Los llamados gusanos de miel o de cera son los grandes enemigos de las colmenas: destruyen sus panales y se comen la miel, pero su voracidad podría ser útil, de acuerdo a un descubrimiento, realizado por Federica Bertocchini, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), junto a científicos de la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña), se publica en Current Biology.
Cada año se fabrican en todo el mundo más de 80 millones de toneladas de polietileno, un plástico muy resistente y difícil de degradar.
Las bolsas de la compra, por ejemplo, fabricadas con polietileno de baja densidad, tardan cerca de 100 años en descomponerse, mientras que las más densas y resistentes pueden llegar a tardar hasta 400 años en desaparecer.
De media, cada persona utiliza anualmente más de 230 bolsas de plástico, lo que genera más de 100.000 toneladas de residuos.
Actualmente, esta clase de plásticos se queman o se degradan con procesos químicos que además de ser largos son agresivos con el medio ambiente, ya que para su degradación química se emplean líquidos corrosivos como el ácido nítrico.
"El plástico es un problema mundial. Algunos, como el de las botellas de plástico se recicla en parte pero la mayoría acaban en vertederos y en los océanos formando inmensas islas como la del Pacífico que no se destruyen", explicó a Efe Bertocchini, investigadora en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (norte).
Pero la solución a este grave problema medioambiental podría estar en la naturaleza, subraya Bertocchini, quien descubrió la habilidad de los gusanos de cera casi por accidente.
"Yo soy apicultora aficionada y un día, limpiando las colmenas, descubrí los gusanos. Los puse en una bolsa de plástico y veinte minutos después estaba llena de agujeros. En ese mismo instante supe que esos insectos eran algo muy especial", asegura.
Con ayuda de Paolo Bombelli y Chris Howe, la investigadora hizo gran cantidad de comprobaciones porque "era esencial comprobar que los gusanos no se habían limitado a comerse la bolsa sino que la habían degradado con un proceso químico y a gran velocidad. Era algo realmente impresionante".
El hallazgo, que ya ha sido patentado por los investigadores, es importante porque permitirá estudiar el mecanismo molecular que usa el gusano de cera (Galleria mellonella) para destruir el plástico.
Los investigadores aún no saben cómo se produce la biodegradación que podría deberse a una bacteria que vive en simbiosis en el intestino del gusano o una enzima, una molécula generada por el insecto. De ser así, el objetivo sería aislar la molécula e intentar reproducirla en el laboratorio para fabricarla a escala industrial", apunta la investigadora.
Si los investigadores fuesen capaces de aislar y producir esta molécula, podría emplearse para biodegradar en los vertederos millones de toneladas de plástico y evitar que se acumulen en el medio ambiente. "Podríamos empezar a eliminar de forma eficaz este material tan resistente", subraya Bertocchini.
Para la investigadora, no obstante, "lo más bonito es que este hallazgo lo hemos encontrado en la naturaleza. Para nosotros es impactante que la propia naturaleza nos pueda dar la solución al grave problema medioambiental de los plásticos". EFE
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