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lunes, 11 de abril de 2022

ANDREI KOZIREV: A HITLER TAMBIEN QUISIERON A APACIGUARLO Y FINALMENTE SE TERMINO EN UNA GUERRA

Cada vez que ve o escucha a Serguéi Lavrov, actual ministro de Exteriores ruso, Andréi Kozirev piensa en el mismísimo Judas. Kozirev (71 años) fue el primer canciller de la Rusia postsoviética, a principios de los años noventa, en el Gobierno de Boris Yeltsin, y nombró a Lavrov como su adjunto. “Era buena gente, políticamente estaba de mi lado y fue uno de mis colaboradores más estrechos. Ahora ha cambiado, no sé qué le ha pasado, pero ya no lo reconozco. Es como el apóstol Judas, aunque con eso no quiere decir que yo sea Jesucristo”, explica desde su domicilio en Estados Unidos de América, uno sobre el que no le gusta dar detalles habida cuenta de que se ha convertido en persona non grata para el régimen que impera en la madre patria.


No acepta la cita para tomarle un retrato. Sí para hablar largo y tendido, por videoconferencia, sobre la guerra de Ucrania y la respuesta occidental, que no juzga lo suficientemente dura. Recuerda cómo fracasó la política de apaciguamiento con Hitler. Pide aviones militares para Kiev. Y advierte que, fría o no, Europa ya está “en guerra con Rusia”. El exministro, autor de libros como The Firebird: The Elusive Fate of Russian Democracy, también entona el mea culpa respecto a ese primer Gobierno democrático en el que entró a los 39 años. El más evidente hoy de esos errores tiene nombre propio: Vladímir Putin. Fue Yeltsin quien lo nombró sucesor.

Pregunta. ¿Esperaba una guerra? ¿Esta brutalidad contra la población civil con ataques como los de Bucha?

Respuesta. No, yo sabía que los tipos que ahora están en Moscú son muy agresivos y represivos, pero me ha sorprendido tanta falta de escrúpulos. Es demasiado incluso para ellos. No quería pensar que Rusia pudiera hacer cosas así, pero ya advertí de que una respuesta débil a la agresión de Ucrania alentaría a Putin.

P. ¿Y le cree ahora capaz de alguna agresión con armamento nuclear?

R. Un ataque con un minimisil nuclear es posible, pero no probable. El riesgo de que esto ocurra será mayor si Putin piensa que Occidente y la OTAN tienen más miedo de los misiles que él. Así que pienso que la respuesta a la agresión debería ser ahora muy fuerte, lo que incluye entregar a Ucrania las armas convencionales más poderosas con el fin de disuadirle de poner a prueba a Occidente con una escalada mayor. Durante 70 años los misiles nucleares no se han usado porque el principio de disuasión no se había puesto en duda: que cualquier ataque nuclear sería respondido de forma inmediata por el otro lado.

P. Desde que comenzó la invasión —y Ucrania demostró una capacidad de resistencia mayor de la esperada— los analistas no han dejado de decir que Putin necesita un relato de victoria para poder poner fin a la guerra.

R. No se preocupe por Putin, preocúpese por Europa. Él mantiene el control absoluto de la maquinaria de propaganda en Rusia y puede cambiar el relato en un segundo. El pueblo ruso, especialmente el que se informa por televisión, no tiene ni idea de lo que realmente está pasando en Ucrania. Así que él no tiene ningún problema de relato; de hecho, me pone enfermo cuando oigo a todos esos supuestos expertos decir que hay que darle a Putin algún tipo de victoria que le permita salvar la cara. En Europa hay demasiadas personas deseosas de creer cualquier señal de Moscú que indique un paso atrás. Hay precedentes de ello en 2014. Las sanciones [por la anexión de Crimea] fueron muy flojas y tanto [el presidente francés, Emmanuel] Macron como otros líderes tardaron muy poco en romper la política de aislamiento. Si ahora se sale con la suya con esta guerra bárbara, y las sanciones se suprimen rápido, la próxima parada será algún país de la OTAN, algún báltico, quizá Polonia. La preocupación debería ser que Occidente haya aprendido la lección.

P. ¿Europa ha sido demasiado complaciente con Putin en los últimos años?

R. Ni siquiera es complacencia, se trata de una política de apaciguamiento, como la que primó respecto a Hitler cuando atacó Polonia y Checoslovaquia. Winston Churchill acabó diciendo: “No, ya basta, se acabó el apaciguamiento. Estamos en guerra”. Actualmente, Europa occidental, incluyendo España, como país democrático y civilizado, y como miembro de la OTAN, está en guerra con una Rusia agresiva. No es una guerra caliente, como la que sucede en Ucrania, porque no están enfrentándose directamente contra las tropas rusas, pero sí están siendo atacados o amenazados por Rusia.

P. Quiere decir que deben aceptar que ya están en guerra con Rusia, aunque sea otro tipo de guerra.

R. Una guerra fría no es una guerra caliente, pero es una guerra, como lo fue la Guerra Fría.

P. ¿Y diría que esta es una nueva guerra fría o que aquella nunca terminó?

R. Nunca terminó en las mentes de las personas que ahora gobiernan Rusia. Es gente del KGB. Gente que no se tomó la revolución democrática de los años noventa como una victoria para el pueblo ruso, que es lo que fue, sino como una derrota frente a Occidente. Así que siguen librando una guerra contra Occidente. Es una guerra fría, pero como muestra Ucrania, puede convertirse en una guerra real para otros países de la OTAN.

P. Usted fue uno de los protagonistas de aquella revolución, el primer ministro de Exteriores postsoviético. ¿Qué errores hubo en esa transición?

R. Aquello fue difícil. Todos cometimos errores. Mi Gobierno, yo mismo, los estadounidenses, los europeos… Es una historia complicada, no fue un solo tema. La llamada expansión de la OTAN es un término equivocado. No era ninguna expansión. Se trataba de una serie de democracias nuevas, liberadas de la dominación soviética, como la República Checa, Polonia, Hungría e incluso Rumania, que llamaron a la puerta de la OTAN para convertirse en miembros de la Alianza.

P. Creo que también conserva sentimientos encontrados respecto a la figura de su presidente, Boris Yeltsin.

R. Él fue muy instrumental. Yo le admiré a principios de los años noventa porque estaba en contra del comunismo soviético y defendió con coraje el inicio de la democracia. Después de eso, probablemente no era un líder adecuado en el momento adecuado, porque ya no era el momento de luchar contra el viejo sistema, que es algo que él había hecho bien, sino el momento de construir la nueva Rusia. Y ahí es donde él fracasó y fracasamos todos. Y entonces empezó a recular más y más porque no estaba preparado para los nuevos retos. Recuerde que él fue quien nombró a Vladímir Putin como su sucesor. Aquello fue televisado, dijo: “Será mi sucesor. Señor Putin, cuide de Rusia, usted es responsable de Rusia”. Así que Putin no viene de la nada, lo seleccionó Yeltsin.

P. ¿Por qué ha ocurrido esto ahora? ¿Por qué ha lanzado Putin esta guerra?

R. Cuesta decirlo. Creo que calcularon mal. Primero, pensaron que Ucrania era débil. Segundo, pensaron que estaba desmoralizada. Probablemente, también creyeron que [el presidente de EE UU, Joe] Biden era un presidente débil. Y, probablemente, Putin también pensó que el tiempo corría en su contra y que estaba perdiendo su poder de agarre con el suministro de petróleo y gas, porque Europa, antes de esta agresión, ya estaba trabajando en potenciar fuentes de energía alternativas.

P. Han arreciado las críticas contra Joe Biden por decir que Putin no debería seguir en el poder.

R. Fue un comentario emocional y no creo que deba disculparse. Nadie habla de un cambio de régimen porque es el pueblo ruso el que debe cambiarlo y es lo que Biden ha dejado claro muchas veces. Pero lo que dijo es probablemente lo que todo el mundo piensa. Este tipo está arruinando no solo Ucrania, que es un país hermano para nosotros, sino también Rusia, desde el punto de vista económico y moral. Está creando una nueva sociedad cerrada, autoritaria. Pero las palabras fuertes deben ir acompañadas de acciones fuertes. Creo que es un error que los miembros de la OTAN no proporcionen aviones militares a [el presidente ucranio, Volodímir] Zelenski porque temen una escalada. Es ridículo. ¿Por qué Putin no teme a la OTAN? ¿Por qué tiene miedo la OTAN? El miedo es un sentimiento malo, contraproducente para el pensamiento racional. Cuando tienes miedo, actúas como un animal, el miedo no es bueno para las decisiones políticas.

 

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