Las fiestas en domicilios particulares donde se cobra entrada, se permite la entrada de adolescentes, se vende alcohol indiscriminadamente y no existen las más mínimas garantías de seguridad para los presentes son un problema cada vez más frecuente que se da en todos los departamentos del país, dijo al diairo montevideano El País la directora de Espectáculos Públicos del INAU, Alejandra Pacheco.
La jerarca confirmó el alerta incluido en su último informe por el Defensor del Vecino, quien señaló el aumento de 'fiestas privadas en casas presuntamente particulares donde se organizan eventos, bailes y movidas con cobro de entradas y convocatorias a través de redes sociales'.
Pacheco dijo que es una situación 'problemática' que ocurre desde hace bastante tiempo y se registra en todo el país. 'Nos preocupa mucho. Se trata de una nueva modalidad, propia de modos y estilos de vida de otros lugares', dijo.
La jerarca dijo que la preocupación es compartida con ediles y diputados de todos los departamentos. 'Esto es frecuente en Montevideo y Maldonado, pero también ocurre en Colonia, Soriano o Rivera, donde estamos trabajando con autoridades y organizaciones sociales para lograr un mayor control sobre estos eventos', señaló.
Pacheco explicó que la Constitución impide ingresar a un domicilio particular en horas de la noche por lo que el INAU se limita a presentar una denuncia policial cuando constata que en una casa hay una fiesta con venta de entradas, ingreso de adolescentes y consumo de alcohol.
'Hemos logrado persuadir algunos organizadores para que suspendieran el evento o cambiaran la fecha y lo hicieran cumpliendo todas las normativas. Pero eso ocurre con clubes sociales que tienen otra forma de actuar. En casas privadas es más difícil', indicó.
Explicó un caso en el que una mujer organizaba en su vivienda fiestas con cobro de entrada e incluso entregaba pulseras para identificar a quienes habían abonado y permitirles salir y entrar, tal como ocurre en los boliches legalmente establecidos.
'Es mi casa y no pueden entrar', nos dijo la mujer. Le explicamos sobre los riesgos de tener a 300 jóvenes en ese lugar y presentamos la denuncia. Es un problema. No hay control sobre el consumo de alcohol ni las conductas de los adolescentes. Tampoco medidas de seguridad, etc. En esto es fundamental la responsabilidad de los adultos que organizan estos eventos y de los padres de quienes concurren', dijo.
Generalmente el INAU se entera a través de denuncias que realizan los vecinos por ruidos molestos, los competidores que se sienten afectados y los padres de los adolescentes. Pacheco dijo que el fenómeno también responde a la demanda que existe por parte de adolescentes de determinados eventos que los locales ya instalados no ofrecen.
Precisó que en Montevideo es común que dichas 'fiestas' se organicen en casas particulares o vacías que se alquilan para tales efectos. 'Con este tipo de modalidad vamos a tener niveles de riesgo e intoxicación que se habían logrado controlar', lamentó.
Estos 'festejos' en Uruguay se suman a otras celebraciones que se propagan por América Latina: las fiestas semáforo y el carrusel sexual.
Las fiestas semáforo están organizadas por adolescentes y para ellos. Según difundió el diario peruano La República, cada vez son más los jóvenes peruanos que participan.
Estas celebraciones tienen reglas claras para establecer relaciones sexuales. Un factor distintivo es el uso de brazaletes de colores. Así, el rojo indica que el asistente tiene pareja o está acompañado; el amarillo, que tiene dudas para iniciar una relación, y el verde, que está dispuesto a todo.
En Colombia, empieza preocupar el carrusel sexual. El polémico juego consiste en formar una ronda donde todos deben bailar. Los jóvenes penetran a las adolescentes rápidamente, pero cuando alguno eyacula, pierde y sale del juego.
Desafiar y descubrir todas las sensaciones del cuerpo hasta llevarlas al límite es el objetivo del Carrusel, que está de moda entre los adolescentes de Medellín.
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