En términos generales, la festividad de Pesaj recuerda -a los judíos- que "una vez fuimos esclavos en Egipto", pero la esclavitud no sólo es la sumisión de la voluntad independiente y libre del ser humano, ante la acción autoritaria de aquellos que detentan grandes poderes políticos, militares y/o económicos.
La esclavitud también se ve representada en términos "interiores", en aquellas acciones que sujetan al espíritu creativo, como por ejemplo, el añorar un pasado constantemente, sin disfrutar de las oportunidades que nos brinda el presente, o hundirse pensando que "uno no puede hacer algo", si ni siquiera lo intenta.
En nuestra América Latina, el espanto vivido durante las distintas dictaduras militares, han generado decenas de miles de esclavos, que en algunos casos, lo continúan siendo con la esclavizante frase: "no te metas", es decir; "no seas solidario".
Como un valeroso aporte a la reflexión, en esta festividad tan importante, Ingrid Hecker Perry, nos ofrece éste, su relato, que es el de millones de hombres y mujeres de nuestro mundo.
En 1974, cuando tenía 33 años, mi madre me dijo que éramos judíos. Mis antepasados habían escapado de la inquisición española y se habían establecido en Inglaterra. Por un tiempo, se sintieron a salvo, pero también ahí los judíos eran perseguidos.
Así que, a fines del 1800, huyeron a una nueva tierra al otro lado del mar. Latinoamérica parecía lejana del dolor, la incertidumbre y la muerte. Pero cuando se establecieron en el Chile católico, tuvieron que vivir como criptojudíos. Cambiaron sus nombres y escondieron sus verdaderas identidades.
Mi madre me dio las hagadot de mis bisabuelos, sus viejas y gastadas páginas tienen manchas de vino de antiguas celebraciones de Pésaj. Son un tesoro para mí, testigos de la herencia de una larga lucha por la supervivencia y del amor a la vida.
Su historia me hizo entender mi anhelo por una identidad y por la justicia social. Yo también era una exiliada, una refugiada política de la dictadura militar fascista de Pinochet. Había sido torturada, encarcelada y echada de mi país. Sin embargo, en 1987, después de diez años en el exilio, elegí regresar a Chile para continuar la lucha por la libertad. Otra vez fui arrestada y torturada. Éste es el dramático relato de mi tiempo en prisión:
"La habitación estaba oscura, llena de los gritos silenciosos de otras mujeres, prisioneras como yo. Nos cuidamos las unas a las otras durante nuestra agonía y dolor. Una vez una torturadora me pidió que le hiciera un anillo como el que yo había tenido puesto cuando me trajeron para interrogarme.
Ahora, ya no estaba en mi dedo. La mire con mis ojos hinchados. Me habían golpeado brutalmente. Dije que haría lo que me pedía sólo si me dejaba hacer algo muy especial para mí misma. ‘No vas a hacer algún símbolo político,' gritó. No, dije suavemente, ‘quiero hacerme una Estrella de David, soy judía.'
Trabajé con entusiasmo en el Maguen David, las horas pasaron como en una especie de sueño tranquilo, mi alma se sentía más ligera. El dolor físico ya no me molestaba, aunque mis dedos estaban hinchados; con sus botas los soldados me habían pisado las manos y con su palo, la torturadora, me las había golpeado.
Ahora no sentía dolor. El Maguen David tomó forma ante mis ojos, "De la Esclavitud a la Libertad: El Viaje de una Mujer durante los Años de Pinochet" lenta y hermosamente. Trabajé apasionadamente y después de cinco días estaba pronto. Brillaba como una estrella poderosa. Hacer el Maguen David me ayudó en mi sanación física y me dio fuerza espiritual para seguir adelante y sobrevivir. Al otro día fui puesta en libertad.
A pesar que estaba desnuda y fui abandonada en una carretera solitaria, todavía sujetaba al Maguen David en mi mano izquierda bien apretada. Lo sentía tibio, me dio una sensación de significado y seguridad."
La persecución me sucedió porque pensaba en forma diferente, porque luché por los oprimidos y los pobres, porque creí en un mundo donde la injusticia, la discriminación y el prejuicio no deberían existir. Trataron de convertirme en esclava. Pero yo había aprendido que:
La libertad es la fuerza y el conocimiento que nos da la posibilidad de sobrevivir las pruebas más difíciles y poder amar la vida sin que importen los sufrimientos y los desengaños.
La libertad es la paz interior en medio de la confusión exterior.
La libertad es nuestro sentimiento de verdadera identidad y pertenencia.
La libertad es luchar por y exigir el inalienable respeto por nuestros derechos como individuos y como pueblo.
Es por eso que cuento mi historia, para que mis hijos y mis nietos no olviden quiénes somos y el alto precio pagado por la libertad y la redención por muchas generaciones de nuestro pueblo en todas partes del mundo.
Fuente:
*"Una Noche de Libertad, la Hagada Latina para la Familia"; de reciente aparición,
publicada por Mishael Zión y Noam Zión, con ilustraciones de Michel Kichka, en Uruguay, Montevideo, 2011, copyright de Zion Holiday Publications, Inc., Halaila Hazeh Ltd.
http://www.hagadalatina.blogspot.com/
** Débora Delavega, pseudónimo de Ingrid Hecker Perry, es el apellido de la familia de los antepasados españoles de la autora. Este relato de la prisión es un extracto del libro: "De la Esclavitud a la Libertad: El Viaje de una Mujer durante los Años de Pinochet" que en breve será publicado, en la ciudad de Nueva York.
Por este motivo, decidimos respectar la firma del texto original.
Fuente: Revista Horizontes
1 comentario:
Mi hermosa y admirada amiga, nos regalas un relato de vida absolutamente inspirador.Gracias!.
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