El turoperador británico Thomas Cook, el segundo mayor del mundo y el más antiguo, se declaró ayer lunes en quiebra tras fracasar las negociaciones de emergencia que durante el fin de semana llevaba a cabo con su principal accionista, el grupo inversor chino Fosun, y sus acreedores para una inyección de capital que le permitiese seguir operando.
El acuerdo no llegó, con lo que el turoperador, que emplea a 22.000 personas —9.000 en Gran Bretaña—, se vio obligado a pedir la “liquidación obligatoria” y la Autoridad británica de Aviación Civil (CAA) informaba de que Thomas Cook "ha cesado todas sus operaciones con efecto inmediato", dejando a 600.000 turistas afectados por todo el mundo —150.000 británicos varados este mismo lunes en distintos destinos, entre ellos unos 70.000 en España—. El Gobierno británico puso en marcha una gran operación de repatriación —la mayor desde la segunda Guerra Mundial— para traer de vuelta a los clientes con vuelos hacia Reino Unido.
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