No acepta la cita para tomarle un retrato. Sí para
hablar largo y tendido, por videoconferencia, sobre la guerra de Ucrania y la
respuesta occidental, que no juzga lo suficientemente dura. Recuerda cómo
fracasó la política de apaciguamiento con Hitler. Pide aviones militares para
Kiev. Y advierte que, fría o no, Europa ya está “en guerra con Rusia”. El
exministro, autor de libros como The Firebird: The Elusive Fate of
Russian Democracy, también entona el mea culpa respecto a
ese primer Gobierno democrático en el que entró a los 39 años. El más evidente
hoy de esos errores tiene nombre propio: Vladímir Putin. Fue Yeltsin quien lo
nombró sucesor.
Pregunta. ¿Esperaba una
guerra? ¿Esta brutalidad contra la población civil con ataques
como los de Bucha?
Respuesta. No, yo sabía que los
tipos que ahora están en Moscú son muy agresivos y represivos, pero me ha
sorprendido tanta falta de escrúpulos. Es demasiado incluso para ellos. No
quería pensar que Rusia pudiera hacer cosas así, pero ya advertí de que una
respuesta débil a la agresión de Ucrania alentaría a Putin.
P. ¿Y le cree ahora capaz
de alguna agresión con armamento nuclear?
R. Un ataque con un
minimisil nuclear es posible, pero no probable. El riesgo de que esto ocurra
será mayor si Putin piensa que Occidente y la OTAN tienen más miedo de los
misiles que él. Así que pienso que la respuesta a la agresión debería ser ahora
muy fuerte, lo que incluye entregar a Ucrania las armas convencionales más
poderosas con el fin de disuadirle de poner a prueba a Occidente con una
escalada mayor. Durante 70 años los misiles nucleares no se han usado porque el
principio de disuasión no se había puesto en duda: que cualquier ataque nuclear
sería respondido de forma inmediata por el otro lado.
P. Desde que comenzó la
invasión —y Ucrania demostró una capacidad de resistencia mayor de la esperada—
los analistas no han dejado de decir que Putin necesita un relato de victoria
para poder poner fin a la guerra.
R. No se preocupe por Putin,
preocúpese por Europa. Él mantiene el control absoluto de la maquinaria de
propaganda en Rusia y puede cambiar el relato en un segundo. El pueblo ruso,
especialmente el que se informa por televisión, no tiene ni idea de lo que
realmente está pasando en Ucrania. Así que él no tiene ningún problema de
relato; de hecho, me pone enfermo cuando oigo a todos esos supuestos expertos
decir que hay que darle a Putin algún tipo de victoria que le permita salvar la
cara. En Europa hay demasiadas personas deseosas de creer cualquier señal de
Moscú que indique un paso atrás. Hay precedentes de ello en 2014. Las sanciones
[por la anexión de Crimea] fueron muy flojas y tanto [el presidente francés,
Emmanuel] Macron como otros líderes tardaron muy poco en romper la política de
aislamiento. Si ahora se sale con la suya con esta guerra bárbara, y las
sanciones se suprimen rápido, la próxima parada será algún país de la OTAN,
algún báltico, quizá Polonia. La preocupación debería ser que Occidente haya
aprendido la lección.
P. ¿Europa ha sido
demasiado complaciente con Putin en los últimos años?
R. Ni siquiera es
complacencia, se trata de una política de apaciguamiento, como la que primó
respecto a Hitler cuando atacó Polonia y Checoslovaquia. Winston Churchill
acabó diciendo: “No, ya basta, se acabó el apaciguamiento. Estamos en guerra”.
Actualmente, Europa occidental, incluyendo España, como país democrático y
civilizado, y como miembro de la OTAN, está en guerra con una Rusia agresiva.
No es una guerra caliente, como la que sucede en Ucrania, porque no están
enfrentándose directamente contra las tropas rusas, pero sí están siendo
atacados o amenazados por Rusia.
P. Quiere decir que deben aceptar que
ya están en guerra con Rusia, aunque sea otro tipo de guerra.
R. Una guerra fría no es una guerra
caliente, pero es una guerra, como lo fue la Guerra Fría.
P. ¿Y diría que esta es
una nueva guerra fría o que aquella nunca terminó?
R. Nunca terminó en las mentes de las
personas que ahora gobiernan Rusia. Es gente del KGB. Gente que no se tomó la
revolución democrática de los años noventa como una victoria para el pueblo
ruso, que es lo que fue, sino como una derrota frente a Occidente. Así que
siguen librando una guerra contra Occidente. Es una guerra fría, pero como
muestra Ucrania, puede convertirse en una guerra real para otros países de la
OTAN.
P. Usted fue uno de los
protagonistas de aquella revolución, el primer ministro de Exteriores
postsoviético. ¿Qué errores hubo en esa transición?
R. Aquello fue difícil. Todos
cometimos errores. Mi Gobierno, yo mismo, los estadounidenses, los europeos… Es
una historia complicada, no fue un solo tema. La llamada expansión de la OTAN
es un término equivocado. No era ninguna expansión. Se trataba de una serie de
democracias nuevas, liberadas de la dominación soviética, como la República
Checa, Polonia, Hungría e incluso Rumania, que llamaron a la puerta de la OTAN
para convertirse en miembros de la Alianza.
P. Creo que también conserva
sentimientos encontrados respecto a la figura de su presidente, Boris Yeltsin.
R. Él fue muy instrumental. Yo le
admiré a principios de los años noventa porque estaba en contra del comunismo
soviético y defendió con coraje el inicio de la democracia. Después de eso,
probablemente no era un líder adecuado en el momento adecuado, porque ya no era
el momento de luchar contra el viejo sistema, que es algo que él había hecho
bien, sino el momento de construir la nueva Rusia. Y ahí es donde él fracasó y
fracasamos todos. Y entonces empezó a recular más y más porque no estaba
preparado para los nuevos retos. Recuerde que él fue quien nombró a Vladímir
Putin como su sucesor. Aquello fue televisado, dijo: “Será mi sucesor. Señor
Putin, cuide de Rusia, usted es responsable de Rusia”. Así que Putin no viene
de la nada, lo seleccionó Yeltsin.
P. ¿Por qué ha ocurrido esto ahora?
¿Por qué ha lanzado Putin esta guerra?
R. Cuesta decirlo. Creo que
calcularon mal. Primero, pensaron que Ucrania era débil. Segundo, pensaron que
estaba desmoralizada. Probablemente, también creyeron que [el presidente de EE
UU, Joe] Biden era un presidente débil. Y, probablemente, Putin también pensó
que el tiempo corría en su contra y que estaba perdiendo su poder de agarre con
el suministro de petróleo y gas, porque Europa, antes de esta agresión, ya
estaba trabajando en potenciar fuentes de energía alternativas.
P. Han arreciado las críticas contra
Joe Biden por decir que Putin no debería seguir en el poder.
R. Fue un comentario emocional y no
creo que deba disculparse. Nadie habla de un cambio de régimen porque es el
pueblo ruso el que debe cambiarlo y es lo que Biden ha dejado claro muchas
veces. Pero lo que dijo es probablemente lo que todo el mundo piensa. Este tipo
está arruinando no solo Ucrania, que es un país hermano para nosotros, sino
también Rusia, desde el punto de vista económico y moral. Está creando una
nueva sociedad cerrada, autoritaria. Pero las palabras fuertes deben ir acompañadas
de acciones fuertes. Creo que es un error que los miembros de la OTAN no
proporcionen aviones militares a [el presidente ucranio, Volodímir] Zelenski
porque temen una escalada. Es ridículo. ¿Por qué Putin no teme a la OTAN? ¿Por
qué tiene miedo la OTAN? El miedo es un sentimiento malo, contraproducente para
el pensamiento racional. Cuando tienes miedo, actúas como un animal, el miedo
no es bueno para las decisiones políticas.
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