Gian Carlo Caselli está a punto de cumplir 72 años, pero irradia una energía juvenil que su aspecto informal subraya aún más: bambas blancas, tejanos y chaqueta con coderas.
Tan brioso en el porte como prudente y preciso al responder, Caselli atiende una llamada de Turín, donde ejerce de fiscal jefe. Toma su café solo de un único sorbo y echa la vista atrás.
"Estoy orgulloso de haber contribuido a impedir que la Mafia, ese ejército del mal, prosperase en Italia cuando ya todo parecía perdido".
En su haber como fiscal de Palermo apunta la detención de un número ingente de jefes mafiosos (como Salvatore Totó Riina), la confiscación de miles de millones en bienes y 650 condenas a cadena perpetua.
El proceso que dirigió contra Giulio Andreotti, presidente del Gobierno en siete ocasiones y figura clave de la democracia cristiana, ha marcado su trayectoria. Aquel caso fue "una colosal obra de desinformación, dentro y fuera de Italia".
Los tribunales, dice, han concluido que Andreotti mantuvo contactos con jefes mafiosos antes de 1980, pero no pagó sus culpas porque el delito había prescrito. "La visión que se ha dado de ese asunto legitima una forma de hacer política que es peligrosa, porque sienta un precedente".
Con tamaños enemigos, su vida personal no ha sido fácil. "Llevo escolta desde 1974, cuando investigué el secuestro de un magistrado genovés".
Admite que su ángel de la guarda le ha salvado la vida -"por lo menos, dos veces"-, pero también se la ha cambiado. En su etapa en Palermo -"una olla a presión"- nació una nieta, pero apenas la disfrutó. No puede llevarla en bicicleta como hace su otro abuelo, al que acusa, en broma, de "competencia desleal".
El histórico magistrado vuelve al rictus serio y fija la mirada para advertir que los grupos mafiosos -la Cosa Nostra siciliana, la Camorra napolitana o la 'Ndranghetta calabresa- "no son un problema exclusivo de Italia".
Las relaciones de esos grupos con la política, la economía e incluso la cultura "son la espina dorsal de su poder". La globalización facilita esas "zonas grises" y esa "burguesía mafiosa" difícil de controlar. Caselli pide la creación de una fiscalía europea.
Invitado a Barcelona por la asociación Italia Es para hablar de las "nuevas estrategias de las mafias internacionales", Caselli destaca la capacidad de los delincuentes para trasvasar dinero del crimen a la actividad legal.
"Los empresarios mafiosos marginan a los honestos y envenenan la economía. Como son ricos, no necesitan ganar a corto plazo. Y tienen dinero a coste cero, lo que es una gran ventaja si hay crisis de liquidez".
Caselli, que se confiesa amigo de Baltasar Garzón, mira por encima de las gafas y sonríe cuando se le pregunta por Silvio Berlusconi y su popularidad. Como magistrado, dice, no debe responder. Sí lo hace en lo que atañe a su labor:
"Nuestro presidente dice que estamos locos. Quieren crear un clima humillante para reformar la justicia. Y restringir la autonomía de los jueces para que hagan lo que pide la mayoría política".
Se levanta de la silla con decisión y lamenta que, en su día libre, el cielo esté encapotado. "¡Y dicen que en Barcelona siempre hace sol !".
Fuente:El País
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