Utilizadas desde el Antiguo Egipto, estas aves tienen una especie de brújula y reloj interno, se guían por su olfato y cerca de casa buscan puntos de referencia naturales y artificiales que ya conocen para orientarse.
Estudios hechos en Inglaterra han llegado a la conclusión de que las palomas mensajeras siguen calles, caminos, rotondas, carreteras, aun si eso significa que tengan que hacer un recorrido más largo. Además, toman rutas más eficientes si trabajan en pareja, lo que significa que son lo suficientemente inteligentes como para tomar una mejor ruta si otro compañero se la sugiere.
En largas distancias, calculan la dirección hacia la que deben volar comparando la dirección del sol con su reloj interno. En los estudios se vio que si se mantenía a las aves bajo luz artificial se modifica el cálculo de las distancias de las mismas, haciendo que vuelen en direcciones incorrectas.
Otro experimento –bastante cruel, por cierto– consistía en cortar diversos nervios de las palomas mensajeras para conocer cómo se guiaban de regreso a casa. Al cortar los nervios que conectaban el sentido del olfato, las aves se perdían, por lo que podemos deducir que las palomas mensajeras se guían en casa por el olfato. También tienen dos brújulas internas situadas cerca de la nariz y los ojos que les ayudan a calcular los campos magnéticos de la Tierra.
Elementos similares se han encontrado en otros animales, como en los hocicos de las truchas arcoiris, en las gallinas, los pájaros cantores y las mariposas monarcas se guían por patrones de luz polarizada, y los animales marinos utilizan características topográficas del suelo marino, sonares y campos eléctricos.
También se ha visto que estas aves no son infalibles, y que en ocasiones pueden despistarse, anular su vuelo y no saber cómo volver a casa. Eso se debe a que las palomas mensajeras se guían también por ultrasonido, y las interrupciones de esta onda inaudible para el oído humano hacen que se despisten por momentos.
Este problema no tiene nada que ver con las brújulas internas, sino con el sonido. Las palomas pueden oír sonidos tan bajos como 0,05 hertz. Pero la topografía y las condiciones atmosféricas pueden afectar la forma en que las palomas escuchan, haciendo que se pierdan. Son las palomas más jóvenes e inexpertas las que tienen mayores problemas en estas ocasiones, mientras que las de mayor edad se reorientan más rápido.
Fuente: OjoCientífico
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