¿Puede el Estado Islámico -anteriormente conocido como ISIS-, el pequeño pero fanático ejército yihadista que controla grandes territorios de Siria e Irak, gobernar en las tierras que ha conquistado? Desde principios de junio, ISIS ha salido de su feudo en el este de Siria para hacerse con Mosul, la segunda ciudad de Irak, avanzar a lo largo del valle del Éufrates, amenazar Tikrit -el sitio natal de Sadam Hussein- y llegar a los márgenes de la mismísima Bagdad. Además, en los últimos días llevaron su campaña al norte de Líbano, en la frontera con Siria.
En los territorios conquistados, los militantes de ISIS, vestidos siempre de negro y con la cara tapada por un pasamontañas, han impuesto una versión draconiana de la sharia o ley islámica, lo que ha provocado la huida de miles de personas, convertidas en refugiados.
Los analistas señalan que una cosa es hacerse con un territorio y otra muy distinta ser capaz de gobernarlo.
Pero dados los problemas internos y debilidades de los estados de Siria e Irak, no hay señales de que ISIS vaya a ser desalojado pronto. Entonces, ¿están o no en condición de gobernar?
Hay que considerar muchos factores: el apoyo de las tribus locales, la viabilidad económica, el acceso a combustible y agua; las percepciones existentes sobre su autoridad religiosa y la de su líder y auto-nombrado califa, Abu Bakr al-Baghdadi; y, finalmente, si es verdad que ISIS quiere abarcar más de lo que puede.
Hasta ahora, ISIS ha cosechado éxitos militares espectaculares en poco tiempo, gracias a la combinación del miedo que suscita y su potencia de fuego.
Aunque desapareciera mañana, es poco probable que los historiadores militares olviden el efecto de la campaña psicológica puesta en marcha por ISIS para aterrorizar a sus oponentes, que incluye inundar las redes sociales con imágenes espantosas y videos de las cosas horribles que pueden sucederle a sus contrincantes.
El espectáculo de las decapitaciones, crucifixiones y ejecuciones sumarias, acompañadas por macabros comentarios, fue suficiente para que fuerzas de seguridad iraquíes, ya por lo general poco motivadas, abandonasen sus armas y huyesen en junio pasado.
Pero ISIS ha estado, efectivamente, jugando en una liga superior.
El grupo, con militantes que provenían de su predecesor "al-Qaeda en Irak", muy deteriorado en la actualidad, solo tenía entre 10.000 y 15.000 combatientes como máximo cuando empezó a conquistar la mayor parte de Irak occidental en junio.
Los reportes afirman que ISIS se hizo con Mosul con no más de 800 militantes, pero esta cifra solo contempla sus tropas de choque.
La suerte de ISIS entonces, y todavía ahora, depende en gran medida del apoyo que recibe de tribus y milicias locales, sin las que no podría ni soñar con hacerse con el control de una ciudad de dos millones de habitantes como Mosul.
"Su capacidad para controlar tierras se ha basado en los pactos a los que ha llegado con militantes locales dispuestos a gobernar en su nombre”, dice Mina al-Orabi, asistente editorial del periódico panárabe Ash-Sharq al-Awsat, de Mosul.
"Algunos de estos pactos se basan en el miedo, otros en una confluencia temporal de intereses. Otras veces son solo pactos financieros entre bandas", añade.
Conservar el poder, el orden y la lealtad de estos grupos en el largo plazo requerirá invertir en cumplir con esos intereses cuando ISIS ejerza funciones de gobierno.
La última vez que los yihadistas gobernaron en un pedazo de territorio en Irak por un periodo de tiempo considerable fue cuando los predecesores de ISIS se hicieron con gran parte de la provincia de Anbar en 2006, y la volaron por los aires.
Con el liderazgo brutal, crudo y sádico del exconvicto jordano Abu Musab Al-Zarqawi, los yihadistas consiguieron alienar a la mayoría de la población local.
Cortaron la cabeza a los "seijs" sunitas que se negaron a jurarles lealtad, destruyeron mezquitas chiitas en un intento de empezar una guerra civil sectaria, y le cortaron los dedos a gente que encontraron fumando, una práctica que consideran anti-islámica.
De esta forma no se ganaron los corazones de la población.
Los líderes de al-Qaeda en Pakistán imploraron al grupo que dejase de perseguir a sus hermanos musulmanes, pero fue en vano: al-Zarqawi ignoró a los que eran sus jefes nominales.
Al final, los servicios de inteligencia jordanos lo encontraron y al-Zarqawi murió en un ataque aéreo. Los yihadistas fueron expulsados por tribus locales apoyadas por tropas estadounidenses.
Ocho años después, los yihadistas de ISIS están de vuelta en Anbar después de que el primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, echase a perder la ventaja que había conseguido cuando envió tropas a asediar un campamento de protesta en Fallujah, a finales del año pasado.
¿Ha aprendido ISIS de los errores de sus predecesores?
Si se pregunta a los residentes de Raqqa, en el noreste de Siria, controlado por ISIS desde mayo de 2013, la respuesta es que no.
Allí, abundan las historias de castigos impuestos por las ofensas más nimias, mujeres confinadas en las casas, crucifixiones públicas, secuestros y extorsiones a los negocios.
Una vez más, los mermados líderes de al-Qaeda regañaron a ISIS por sus excesos, y en febrero renegaron de toda la organización.
El ejército de Irak se enfrenta a grandes dificultades en la guerra contra Isis.
Hay relatos de que la llegada de ISIS ha mejorado los sistemas municipales de recogida de basuras y la seguridad en las calles, y que los islamistas han realizado generosos aportes de combustible y comida a los pobres.
¿Suena familiar? De esta forma empezó el Talibán en Afganistán en 1994, aumentando el territorio bajo su control de forma gradual hasta que los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos provocaron la campaña militar que los sacó del poder en 2001.
Una de las ventajas de una organización puritana y revestida de religiosidad como ISIS es que su alternativa secular, el gobierno nacional de Irak, tiene una historia de mal gobierno y es percibido como corrupto.
Recursos
Para tener éxito como un estado viable, no digamos como un "califato" transnacional, ISIS necesita tener acceso al petróleo y el agua.
Y tiene ambos. En Siria, sus fuerzas controlan la región productora de crudo en Deir Az-zour, incluida la mayor reserva de petróleo en al-Omar. Parece que incluso han vendido petróleo a sus enemigos, el régimen de Bassar al Asad.
También controlan la mayor represa del país, la presa de Tabqa en el Lago Assad.
En Irak, controlan la presa de Falluja y tienen cierto acceso, aunque disputado, a la mayor refinería de petróleo, en Baiji. En un lugar del mundo donde el petróleo y el agua son dos recursos esenciales, ISIS está en una posición de poder.
Dejando de lado por ahora si la más amplia comunidad musulmana aceptará o no el recién proclamado califato de ISIS, denunciado por muchos académicos, lo cierto es que ISIS controla una gran parte de territorio en Oriente Medio y no tiene intención de irse.
Los líderes de al-Qaeda en Pakistán imploraron al grupo que dejase de perseguir a sus hermanos musulmanes, pero fue en vano: al-Zarqawi ignoró a los que eran sus jefes nominales.
Al final, los servicios de inteligencia jordanos lo encontraron y al-Zarqawi murió en un ataque aéreo. Los yihadistas fueron expulsados por tribus locales apoyadas por tropas estadounidenses.
Ocho años después, los yihadistas de ISIS están de vuelta en Anbar después de que el primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, echase a perder la ventaja que había conseguido cuando envió tropas a asediar un campamento de protesta en Fallujah, a finales del año pasado.
¿Ha aprendido ISIS de los errores de sus predecesores?
Si se pregunta a los residentes de Raqqa, en el noreste de Siria, controlado por ISIS desde mayo de 2013, la respuesta es que no.
Allí, abundan las historias de castigos impuestos por las ofensas más nimias, mujeres confinadas en las casas, crucifixiones públicas, secuestros y extorsiones a los negocios.
Una vez más, los mermados líderes de al-Qaeda regañaron a ISIS por sus excesos, y en febrero renegaron de toda la organización.
El ejército de Irak se enfrenta a grandes dificultades en la guerra contra Isis.
Hay relatos de que la llegada de ISIS ha mejorado los sistemas municipales de recogida de basuras y la seguridad en las calles, y que los islamistas han realizado generosos aportes de combustible y comida a los pobres.
¿Suena familiar? De esta forma empezó el Talibán en Afganistán en 1994, aumentando el territorio bajo su control de forma gradual hasta que los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos provocaron la campaña militar que los sacó del poder en 2001.
Una de las ventajas de una organización puritana y revestida de religiosidad como ISIS es que su alternativa secular, el gobierno nacional de Irak, tiene una historia de mal gobierno y es percibido como corrupto.
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