La ayuda humanitaria a Ucrania se ha convertido en un nuevo motivo de roce entre China y la república de Taiwán, la isla autogobernada que Pekín considera parte de su territorio y que Pekín no renuncia a unificar por la fuerza. El Gobierno chino ha acusado a Taipéi de “aprovecharse de las dificultades de otros”, después de que el Ejecutivo de la presidenta Tsai Ing-wen anunciara un nuevo envío de donaciones para los refugiados de la antigua república soviética.
Ambos lados del estrecho han reaccionado de maneras opuestas ante la invasión rusa de Ucrania. China mantiene una postura de neutralidad escorada hacia Moscú, evita condenar la guerra, atribuye la responsabilidad del conflicto a Estados Unidos y la OTAN y reclama el levantamiento de las sanciones occidentales contra Rusia.
Taipéi, por su parte, sí se ha sumado a las medidas de castigo internacionales y alega que tiene la obligación de alinearse con otras democracias. Ha impuesto restricciones a la exportación hacia Rusia de unos 20 millones de dólares en semiconductores (18 millones de euros), y ha bloqueado el acceso de los bancos de ese país al sistema Swift de pagos internacionales.
La población de la isla sigue con atención —y simpatía hacia Ucrania—, un conflicto en el que percibe algunas similitudes a sus propias circunstancias. Entre ellas ―y aunque la situación de Ucrania es muy diferente a la de Taiwán, diplomática y militarmente―, el temor a verse en algún momento invadida por un vecino mucho mayor, más poderoso y sin ningún interés en el modelo de democracia liberal occidental.
“Ucrania hoy, Taiwán mañana” es un lema que corrió por las redes sociales taiwanesas en los primeros días tras la invasión; las manifestaciones de apoyo al país de la antigua órbita soviética se han convertido en algo frecuente en las principales ciudades.
Tanto China como Taiwán han enviado ayuda a los refugiados ucranios, aunque por montos diferentes. La segunda economía del mundo, de 1.400 millones de habitantes, ha expedido alimentos y productos de primera necesidad a través de su Cruz Roja por valor de cinco millones de yuanes, o 717.000 euros, para asistir a quienes llegan a la frontera rumana o moldava.
Taiwán, con una población de 24 millones de personas, anunció a comienzos de este mes una donación de 3,5 millones de dólares (3,2 millones de euros), a los que esta semana ha declarado que añadirá otros 11,5 millones de dólares (10,4 millones de euros), que se emplearán en la frontera polaca.
La presidenta Tsai ha cedido un mes de su salario.
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