A pesar de ser la segunda metrópoli de Ucrania, los más de 50 días en guerra la han convertido en una ciudad fantasma donde reinan el silencio y la calma, hasta que los proyectiles rusos hostigan algunos de sus barrios.
Son segundos en los que el tiempo hace amago de detenerse, una sensación similar a la de presenciar un accidente de coche sin poder hacer nada. En Járkov sólo restan dos opciones: echar a correr o quedarse inmóvil. Si eres nuevo, quizás no sepas dónde resguardarte. Si naciste en esta urbe de millón y medio de habitantes –apenas queda un tercio de la población- la duda que ronda es si queda algún escondite a mano en el que cobijarse.