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miércoles, 2 de mayo de 2018

FINLANDIA: TERMINEMOS CON EL DINERO ENTREGADO SIN PEDIR UN TRABAJO A CAMBIO

Durante más de un año, Finlandia ha probado la propuesta que asegura que la mejor manera de aumentar las fortunas económicas podría ser la más sencilla: regalar dinero sin reglas ni restricciones a la manera en que la gente lo utiliza. El experimento del país europeo con el llamado ingreso básico universal ha llamado la atención del mundo entero, ya que podría ser una manera promisoria de restaurar la seguridad económica en una época de preocupación por la desigualdad y la automatización.

Ahora, el experimento está terminando. El gobierno finlandés ha optado por no mantener el financiamiento más allá de este año, un reflejo del descontento público ante la idea de repartir la generosidad gubernamental sin el requisito de que sus receptores busquen trabajo.

En realidad, este año, Finlandia dio marcha atrás en ese frente, pues adoptó reglas que amenazan con recortar los beneficios para las personas sin empleo a menos que busquen trabajo de forma activa o se involucren en el adiestramiento laboral.

“Es una lástima que termine de este modo”, opinó Olli Kangas, quien supervisa investigaciones en Kela, una agencia del gobierno finlandés que administra muchos de los programas de asistencia pública y que ha tenido un papel significativo en el experimento del ingreso básico. “El gobierno ha escogido un camino completamente distinto. El ingreso básico es incondicional. Ahora, hay una búsqueda de condiciones”.

El cierre del proyecto en Finlandia no implica que sea el fin del interés en la idea. Se están realizando o explorando otras pruebas en el área de la bahía de San Francisco, la provincia canadiense de Ontario, en Holanda y Kenia.

En una buena parte del mundo, el concepto del ingreso básico mantiene su atractivo de ser un mecanismo que sirve para repartir la recompensa del capitalismo global de una forma más justa al mismo tiempo que tranquiliza a los trabajadores respecto de la amenaza de que los robots y la inteligencia artificial ocupen sus trabajos.

No obstante, la decisión que tomó el gobierno finlandés de detener el experimento a finales de 2018 resalta un desafío para la concepción misma del ingreso básico. A muchas personas en Finlandia —y en otras latitudes— les fastidia la idea de regalar dinero sin pedir que la gente trabaje.

“Es problemático que los jóvenes no tengan educación secundaria y que los informes demuestren que ellos no buscan trabajo”, afirmó Heikki Hiilamo, un profesor de Política Social de la Universidad de Helsinki. “Se teme que el ingreso básico provoque que se queden en casa jugando en la computadora”

Con el experimento de ingreso básico universal de Finlandia, dos mil personas desempleadas elegidas al azar recibieron mensualmente 560 euros (685 dólares) que podían gastar como desearan. CreditJanne Körkkö para The New York Times

Los objetivos de Finlandia han sido modestos y pragmáticos. El gobierno tenía la esperanza de que el ingreso básico pusiera a más gente en el mercado laboral para revivir una economía débil.

Debido a la manera en que funciona el programa tradicional de desempleo de Finlandia, las personas que no tienen trabajo no buscan puestos temporales ni comenzar negocios, porque al tener un ingreso adicional corren el riesgo de perder sus beneficios.

La prueba con el ingreso básico, la cual comenzó a inicios de 2017 y continuará hasta finales de este año, ha otorgado salarios mensuales de 560 euros (685 dólares) a una muestra aleatoria de dos mil personas desempleadas cuyas edades oscilan entre los 25 y los 58 años. Los beneficiarios han podido hacer lo que han querido —crear empresas, buscar trabajos alternativos, tomar clases—, pues tienen la garantía de que seguirán recibiendo los estipendios de todas formas.

El gobierno finlandés estaba entusiasmado por ver qué harían las personas en esas circunstancias. Se espera que la información se divulgue el próximo año, para que los académicos tengan la oportunidad de analizar los resultados del experimento.

Mientras tanto, Finlandia ya empezó a considerar una renovación más amplia de los programas de servicios sociales. Está estudiando una nueva forma de política de asistencia social que se está llevando a cabo en el Reino Unido: el llamado “crédito universal”, en el cual se combinan los programas de ayuda gubernamental existentes en el pago de una suma total al mes.

“El sistema de seguridad social está fragmentado y tiene mucha burocracia”, afirmó Liisa Heinamaki, quien supervisa un proyecto que explora mecanismos para reorganizar ese sistema. “Aún no se acaba la discusión sobre el ingreso básico, pero se volvió parte de una discusión más amplia”.

En el Reino Unido, el cambio al crédito universal tiene a muchos pobres tambaleándose, pues no cuentan con una buena parte del apoyo gubernamental mientras esperan que sus casos cambien al nuevo sistema. Los beneficios han aumentado para algunas personas, pero muchos beneficiarios han terminado con menos.

En Finlandia, donde la red de seguridad social es famosa por su generosidad, una estructura como la británica podría resultar precisamente en lo que el ingreso básico se supone que debe dar: la garantía de que cada miembro de la sociedad tenga la certeza de contar con sustento y techo.

Esta podría ser la razón principal por la que el ingreso básico ha perdido impulso en Finlandia: en realidad es redundante.

El Estado provee la atención médica. La educación universitaria es gratuita. Las personas que no tienen trabajo obtienen generosos beneficios de desempleo y tienen acceso a algunos de los programas de capacitación más eficaces del planeta.

“En un sentido, Finlandia ya cuenta con un ingreso básico”, señaló Hiilamo, el profesor de Política Social.


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