Cada vez que suena su celular, Ivan Eginsson Eysturland escucha el himno uruguayo. Algo absolutamente inesperado para un habitante de Islas Feroe (islas de los corderos), un pequeño país escandinavo situado entre Noruega, Islandia y Escocia, con una superficie de 1.400 qms2. El archipiélago feroés está integrado por 18 islas de origen volcánico, de las cuales 17 están habitadas. Su territorio es montañoso, con acantilados que sirven de hábitat a miles de aves marinas; con praderas y carece de bosques Cuando le preguntan a Iván si no le gustaría radicarse en Uruguay dice que: "Hay que ser muy rico para vivir en Uruguay"
Allí, donde el idioma de los 48.000 habitantes es el faroés y la mayoría domina el inglés, tener un ringtone en castellano con letra de Francisco Acuña de Figueroa es, al menos, llamativo.
Pero eso no es lo único que distingue de sus coterráneos a este hombre que nació en Rusia. Iván (39) es fanático de la selección uruguaya de fútbol. El hincha más hincha. Tan hincha que perfectamente algunos lo podrían calificar de loco. Un hincha que encargó por Internet la camiseta número 7 de Luis Cubilla para usar en cada partido. Un hincha que en 2010 gastó buena parte de sus ahorros en la entrada para Uruguay - Ghana y perdió su equipaje en el camino. Un hincha que viajó para amistosos en destinos como Doha, Bucarest y Moscú.
Un hincha que ya tiene los tickets comprados para los 3 encuentros de la Celeste en la próxima Copa del Mundo. Un hincha tan único que la agencia Notable Publicidad fue hasta Faroe a buscarlo. Y lo convirtió en el protagonista de una campaña para la tarjeta de crédito OCA -con producción de Metrópolis- de cara al Mundial, que se ve por televisión en Uruguay en estos días.
A los 6 años Ivan sabía el nombre de todos los países del mundo y sus capitales. Así se topó por primera vez con Uruguay. A ese gusto por la geografía, en la adolescencia se sumó la pasión por el fútbol, y entonces esa lejana nación de tres millones de habitantes y dos hazañas en la Copa del Mundo se volvió especialmente atractiva.
"A los 15 años vi un video con los mejores momentos de Uruguay jugando en el Centenario para las Eliminatorias de Italia '90. Me llamó la atención la atmósfera que se respiraba en el estadio y me enamoré de la camiseta celeste", recuerda. Pero mantener la pasión no era tan sencillo como ahora. Corrían los años '80, sin Internet ni transmisión en directo del fútbol sudamericano. "Me empecé a interesar por la historia del fútbol y ahí me fui enterando de que era una nación con un desempeño fantástico a lo largo de los años a pesar de ser un país muy muy pequeño. Y eso fue lo que me impresionó".
Ivan sabe de lo que habla. Faroe vive de la pesca y vibra con el fútbol. Con una población total que equivale a la del departamento de Treinta y Tres, las islas tienen la mayor asistencia per cápita del mundo en partidos de la selección nacional y 24 clubes dedicados a este deporte. "El fútbol es lo que Uruguay e Islas Faroe tienen en común. Por eso mi sueño es que algún día las dos selecciones se junten para un amistoso", dice.
Faroe juega en las eliminatorias europeas y nunca clasificó a un Mundial.
La primera vez que pisó Uruguay fue en 2008. Desde entonces ya estuvo 6 veces y recorrió los 19 departamentos. En noviembre de 2013, en el Museo del Fútbol, se cruzó casualmente con uno de sus ídolos, Alcides Ghiggia. "No estaba arreglado, lo encontramos allí porque le estaban haciendo una entrevista para un programa brasileño", explica. Ivan no desaprovechó la oportunidad: se sacó una foto con el campeón del '50 que hoy luce en su pagina de Facebook y le regaló un calendario 2014 con imágenes de Faroe.
De ese tipo de encuentros, Ivan ya cuenta varios. En aquella primera visita viajó con un amigo que integró la selección faroense y juntos vieron los partidos contra Venezuela y Perú, en el Centenario, por las Eliminatorias para Sudáfrica. Pero la mejor anécdota ocurrió fuera de la cancha.
"Después del segundo partido, que la Celeste ganó 6 a 0, salimos de buen humor y nos subimos al primer taxi que pasó alrededor del estadio. Y resultó que nuestro conductor era Alberto Cardaccio, una leyenda de Danubio que había jugado 18 partidos con la selección y participado en la Copa del '74. ¡Tuvimos una linda charla con él! ¡Uruguay es tan chico!".
A la selección la vio jugar en casi todos los continentes y en todos los escenarios: amistosos, eliminatorias, Juegos Olímpicos y Copa del Mundo. Claro que de todas esas experiencias tiene una favorita: el partido entre Uruguay y Ghana en Johannesburgo en 2010. Iván llegó al aeropuerto por la mañana y su equipaje se había perdido; sólo tuvo tiempo de parar a comprarse un buzo celeste y trasladarse al estadio. Pese a que 90 % del público hinchaba por el país africano, tuvo la suerte de encontrar lugar entre un puñado de uruguayos. "Además tenía muy buena vista, sobre todo para los penales y pude hacer algunos videos que subí a YouTube. Con el tiro del 'Loco' Abreu estaba tan extasiado que no pude filmar bien, me temblaban las manos y se nota en la grabación".
Aunque es fanático de la Celeste de todos los tiempos, su jugador favorito es el `Negro` Cubilla, autor del histórico pase del gol ganador en el partido contra la desaparecida Unión Soviética en México '70. "Cubilla recoge la pelota casi desde fuera de la cancha, cruza y se la pasa a (Víctor) Espárrago, que convierte. Ese gol junto con el que Ghiggia hizo contra Brasil en Maracaná son mis preferidos", dice sin dudarlo.
De las nuevas generaciones, no niega su fascinación hacia Luis Suárez, que lo impulsó a hacerse fan del Liverpool de Inglaterra aun cuando Ivan no es partidario del fútbol de clubes. "Es un negocio, pasa por el dinero, no por el corazón y alma... Si jugás en una selección entonces jugás por tu país y eso no lo podés cambiar".
En esta fiebre celeste que padece hace ya más de dos décadas arrastró a su reciente esposa, Kinga, con quien vive en Klaksvik, la segunda ciudad más grande de Faroe. Ella también tiene su jugador predilecto, Egidio Arévalo Ríos, y su camiseta, con el número 5 en rojo, como la que vistió Obdulio Varela en la mítica final de 1950.
"Sí, se infectó con mi mismo amor por Uruguay", admite. Pero la cosa no termina allí. Kinga no sólo se despierta en la madrugada para seguir los partidos de la Celeste sino que en su faceta de artista plástica pintó un cuadro con el rostro de José Artigas y otro con la bandera uruguaya que ahora decoran el living de su casa.
El amor por la selección continúa en el escritorio de Ivan, una especie de templo donde guarda un póster original del equipo que dio el Maracanazo, otro de Suárez festejando el gol contra Corea del Sur en 2010, varias camisetas, bufandas, gorros y banderas de Uruguay.
Además, cuando se casaron, Ivan y Kinga -él ruso y ella polaca-, podían elegir un nuevo apellido faroense para comenzar su vida como familia. Así fue que decidieron inventar uno que les recordara a Uruguay: "Eysturland", que en castellano significa "tierra oriental". "Tuvimos que llenar un formulario ante las autoridades y allí explicamos que era por Uruguay, así que está documentado. Y somos los únicos en el mundo con ese apellido", explica.
Pese a que vive a más de 11.000 kilómetros de distancia, en un país donde la mayoría de la población desciende de los vikingos noruegos, Ivan piensa con cabeza de uruguayo. "¿Cómo está el tiempo en Montevideo? ¿Ya se está poniendo frío?", pregunta desde Bruselas, donde se encuentra por trabajo (se dedica al comercio de barcos de pesca), ante la llamada de Domingo. Es que en febrero alquiló una casa en La Paloma y no paró de llover.
Sabe que por estos lados el clima siempre es buen disparador de cualquier conversación. Y sabe también de lluvia, ya que en las Islas el agua cae 5 de cada 7 días y en verano la temperatura alcanza un máximo de 13 grados, no más.
Este año, Ivan y Kinga van a disfrutar del calor durante el Mundial de Brasil. ¿Y si Uruguay llega otra vez a la semifinal? Entonces seguramente la pareja recorra unos kilómetros más y vuelva a pisar Montevideo. "Esos partidos me gustaría verlos allí, rodeados de la gente".
¿Y hacer el viaje definitivo? "Hay que ser muy rico para vivir en Uruguay... pero puedo imaginarme mudándome allí más tarde o más temprano, al menos para pasar un tiempo".
Como en el fútbol, el marcador todavía está abierto.
Fuente: El País
No hay comentarios:
Publicar un comentario