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viernes, 14 de febrero de 2014

LOS ARGENTINOS VISTOS POR LOS GALLEGOS !!

Está serie de cuentos - chistes está circulando por internet con el nombre de "la venganza de los gallegos". Al parecer los gallegos se encuentran hartos de las chanzas de los argentinos (en particular de los porteños) referidas a ellos y conocidas como "chistes de gallegos" y decidieron tomar el toro por las astas y poner en circulación su versión del tema, pero a la inversa. Aquí va un anticipo de su "venganza". :)  :)



1. El médico y la enfermera en el hospital gallego contemplaban a los recién nacidos que dormían en la cuna. Entre todos estos recién nacidos, hay uno cuyos padres son argentinos.
- ¿Usted sería capaz de adivinar cuál es el párvulo argentino, enfermera?

- Pero doctor, no hace falta adivinar. El infante argentino es aquél. El primero de la segunda fila.

- ¡Qué notable! ¿Y cómo lo ha sabido usted?

- ¡Hombre, sencillísimo! Es el primero que me cagó.





2. El chico llegó casi llorando del colegio:

-¿Qué te pasa, niño?

-Mamá, en el colegio me dijeron que si era judío no era argentino.

-No, mi vida. Vos sos judío y argentino.

-Bueno, pero entonces necesito saber qué soy más, ¿argentino o judío?

-¿Cómo qué sos más?

-Sí... qué soy más, y...necesito saberlo!

-¿Para qué?

-Hay un chico que me quiere vender una bicicleta. Por eso quiero saber qué soy más.

-No te entiendo.

-Si soy más judío, voy y le regateo el precio, pero si soy más argentino, salgo esta noche y me la llevo, ¿entendés?





3. Adivinanzas:

-¿Cómo llaman a los argentinos en Galicia?

-Ni idea.

-Espermatozoides.

-¿Por qué?

-Porque sólo trabaja 1 de cada 3.000.000





4. Anécdota urbana:

La ambulancia llegó velozmente a la escena del accidente de tránsito.

Bajaron los enfermeros con una camilla. El médico se acercó al argentino que acababa de chocar y le dijo:Cálmese. Pronto lo curaremos.

-¡Mi Mercedes! ¡Mi pobre Mercedes! ¡Cómo ha quedado mi Mercedes nuevo!

-Pero, ¡déjese de joder, hombre! Olvídese de su auto. ¡Su brazo izquierdo ha quedado aplastado!

-¡Oh, no! ¡Mi Rolex! ¡Mi pobre Rolex!





5. Un argentino llevaba ya 20 años viviendo en La Coruña. Un día decide visitar al psicoanalista.

-Mire, doctor, lo mío es muy grave. Siento que perdí la identidad argentina. Siento que soy gallego.

-¿Cómo lo afecta esto?

-Y… me afecta muchísimo. Cuando escucho un tango, me paro a bailar y termino bailando una muñeira. Si, por ejemplo, tengo ganas de comer un asado, termino pidiendo paella…

-Pierda cuidado. Esto tiene fácil solución.

-¡No me diga!

-Sí. En media hora estará usted curado.

-¿Y cómo va a hacer, doctor?

-Lo hipnotizaré.

-¡Gracias, doctor! ¡No sabe cuánto se lo agradezco! ¡Gracias, gracias!

Con habilidad, el psicoanalista lo hipnotizó y le hizo repetir:

-¡Soy argentino! ¡Soy argentino! ¡Soy argentino!

Exactamente media hora después lo sacó del estado hipnótico.

-Veamos, ¿se siente usted bien ahora?

-¿Y a vos qué mierrda te importa, gallego pelotudo?





6. El argentino intenta comprar en Galicia unos cigarrillos.

-Bueeeenas. ¿Vos sos el dueño de este quiosco?

-Buenos días tenga usted, señor. Verá: esto no es un quiosco, aquí lo llamamos estanco.

-Esteeeeee, a ver, dame cigarrillos de…

-¡Que no los llamamos cigarrillos! Los llamamos pitillos.

-Bueno, y dame también unos fósforos.

-Aquí no los llamamos fósforos, sino cerillas.

-Está bien. Dame unos encendedores.

-Que aquí no los llamamos encendedores. Los llamamos mecheros.

-Decime viejo, ¿y cómo llaman aquí a los hinchapelotas?

-No los llamamos. Vienen solos desde Buenos Aires por Aerolíneas Argentinas...





EL TAXISTA

 Un hombre vuelve de un viaje de negocios, un día más temprano de lo previsto.

Es tarde y toma un taxi.
Cuando está llegando a su casa le pregunta al chofer si quiere ser testigo de lo que va a encontrar, ya que piensa que su mujer lo engaña, y que en este momento está con su amante.
El chofer, que es argentino,  acepta ser testigo a cambio de 100 dólares.
Entran sin hacer ruido, abren silenciosamente la puerta del dormitorio, el marido enciende la luz y corre de un tirón las sabanas de la cama. Y tal como lo imaginaba descubre a ambos, mujer y amante, a galope tendido.
Fuera de sí saca su pistola y coloca el cañón en la sien del amante, pero la mujer grita:
-No, no dispares,¡ no dispares, por favor ! ¡ Te mentí! ¡ Nunca recibí una herencia de mi tía! Fue él quien pagó la 4 x 4 que te regalé, nuestro yate, también nuestra casa en el lago, nuestras vacaciones y el colegio de los niños. Hasta paga nuestras compras en Carrefour
El marido, fuertemente impactado por esa revelación, baja la pistola, se vuelve hacia el taxista y le pregunta:
-Y Ud., en mi lugar, ¿qué haría ?

- Yo volvería a taparlo... ¡ no sea cosa que se resfríe !






























































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