En la floresta de Bialowieza, con una extensión de 150.000 hectáreas entre Polonia y Bielorrusia, están los últimos bisontes europeos salvajes. Considerado patrimonio mundial de la Unesco, es uno de los últimos bosques vírgenes del Viejo Continente. También el hogar de 20.000 especies de animales, abetos y fresnos de 50 metros de altura. Hace varios meses que las autoridades polacas han emprendido una campaña de tala de varias de sus zonas no protegidas pese a las críticas de científicos, organizaciones ecologistas y de la Comisión Europea, que alertan de que puede provocar la destrucción irreversible del bosque. Hace unos días, el Tribunal Europeo de Justicia ordenó a Polonia que suspendiese de forma inmediata la explotación de la floresta, pero el gobierno ultraderechista de Ley y Justicia (PiS) ha decidido desoír la sentencia y continuar la tala.
El del bosque virgen de Bialowieza es uno más de los varapalos de la UE que el Ejecutivo de Beata Szydlo se afana en ignorar. Bruselas, que interpuso ante el Tribunal de Justicia Europeo un recurso contra Polonia por la tala de la histórica floresta, abrió la semana pasada otro procedimiento de infracción al gigante del Este por sus reformas para politizar la justicia y le ha dado un mes de plazo para dar marcha atrás en ese último capítulo de su deriva autoritaria; si no, amenaza con retirarle sus derechos de voto en la UE. Pero embarcado en un discurso cada vez más nacionalista y euroescéptico, el gobierno del PiS afirma que está siendo objeto de un "chantaje" de la UE y que no cederá.
Ahora también se ha enrocado en sus planes para el ecosistema de Bialowieza. "Estamos actuando de acuerdo con las leyes de la UE", afirmó este lunes el ministro de Medio Ambiente, Jan Szyszko, que recalcó que las talas sólo se están realizando de manera selectiva y en zonas no protegidas. El titular de Medio Ambiente se mostró sorprendido por la sentencia europea —todavía es provisional—, que exige el cese de las talas por "el grave e irreparable daño que podrían causar a un entorno natural que no tiene precio".
Szyszko defendió que las autoridades polacas están llevando a cabo las "medidas de protección" necesarias para detener la que ha considerado "la mayor plaga de escarabajo en décadas". Exhibiendo un frasco lleno de estos insectos provenientes, dijo, de Bialowieza, afirmó que suspender la tala puede llegar a costar unos 500.000 euros en daños ambientales. No obstante, no presentó ningún dato o informe oficial para sustentar su tesis.
Manifestación en Cracovia contra las talas en Bialowieza, el pasado 4 de julio. Efe
La Comisión Europea ha exigido este lunes al Gobierno del PiS que cese la tala y acate la sentencia, aunque sea provisional. También lo han hecho decenas de grupos ambientalistas, que dudan del argumento del Gobierno polaco, al que acusan de aprovechar la destrucción del bosque —declarado reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1976 y Patrimonio de la Humanidad en 1979— para favorecer a la industria maderera y de tratar de asegurarse votos en la zona, donde gran parte de la población halla trabajo en este sector. En marzo, poco antes de ordenar la tala, el PiS triplicó la cuota de madera que puede recogerse en una de las tres áreas de Bialowieza.
Organizaciones como Greenpeace, WWF o ClientEarth, que llevan movilizándose durante meses, consideran ilegal la explotación del milenario bosque y exigen que todo el área sea considerada zona protegida; como en Bielorrusia. Defienden que el escarabajo no supone ningún peligro para el bosque. "Es un habitante frecuente y natural que ha existido siempre en la floresta", afirma Katarzyna Jagiello, de Greenpeace.
Hace menos de un mes, la Unesco mostró también su preocupación por la destrucción del bosque y exigió el cese de las talas. Este organismo se plantea, de hecho, incluir la floresta en su lista de sitios "patrimonio de la humanidad en peligro" y afirmó que enviará un equipo de expertos a evaluar la zona, donde las movilizaciones ecologistas se han convertido en habituales, aunque los ambientalistas denuncian que los guardas del parque y las autoridades se han vuelto cada vez más hostiles. Un fotoperiodista polaco denunció hace unos días una agresión por parte de dos obreros de una de las compañías maderera cuando trataba de ver el avance de las talas en el bosque, uno de los territorios por los que Polonia recibe fondos europeos destinados a la conservación de la flora y la fauna.
Fuente: El País de M.
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