76 años después de que el dirigible Hindenburg explotase sobre el cielo de New Jersey, pareciera que estos navegadores aéreos están a punto de revivir. Aeros, una compañía californiana, está decidida a volver a sacar réditos del famoso zepelín.
La idea podría parecer revolucionaria o extraña en una época en la que las líneas de bajo coste han revolucionado la aviación comercial. Pero en esta empresa están convencidos de que existe un nicho de mercado para su producto. Especialmente en el transporte de mercancías. ¿Se imaginan? Miles y miles de toneladas volando sobre el Atlántico, en un medio de transporte más barato que el avión, con más capacidad que un tren y más rápido que un barco. Visto así, no parece ninguna locura.
Lo cierto es que Aeros cree que este nuevo medio de transporte revolucionará la industria y cambiará la aviación para siempre. La compañía tiene permiso para realizar pruebas a cielo abierto con su zepelín.
Aeros ha creado su Aeroscraft, un dirigible rígido. ¿Y por qué un zepelín? Como apuntamos, sus responsables creen que tiene posibilidades de transporte que no están al alcance de ningún otro medio. Especialmente, permite llevar grandes cargas a larga distancia, a un coste reducido y a velocidades relativamente altas. Y, además, tiene una característica muy importante: no necesita un aeródromo, ni un aeropuerto para la carga y descarga.
Pero, para que esto fuera posible, la empresa ha tenido que solucionar los problemas que condenaron al fracaso a los dirigibles de los años 30. Como explica Pepe Cervera en su blog de RTVE, estos aparatos tenían dos grandes fallos, uno era el de los gases inflamables, que a veces les hacían estallar, y otro era el del lastre.
Esta empresa ha conseguido que sus viajes no dependan de la presión del aire interior; sus ingenieros han creado un fuselaje autoportante, una serie de grandes globos llevan el gas de elevación, helio no inflamable. El problema del lastre se soluciona comprimiendo este gas de modo que no pese más que el aire. Además, cuenta con la ayuda de una serie de turborreactores que apuntan hacia abajo y con nuevos materiales, mucho menos pesados.
Aunque puede parecer débil si lo comparamos con un avión, Aeroscraft es a prueba de balas. La empresa afirma que sus primeras aeronaves estarán disponibles para los clientes a mediados de 2015.
¿El coste? Pues el modelo con capacidad para 66 toneladas unos 25 millones de dólares por año, y el de 250 toneladas, 55 millones. Ahora sólo queda saber si empiezan a llegar los pedidos. Si tiene éxito, la silueta del dirigible volverá a ser una imagen reconocible en los cielos norteamericanos y europeos.
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