El eslogan 'Un paseo que da gusto' resulta muy ajustado en más de un sentido. En primer lugar, debido a la escala humana del lugar, a la reconversión que respeta -por ejemplo- tramos del empedrado original y a la vez incorpora materiales contemporáneos, y también por la cuidada y colorida presentación de los productos, el confort general, los anchos corredores que facilitan la circulación de los visitantes frente a una atrayente variedad de espacios, que rompen con modelos uniformes o estandarizados.
Es simpática igualmente la denominación de los pasajes interiores que intenta enlazar tiempos: Pulpería del Gaucho, Plaza de Carretas, Cantores Compadritos o Tango 147.
En segundo lugar, el paseo da gusto por la trama comercial de la propuesta, que incluye diversos puntos de encuentro, desde la gastronomía hasta los servicios y la cultura artística. Hay locales de frutas y verduras, boutiques de carnes rojas o puestos de pescados, chiviterías y barras para degustar pastas, una chopería artesanal, una granja hidropónica, tiendas de tejidos o de utensilios y herramientas de cocina, florerías, una almacén para celiacos, un supermercado, un teatro, florerías, mueblerías, mimbrerías, kioscos o regalerías, stands de lácteos, cafeterías y casas de té, una librería, una gran plaza de comidas llamada "La Cocina" e instalada como es tradición en los shoppings, y también dos parrilladas construidas en madera, más íntimas.
Ya incluido dentro del circuito turístico de la capital, el mercado minorista cuenta además con acondicionamiento térmico, servicios higiénicos, estacionamiento vigilado, juegos infantiles, accesos inclusivos para discapacitados, parada de taxis, sistema de seguridad, vigilancia y limpieza.
La obra y su costo.
Desde el punto de vista arquitectónico, dentro de este nuevo centro comercial, los clientes se impactarán con la restauración del imponente techo.
Según los responsables de la obra, 'la estructura de tirantería, madera y lambris fue sustituida en su totalidad por piezas de idénticas dimensiones, colocadas en la misma posición que las primitivas. Las chapas originales ya habían cumplido su función y fueron cambiadas por chapas aluminizadas de idéntico tamaño y forma de sujeción'.
Disfrutable a la vista también resulta una balaustrada con vitrales, y los parteluces; en este último caso se optó por vidrios enteros, serigrafiados a franjas, para conseguir 'una mejor hermeticidad del recinto, regulando el ingreso de luz solar y evitando el ingreso del agua de lluvia'.
Como se ha informado desde la propia Intendencia de Montevideo, más de 11 millones de dólares fueron invertidos en una recuperación del mercado que, a nivel de estructuras, respetó el proyecto original. La realización contó con asistencia del Fondo Multilateral de Inversiones del BID, que aportó 1.213.000 dólares para la modernización de la gestión, mejora de la competitividad de los operadores comerciales, marketing y comunicaciones.
La Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo contribuyó con 580.000 euros, destinados sobre todo a la reconstrucción de las fachadas del edificio. El emprendimiento forma parte del plan comunal para revitalizar el barrio Goes, que recibió apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a través del proyecto Renová Goes.
Datos de un monumento histórico
En 1905 el municipio de Montevideo publicó las bases de un llamado a concurso para la construcción de un mercado mayorista, en el predio donado por Carlos Crocker, un hacendado de Soriano y fundador de la Asociación Rural de Uruguay. El proyecto debía contemplar economía de medios, rigurosa higiene y amplio espacio interior, debido al gran acopio de producción agrícola.
El diseño seleccionado fue el de los arquitectos Antonio Vázquez y Silvio Geranio. La piedra fundamental se colocó en 1906 y las obras se extendieron hasta 1912. Aunque en una inscripción ubicada en el acceso por José L. Terra figura el año 1910, en realidad la habilitación del Mercado Agrícola data de 1913.
La obra fue considerada en su época como la más vasta y de mejor arquitectura de América Latina en su género. En 1929 se realizó una ampliación, incorporando cámaras frigoríficas y otros servicios sobre la calle Amézaga. En 1945 se construyó un bloque, en la calle Martín García, que fue demolido y dejó paso al estacionamiento.
La gran estructura de hierro de 5.867 metros cuadrados, se trajo de Europa, donde había servido -en Bruselas- para una exposición ganadera.
El origen de la estructura explica que las entradas estén adornadas con cabezas de ganado vacuno. Los grandes pilares, sostienen un techo compuesto por varios otros techos más, separados en tres anillos; el mismo se quiebra en perfectas proporciones, permitiendo la ventilación e iluminación del interior desde las alturas.
La mayor carga decorativa del edificio se encuentra en la entrada de José L. Terra; allí puede apreciarse un trabajo realizado en cerámica polícroma europea que luce, en su parte central, el escudo de Montevideo, rodeado de motivos florales.También se puede apreciar en el centro, el torreón estilo campanario rematado en una aguja
En el año 1999, la edificación fue declarada Monumento Histórico Nacional.
Fuente:El Páis - IM
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