«Mi querida madre, por fin puedo escribirte algunas líneas dentro de todo el ajetreo y bullicio de esta vida. Me ha alegrado mucho recibir tu carta y saber que estáis bien. La enviaste el día 12 y no la recibí hasta ayer, para que te hagas una idea del tiempo que ha tardado en llegarme. La razón es que no permanecemos muchos días en un mismo lugar, pero me hace muy feliz recibir tu carta, puesto que no nos llegan muchas noticias hasta aquí. Qué curioso... no es muy divertido estar en la guerra y no saber qué está pasando. Por favor, no te preocupes por mí. Lo superaré todo bien».
Así comenzaba la carta que un desconocido soldado británico escribió a su familia, desde Dunkerque , el 26 de mayo de 1940, hace hoy justo 80 años. Se llamaba Harry Cole y había aprovechado un pequeño descanso de los bombardeos para escribir unas líneas tranquilizadoras a sus padres y hermanos, puesto que hacía muchos días que no tenían noticias suyas. «No te preocupes por mí. Lo superaré», aseguraba, pero tres días después recibía un disparo en la cabeza que acababa con su vida de manera fulminante. Tenía 30 años.
La familia no supo que le había pasado hasta un tiempo después y, además, jamás recibió aquella misiva redactada justo el día que comenzaba la batalla de Dunkerque, una de las más sangrientas de aquellos primeros compases de la Segunda Guerra Mundial . Esta se perdió cuando las tropas británicas fueron evacuadas en la famosa Operación Dinamo y fue a parar a un cuartel local para que los censores la revisaran y se aseguraran de que no contenían secretos militares. Tras desechar el peligro, fue encontrada por un oficial del Tercer Reich en un camión abandonado, junto a otras 50 cartas más, que se llevó al trastero de su casa.
En 1968 decidió entregárselas a la embajada británica en Bonn y esta las remitió a la Asociación del Regimiento Suffolk, en Bury St Edmunds. Allí empezaron a buscar a los destinatarios, pero con la de Harry no hubo suerte. Estuvo guardada durante décadas en su archivo, hasta que una trabajadora nueva de la asociación que vive de Hasketon, el pequeño pueblo del condado de Suffolk de los Cole, reconoció el apellido. Conocía a Clemmie Cole, un carpintero retirado de 87 años, y fue a preguntarle sobre su familia. Entonces descubrió que su hermano mayor había muerto en la Segunda Guerra Mundial y se llamaba, efectivamente, Harry.
El espíritu de Harry
Hace unos días, ocho décadas después de que fuera escrita, la carta llegó por fin a su destino. De toda la familia solo han podido leerla Clemmie, que aún reside en la vivienda familiar de sus padres junto a su esposa Joy, y su otro hermano, Derek, de 89, que vive muy cerca. El resto ya ha fallecido. «Me emocioné mucho cuando leí las últimas palabras escritas por Harry», comentó el primero al diario «The Sun» , donde recordó también que su madre contó durante toda la vida que, el día que murió su hijo por el disparo de aquel francotirador nazi, vio su «espíritu merodeando por la casa». Harry Cole - East Anglia New Service
Cuando Harry murió, el 29 de mayo de 1940, las cosas no andaban muy bien para los aliados en Francia. Solo hacía 15 días que el presidente francés, Paul Reynaud, había despertado a su homólogo británico con una llamada urgente, a las 7.30 de la mañana, en el 10 de Downing Street. Winston Churchill , que nunca fue un hombre muy madrugador, aún dormía, y tardó un poco en ponerse al teléfono. Las primeras palabras de Reynaud le sobresaltaron y terminaron por despertarle: «Hemos sido derrotados. Hemos perdido la batalla».
La reacción inmediata de Churchill fue intentar tranquilizarle. La ofensiva nazi había comenzado solo cinco días antes y seguro que las cosas no iban tan mal, pensó, pero el 20 de mayo, medio millón de soldados británicos, franceses y belgas se encontraron bloqueados dentro de una pequeña zona costera que se extendía desde Calais hasta Ostende, al oeste de Francia. A medio camino entre aquellas dos ciudades estaba el puerto de Dunkerque, donde estaba Harry Cole.
El respiro de la guerra
Él y el resto de tropas que se encontraban dentro de ese enclave gozaron de un inesperado respiro el 24 de mayo, cuando las columnas de carros de combate germano hicieron un alto para permitir que la infantería les diera alcance. Fue ese el momento cuando nuestro protagonista aprovechó para escribir a su madre. Sin embargo, al día siguiente comenzó la ofensiva de los nazis y la mencionada Operación Dinamo, con el objetivo de embarcar y rescatar en las costas de Dunkerque al máximo número de soldados posibles. Lo consiguieron con 338.000, según los datos de Craig L. Symonds en «La Segunda Guerra Mundial en el mar: Una historia global» (La Esfera de los Libros, 2019), pero Cole no estaba entre ellos. Había seguido combatiendo con la Fuerza Expedicionaria Británica en el Primer Batallón del Regimiento de Suffolk, donde encontró la muerte tres días después.
Clemmie recordaba esta semana en el «Daily Mail» el día que llegó de la escuela y se encontró a su madre llorando por el telegrama que acababa de recibir, donde se informaba que su hijo Harry había desaparecido en una acción de guerra. «Ha sido un shock recibir la carta después de tanto tiempo. Me conmovió leer sus palabras, sabiendo que fue asesinado solo un par de días después de haberlas escrito. Mi madre tenía siete hijos. Harry era el mayor y, también, el favorito. Era un chico muy tranquilo y, aparentemente, aquella no era una vida para él, pero no podía abandonarla», cuenta.
«Ella solía decir que odiaba al ejército –añade–. Un día, cuando yo era niño, ella dijo de repente que había visto el rostro de Harry en la ventana de su habitación, durante la noche. Incluso le dijo a mi padre que se levantara a mirarlo, pero se había ido. Siempre pensó que aquella aparición era el espíritu de mi hermano visitando la casa justo el día que lo mataron».
Los hermanos en la guerra
Harry no fue el único Cole que combatió en la Segunda Guerra Mundial. La familia estuvo marcada por ella de manera dramática. Otro de los hermanos, Wilfred, sirvió también en el Regimiento de Suffolk y pasó tres años y medio como prisionero de los japoneses, después de la caída de Singapur. Un tercero, Alfred, sirvió en la Royal Navy antes de ser enviado a Australia en 1945, donde desertó. Allí cambió de identidad y tardó una década en escribir a su familia y comunicarles que estaba vivo, casado y con dos hijos. Y un cuarto, Stan, también sirvió en la Royal Navy, pero después de la guerra se fue a vivir a Londres y tampoco contactó con sus padres ni sus hermano en el resto de su vida.
La carta de Harry Cole y otras escritas durante la guerra más desvastadora de la historia de la humanidad, se encuentran ahora en una exposición llamada «Con amor, desde Dunkerque» , organizada por Suffolk Archives y Suffolk Artlink. «Es una historia sorprendente que demuestra la importancia y la naturaleza personal de nuestros archivos. Son cartas muy conmovedoras. Uno solo puede imaginar las dificultades y la angustia que estos soldados y sus familias debieron soportar. Es alentador pensar que ahora podemos ayudar a que algunas de ellas llenen ese vacío leyendo unas cartas que ni siquiera sabían que existían hasta ahora», declaró el concejal de Patrimonio Histórico del Condado de Suffolk, Paul West.
Harry no fue el único Cole que combatió en la Segunda Guerra Mundial. La familia estuvo marcada por ella de manera dramática. Otro de los hermanos, Wilfred, sirvió también en el Regimiento de Suffolk y pasó tres años y medio como prisionero de los japoneses, después de la caída de Singapur. Un tercero, Alfred, sirvió en la Royal Navy antes de ser enviado a Australia en 1945, donde desertó. Allí cambió de identidad y tardó una década en escribir a su familia y comunicarles que estaba vivo, casado y con dos hijos. Y un cuarto, Stan, también sirvió en la Royal Navy, pero después de la guerra se fue a vivir a Londres y tampoco contactó con sus padres ni sus hermano en el resto de su vida.
La carta de Harry Cole y otras escritas durante la guerra más desvastadora de la historia de la humanidad, se encuentran ahora en una exposición llamada «Con amor, desde Dunkerque» , organizada por Suffolk Archives y Suffolk Artlink. «Es una historia sorprendente que demuestra la importancia y la naturaleza personal de nuestros archivos. Son cartas muy conmovedoras. Uno solo puede imaginar las dificultades y la angustia que estos soldados y sus familias debieron soportar. Es alentador pensar que ahora podemos ayudar a que algunas de ellas llenen ese vacío leyendo unas cartas que ni siquiera sabían que existían hasta ahora», declaró el concejal de Patrimonio Histórico del Condado de Suffolk, Paul West.
La carta completa dice así:
«Mi querida madre, por fin puedo escribirte algunas líneas dentro de todo el ajetreo y bullicio de esta vida. Me ha alegrado mucho recibir tu carta y saber que estáis bien. La enviaste el día 12 y no la recibí hasta ayer, para que te hagas una idea del tiempo que ha tardado en llegarme hasta mí. La razón es que no permanecemos muchos días en un mismo lugar, pero me ha puesto muy feliz recibir tu carta, puesto que no nos llegan muchas noticias hasta aquí. Qué curioso... no es muy divertido estar en la guerra y no saber qué está pasando. Por favor, no te preocupes por mí. Lo superaré todo bien.
Por favor, no te preocupes por mí, lo superaré bien.
¿Entonces Stan piensa unirse? Yo no me molestaría si fuera él. Debería esperar hasta que le llamen. De todos modos, puedes decirle que se unirá cualquier cosa menos a Infantería.
¿Qué pensaste de que los Jerry llegaran a Francia? Creo que pronto estarán huyendo de allí y, cuando eso suceda, nada les impedirá regresar a Alemania rápidamente. El número de Hitler está ya reservado y creo que el día que atrapen deberían asarlo vivo.
Bueno, mamá, papá y niños, creo que debo dejar de escribir una vez más. Espero que todos sigáis bien y que podáis salir adelante cuando todo esto termine. Espero que podamos volver a descansar. Que vuelva la paz y la tranquilidad de nuevo.
No te preocupes si, a veces, tienes que esperar mucho tiempo para recibir una carta mía, ya que muchas veces no podemos escribir durante días. También hay demoras para dejar el correo, así que, hasta la próxima, Cheerio. Mucho amor a todos, Harry.»
«Mi querida madre, por fin puedo escribirte algunas líneas dentro de todo el ajetreo y bullicio de esta vida. Me ha alegrado mucho recibir tu carta y saber que estáis bien. La enviaste el día 12 y no la recibí hasta ayer, para que te hagas una idea del tiempo que ha tardado en llegarme hasta mí. La razón es que no permanecemos muchos días en un mismo lugar, pero me ha puesto muy feliz recibir tu carta, puesto que no nos llegan muchas noticias hasta aquí. Qué curioso... no es muy divertido estar en la guerra y no saber qué está pasando. Por favor, no te preocupes por mí. Lo superaré todo bien.
Por favor, no te preocupes por mí, lo superaré bien.
¿Entonces Stan piensa unirse? Yo no me molestaría si fuera él. Debería esperar hasta que le llamen. De todos modos, puedes decirle que se unirá cualquier cosa menos a Infantería.
¿Qué pensaste de que los Jerry llegaran a Francia? Creo que pronto estarán huyendo de allí y, cuando eso suceda, nada les impedirá regresar a Alemania rápidamente. El número de Hitler está ya reservado y creo que el día que atrapen deberían asarlo vivo.
Bueno, mamá, papá y niños, creo que debo dejar de escribir una vez más. Espero que todos sigáis bien y que podáis salir adelante cuando todo esto termine. Espero que podamos volver a descansar. Que vuelva la paz y la tranquilidad de nuevo.
No te preocupes si, a veces, tienes que esperar mucho tiempo para recibir una carta mía, ya que muchas veces no podemos escribir durante días. También hay demoras para dejar el correo, así que, hasta la próxima, Cheerio. Mucho amor a todos, Harry.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario