Su interlocutor era Omar Abdulaziz, un activista saudí de 27 años afincado en Montreal (Canadá). "Cuantas más víctimas 'se come', más quiere", decía Khashoggi en uno de esos mensajes. "Le encanta la fuerza, la opresión y necesita mostrarlas. Es como una bestia "pac-man", continua en ese mensaje.
Abdulaziz, en declaraciones a la CNN, ha asegurado que "el hackeo de mi teléfono ha tenido una importancia muy grande en lo que le ha pasado a Jamal, aunque me de mucha pena reconocerlo". "La culpa me está matando", ha reconocido.
Un ejército on-line para luchar contra la propaganda saudí
Abdulaziz comenzó a ser crítico con Arabia Saudí cuando estudiaba en la Universidad en Canadá. En 2014, el país le ofreció asilo y fue en 2017 cuando recibió la residencia permanente.
Según la CNN, Abdulaziz y Khashoggi hablaron "casi todos los días" entre el 27 de octubre de 2017 y agosto de este año. En esas conversaciones hablaban de crear un "ejército de jóvenes" saudíes para "desenmascarar" la propaganda estatal del país en las redes sociales. Esto lo harían aprovechando los 341.182 seguidores de Abdulaziz en Twitter.
Esta iniciativa surgió a partir de unas conversaciones en las que brotó la idea de crear un portal para denunciar los incumplimientos de los derechos humanos en el país. También hablaron de crear "cortos documentales" para distribuirlos en Internet. "No tenemos parlamento; solo tenemos Twitter", decía Abdulaziz. "Twitter es la única herramienta que están utilizando (el Gobierno Saudí) para luchar y propagar rumores", añadía.
"Te he enviado una pequeña idea del trabajo del "ejercito electrónico" (como lo llamaban), le dijo al periodista en una de las conversaciones, a lo que este respondió: "Hay que hacer algo". "A veces me afectan sus ataques y sus tuits llenos de odio", añadió.
El hackeo
A principios de agosto, Abdulaziz le manda un mensaje a Jamal Khashoggi alertándole de que ha habido detenciones y registros a gente que participaba en este proyecto. "Ha tenido que haber una brecha. Me alegro de que estés en el extranjero y estés seguro", le decía al periodista. "Dios nos ayude... -le contestaba él- tú estás en Canadá, que es un santuario", se alegraba Khashoggi.
Un laboratorio de la Universidad de Canadá descubrió que su teléfono móvil había sido hackeado por un sistema de grado militar. Según Bill Marczak, investigador en este laboratorio, este software habría sido desarrollado por la firma israelí NSO Group y desplegada desde el gobierno saudí. Otros dos activistas saudíes también habrían sido víctimas de este hackeo.
En un comunicado, la empresa israelí ha dicho que "nuestros productos tienen experiencia en ayudar a gobiernos a prevenir atentados suicidas o capturar a narcotraficantes". Han añadido que "si hay sospechas de un mal uso del mismo, lo investigaremos y tomaremos las acciones pertinentes".
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