Lo ocurrido en Manila da para una película de dos horas protagonizada por Denzel Washington. Reynaldo Dagsa, un concejal filipino, retrataba a la familia durante la celebración de la ruidosa Nochevieja filipina a las puertas de su casa en la localidad de Caloocan, un suburbio de Manila. No podía sospechar que ésta iba a ser la última foto que tomaría en su vida, antes de morir tiroteado y que, en una esquina de la imagen, se iba a colar el inquietante retrato de su asesino.
Cuando Reynaldo Dagsa apretó el disparador de la cámara, el criminal hizo lo mismo con el gatillo de su pistola. La imagen retrata así el instante previo a su propia muerte.
En la foto, (Philippine Daily Inquirer http://newsinfo.inquirer.net/inquirerheadlines/nation/view/20110104-312409/Caloocan-councilman-saw-death-coming , el Manilla Bulletin http://mb.com.ph/articles/296489/filipino-official-caught-murder-suspect-camera , se ve en primer plano a la suegra, a la mujer y a una hija de Dagsa, que sonríen apoyadas en un coche color champagne con las luces encendidas sin advertir lo que ocurría a sus espaldas.
En el fondo de la imagen aparece con toda nitidez un hombre joven, identificado como Michael Gonzales, que apunta en dirección a la cámara con un revólver del calibre 45. Gonzales, cuya cara está algo oscurecida por el arma, se apoya en el propio coche de la víctima para disparar.
Además, según la policía, el joven de la camiseta de tirantes que aparece en la esquina derecha también está implicado: es el observador del asesino.
Al tiempo que tomaba la foto, Dagsa recibió varios impactos de bala en el pecho y en el brazo y falleció al llegar al hospital a causa de la gravedad de las heridas.
"Cuando estaba tomando la foto de su familia en Nochevieja, el asesino apareció y sin darse cuenta tomó la foto del asesino con la pistola apuntando hacia él", ha explicado el jefe de policía local Jude Santos a la agencia de noticias AFP.
La instantánea, en la que se ve al sicario con una gorra puesta del revés, fue entregada por los familiares de la víctima a la policía, que sin mucho problema detuvo dos días después al pistolero en otro suburbio de la capital filipina y a su cómplice, Rommel Oliva, también en los alrededores de Manila pero en otra operación.
En la copia de la fotografía entregada a los medios se ha tapado la cara de los familiares, que ahora temen represalias. La violencia armada es una plaga en Filipinas, donde es fácil hacerse con un arma tanto en el mercado legal como en el negro.
Tras los arrestos de ayer, Santos ha informado de que se busca a un tercer implicado, Francis Bumjal, otro oteador que estaba también en la escena del crimen pero que no llegó a salir en la instantánea.
Santos ha precisado también que la venganza es el móvil del crimen: el principal sospechoso es un ladrón de coches que se encontraba en libertad bajo fianza y fue el propio Dagsa el que ordenó su detención el año pasado. ¿Llegó el concejal a advertir lo que estaba sucediendo, llevó a ver a su asesino y a reconocerle?
Su familia apenas ha aportado datos al respecto. Han contado que Dagsa les pidió que le despertaran antes de las campanadas para salir a la calle y disfrutar de la llegada del Año Nuevo, que en Filipinas se celebra con un aluvión de petardos.
De hecho, ellos no oyeron los disparos, que se camuflaron con el estruendo de los petardos. Solo vieron como el hombre caía al suelo herido de muerte. Lo llevaron todo lo rápido que pudieron al hospital, pero fue demasiado tarde.
Un familiar cercano ha descrito a la víctima en el Inquirer como un hombre "trabajador" y "de buen corazón" al que "no se le conocían enemigos".
Pero los tenía.
Fuente:El Pais
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