Este mes la canciller, frecuentemente adusta, se sumó a un grupo encabezado por la revista femenina Brigitte donde se relajó, aflojó el rostro impasible que adopta con frecuencia en público e hizo gala de su humor irónico y autocrítico.
La semana pasada, estuvo en una sala de cine berlinesa para una película que ella había solicitado del clásico filme alemán 'La leyenda de Paul y Paula', película de 1973 que, con fantasmagóricas escenas y música rock en medio de la grisura alemana, le devolvió la esperanza en esa época a la generación de Merkel en cuanto a que algo pudiera cambiar en su sombría sociedad.
'Si tan solo veías el sistema, entonces no podías reír realmente'.
Uno de los varios libros nuevos que han llegado a las librerías alemanas en este año electoral (Merkel está buscando un tercer mandato de 4 años en septiembre) alega que la futura canciller fue en otra época la 'secretaria de agitación y propaganda' en la organización de la juventud comunista de Alemania Oriental.
La canciller, quien ha descartado esa afirmación, siempre ha insistido en que ella nunca ocultó elemento alguno de su pasado. Sin embargo, el revuelo en torno a sus raíces políticas refleja la incansable fascinación con los procesos internos de una mujer que se ha alzado a la cima del país europeo a la cabeza manteniendo una imagen de profunda integridad personal y resguardada vida privada.
Bajar la guardia parece parte del autocontrol que es uno de sus rasgos destacados. Por tanto, en la discusión organizada por la revista Brigitte, de pronto volvió a ser la joven oriunda de Uckermark, la región al noreste de Berlín poblada de lagos, debido a que expresó su fascinación por la desbordante amistad que encontró en su primer viaje a Estados Unidos de América, después de la caída del Muro de Berlín, en 1989.
Si bien concede entrevistas con frecuencia, y existen varias decenas de biografías y artículos que documentan su ascenso al poder y dos periodos en el cargo, Merkel protege su privacidad.
Así que fotografías de sus vacaciones de Pascua en Italia, mostrándola en su traje de baño, o ayudando a su nieto político a trepar a una roca (el equivalente de imágenes divulgadas por la Casa Blanca del presidente Barack Obama con su familia en las playas de Hawái) se volvieron instantáneamente noticias de primera plana en Alemania.
Funcionarios gubernamentales insistieron en que Merkel y su marido rara vez visto, el científico Joachim Sauer, estaban horrorizados ante esta invasión a su privacidad. Sin embargo, con menos de 6 meses antes de la votación, Merkel, quien encabeza a la Unión Demócrata Cristiana de centro-derecha, repentinamente está pasando el mismo tiempo contando anécdotas de haber mezclado zumo de cereza con vodka como cantinera en fiestas universitarias, que reuniéndose con dirigentes europeos o luchando con temas nacionales sobre el envejecimiento de la población alemana o la transformación del sector de energía.
De hecho, incluso los intercambios con dirigentes europeos han adquirido un toque familiar con el primer ministro británico, David Cameron, siendo invitado a llevar no sólo a su esposa sino también a sus hijos para un fin de semana en el campo con Merkel y su marido.
Merkel es una de las figuras públicas más aceptadas de Alemania, con un índice de aprobación del 65 %.
A menudo es elogiada por su enfoque lógico hacia la vida, lo cual es transmitido en sus estrategias. En conformidad con esto, cuando le preguntaron durante la reunión que ofreció la revista Brigitte sobre su hábito de pararse con los pulgares y dedos índices presionados juntos (posición que la prensa ha catalogado como 'el rombo de la canciller'), Merkel desdeñó cualquier idea de que hubiera pensado al respecto o consultado a alguien más.
'Se dio a partir de la cuestión de qué hacer con los brazos' cuando posaba para una fotografía, dijo Merkel. 'Aunque, quizá, sí revela cierto amor por la simetría'.
Sus libros. Media docena de libros que analizan la carrera de la canciller han llegado al mercado alemán en últimas fechas. Uno de ellos, 'La canciller y su mundo', busca examinar a la canciller a través de su políticas exteriores, ahondando en la historia de su abuelo polaco; otro, 'La artista indecisa', profesa darle al lector una mirada profunda a la manera en que ella funciona realmente.
Sin embargo, el libro que ha causado el mayor jaleo es 'La primera vida de Angela M.', que llegó a las librerías la semana pasada, donde los autores citan entrevistas con excolegas y compañeros que alegan que ella sirvió como secretaria de agitación y propaganda para la organización juvenil de Alemania Oriental.
'Angela Merkel ha creado una leyenda de su propia historia en Alemania Oriental', dijo Raf Georg Reuth, quien coescribió el libro con Gunther Lachman. 'Una que sea aceptable para miembros de la UDC en el occidente', agregó, refiriéndose al partido de Merkel, que aún está dominado por hombres en su mayoría católicos en el oeste, a diferencia de la canciller luterana.
Cuando habla de su infancia, la canciller tiende a enfocarse en detalles que no son políticos; la tranquilidad del campo alrededor del poblado entre Berlín y el Mar Báltico donde creció, el vacío de anaqueles en las tiendas Konsum administradas por el Estado o su deleite ante los jeans enviados por su tía desde Alemania Occidental.
Las historias de su pasado están salpicadas de frases como: 'lo que recuerdo' o 'mi memoria de', dejando abierta la posibilidad de que alguien más pudiera recordar la situación de manera diferente.
En el nuevo debate sobre sus pasado, Merkel recibió un poco de apoyo del Partido de Izquierda, herederos de los viejos comunistas.
'Ciertamente no es mi deber defender a la canciller pero, en algún momento, tiene que haber un alto para ese tipo de tonterías', declaró Gregor Gysi, el presidente parlamentario del Partido de Izquierda al semanario Stern. Gysi, quien también creció en Alemania Oriental, ha enfrentado alegatos en el sentido que cooperó con la policía secreta de los comunistas, la Stasi.
La experiencia cambia a las personas
Al parecer no muchos alemanes están interesados en deshilvanar las complicadas madejas del dividido pasado de su país.
Stephanie Schilling, una médica de 35 años de edad, dijo que el tiempo pasado por la canciller Angela Merkel en la ex Alemania oriental fue una 'fase de desarrollo' sin impacto automático sobre sus opiniones como líder de la Alemania reunificada.
'Dudo que cualquiera de nosotros tenga las mismas opiniones exactas que teníamos hace 10 años', dijo Schilling. 'Lo que experimentas cambia tu perspectiva de las cosas', agregó la médica.
Observadores políticos citan la regla de la canciller de mantener su vida privada justamente así como evidencia de su control. 'Cada vez que ella habla sobre su vida privada, siempre cuenta las mismas anécdotas, no ahonda en una sola faceta', destacó Karl-Rudolf Korte, politólogo en la Universidad de Duisburgo-Essen.
Enfrentada en la proyección de la película con respecto a su presunto apoyo al sistema del oriente alemán, la canciller dijo que solo podía apoyarse en sus recuerdos.
'Si se revela algo diferente puedo aceptarlo. Lo que reviste importancia para mí es que nunca he intentado ocultar nada', dijo Merkel. Después, agregó rápidamente: 'Quizá no he explicado algo porque nadie me lo ha preguntado'.
El próximo 22 de septiembre 2013 se celebrarán las elecciones parlamentarias en Alemania. La Unión Demócrata Cristiana (CDU), el partido de la canciller alemana, Angela Merkel, y sus socios de coalición, la Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Democrático Liberal, cuentan con el apoyo suficiente para ganar con mayoría, según la última encuesta publicada. Merkel irá por su tercer mandato.
Según el sondeo, llevado a cabo por la empresa Forsa para la revista Stern y la cadena RTL, la CDU y la CSU obtendrían un 41 % de los votos, y el FDP un 6 %, por lo que, en total, la coalición alcanzaría el 47 % de los votos.
Este resultado concede a la coalición de la canciller una amplia ventaja sobre la oposición, ya que el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) junto con sus aliados, Los Verdes, conseguirían un 23 y un 14 % de los votos, respectivamente. Por otra parte, el partido La Izquierda, se haría con un 9 % de los mismos, según publicó El Economista.es.
Fuente: The New York Times
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