las relaciones amistosas, en 2004 Rusia comenzó a darse cuenta de que China violaba los acuerdos bilaterales y no respetaba los derechos de propiedad intelectual en la producción militar. Moscú no ocultó su irritación cuando, sin licencia alguna, China empezó a fabricar los aviones Shenyang J-11, copia del Su-27.

A partir de los modelos que tenían a su disposición, los ingenieros chinos copiaron los aviones rusos incorporando motores, radares y armamentos de fabricación china. Con la introducción de nuevos parámetros propios, diferentes de los rusos, los chinos de hecho violaron los acuerdos vigentes con Rusia.

La siguiente acción de China fue comenzar la fabricación sin licencia de los Su-33, versión naval del los Su-27, lo cual irritó aún más a Rusia. A diferencia de los Su-27, China ni siquiera había adquirido esos aviones a Rusia. Pekín se limitó a adquirir un solo aparato de ese tipo a Ucrania y a partir de él comenzó la clonación del Su-33 bajo el nombre de Shenyang J-15. Tras grandes inversiones, también comenzó la producción de motores de aviación.

Casi simultáneamente comenzó la fabricación de submarinos a partir de modificaciones de los modelos que China había comprado a Rusia.

El objetivo de China trato era competir con Rusia en un segmento determinado del mercado de armas.

Recientemente, Turquía anunció su decisión de adquirir los misiles de defensa antiaérea chinos FD-200 por un monto calculado en 4.000 millones de dólares. Aunque bastante peores que su prototipo ruso, el S-300, los sistemas antiaéreos chinos son mucho más baratos que los rusos y que los Patriot norteamericanos.

Todo esto condujo a que Moscú perdiera la confianza en su socio y que en el transcurso de los últimos 6 años, Rusia se ha abstenido de vender a China producción militar con tecnología moderna. Sigue vendiendo a su vecino asiático motores de aviación pero al mismo tiempo, rechaza suministrar sus últimas innovaciones en materia de armamento que en cambio sí vende a países potencialmente adversarios de China, circunstancia que, a su vez, se impone como otro factor que impide a China comprar armamento a Rusia.

Actualmente, China tiene planes de comprar a Rusia 10 (según algunas fuentes hasta 30) aviones Il-76 y al menos 8 aparatos Il-78 y espera la aparición de las modernizaciones de los Il-476 para adquirir 60 de estos aviones. También tiene interés de la joya de la ingeniería aeronáutica rusa, el helicóptero Mi-17, tras comprar el año pasado 50 de estos aparatos.

Entre tanto, hace algunos meses el intento de China de convocar una licitación de compra sufrió un rotundo fracaso. En particular China expresó interés por la adquisición del avión de combate y ataque Su-35 (al menos 30 unidades), submarinos clase Lada (versión destinada a reemplazar los sumergibles de la clase Kilo), misiles antibuque Yájont, variante de exportación de los Onix, y otro tipo de armamento.

Sin embargo, Rusia rechazó la propuesta, insistiendo en que los chinos violan la propiedad intelectual y exige el pago de pérdidas por la fabricación ilegal de los cazas Su-27 y Su-33 bajo la denominación china de J-11 y J-15.

Rusia no confía en China, no la considera un socio estratégico de fiar en la cooperación militar. Posiblemente por esta razón, al proponer la adquisición de su armamento más moderno a adversarios de China, como la India o Vietnam. Moscú impone barreras adicionales para vender armas a Pekín, mientras especialistas rusos trabajan con sus colegas indios trabajan para el perfeccionamiento del caza quinta generación T-50.

Al modernizar su propio caza de quinta generación J-20, los ingenieros chinos difícilmente tendrán la oportunidad de conocer la tecnología que tiene el modelo ruso, eso mismo se puede decir sobre los submarinos diésel de la clase Lada, los submarinos nucleares Akula, entre otras cosas ya han sido exportados a la India, los misiles antibuque Yájont y los modelos modernizados de los sistemas de defensa antiaérea S-300, los nuevos cazas bombardeos Su-35 y MiG -35 y muchos otros modelos de armamento ruso.

Pekín tampoco oculta sus apetitos respecto a los bombarderos Tu-22 y los bombarderos tácticos Tu-160, sin embargo, teniendo en cuenta la postura rusa y su experiencia negativa con los colegas chinos, es poco probable que China tenga la oportunidad de comprar esos aviones.

China no logró completar sus planes de independizarse de Rusia en el terreno de tecnologías militares. El plan de organizar la producción propia de motores para los J-10 y los J-15 fracasó. En la mayoría de los demás casos, los motores de producción china tienen características similares a los análogos rusos.

Conclusión

Está claro que Rusia seguirá vendiendo a China ciertos tipos de armamento, pues los beneficios de contratos son bien altos. Por su parte, China necesita mucho a Rusia, especialmente motores de aviación.

A pesar de las grandes inversiones chinas para disminuir su dependencia y el desarrollo de la cooperación con otros productores como por ejemplo Ucrania, China al igual que antes necesita de la cooperación tecnológica con Rusia.

Al mismo tiempo, la desconfianza hacia China por la copia no autorizada de productos y el robo de los inventos rusos explica los temores de Moscú de que Pekín pueda convertirse en un serio competidor en el mercado mundial de armas.

Cabe agregar que también reduce las perspectivas de la cooperación militar ruso-china la estrecha colaboración de Rusia con la India y Vietnam, que intentan reducir la influencia de China.

Fuente:RIA


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