En cualquier lugar normal, un abogado que defendió a mafiosos notables, amigo de coristas, consumidor asiduo de ginebra y cliente habitual de casinos, no ocuparía un lugar central de la vida pública. Pero Las Vegas no es cualquier lugar y esta ciudad ha hecho de él un alcalde.
De hecho, Oscar B. Goodman, de 71 años, es uno de los ediles más populares de Estados Unidos de América, reelegido en dos ocasiones con más del 80% de los votos.
La ley le obliga ahora a retirarse, después de tres legislaturas, 12 años en los que vio a su ciudad catapultarse a cotas de bonanza económica sin precedentes y luego desplomarse, a causa de la crisis económica mundial, en uno de los mayores índices de desempleo y desahucios del país.
Justo en una semana en la que se ha sabido que Las Vegas ha comenzado el año con una recuperación en el número de turistas, la ciudad ha celebrado elecciones. Goodman se marcha.
Pero la que ha ganado los comicios en una primera vuelta es su mujer, Carolyn. Los Goodman están muy cerca de hacer que Las Vegas sea un asunto de familia.
Pocas cosas han sido exactamente ortodoxas en los 12 años de gobierno de Goodman. Hace un mes vendió la sede del Ayuntamiento a un constructor que planea alquilárselo a la tienda Zappos, subsidiaria del gran almacén online Amazon, que podría crear unos 7.000 empleos en 10 años.
Y cuando anunció sus planes para crear un museo municipal sobre la historia de la ciudad, decidió dedicárselo a la Mafia: abrirá a finales de año.
El alcalde ha intentado infructuosamente que se legalizara la prostitución en su ciudad, para poder acompañar los casinos con grandes burdeles, sometidos a controles de sanidad y sujetos a impuestos.
Como no podía ser de otro modo, Goodman es un tipo duro. Cuando, en plena crisis económica, quiso que los sindicatos de funcionarios aceptaran rebajas salariales, amenazó con despedirlos a todos de golpe.
Dijo públicamente que se les debería cortar los dedos
a aquellos vándalos a los que la policía detuviera haciendo pintadas en las calles. A los pocos meses de ser elegido alcalde fue contratado como imagen de una conocida marca de ginebra.
Su compensación por aquello, de 100.000 dólares, la donó a diversas organizaciones. El 50% fue a parar a una escuela fundada por su esposa, Carolyn.
La capacidad de maniobra del alcalde es limitada. El término municipal de Las Vegas solo comprende la vieja zona de casinos de la calle de Fremont, todos ellos viejas glorias como el Golden Nugget, situados cerca de la antigua estación de ferrocarril, abierta en 1902.
Los grandes casinos que florecieron entre los años sesenta y noventa -el Caesars Palace, el Bellagio, el Mirage- están todos en el Bulevar Sur, una carretera del condado de Clark no incorporada a ciudad alguna y, por tanto, fuera de su jurisdicción.
Así es Goodman: más que un alcalde, un actor a sus anchas en el papel. Vestido siempre de impecable traje, en lugar de tarjetas de presentación ofrece fichas de juego.
Algunas de ellas llevan su cara, dado que fue el primer político de quien un casino (el Four Queens) imprimió en ellas su faz. Aparece en actos públicos con una corista en biquini del brazo y un martini en la mano.
Un actor de Hollywood no encarnaría tan bien el papel. Lo mismo pensó el director de cine Martin Scorsese, porque le eligió precisamente para interpretarse a sí mismo en la película Casino, de 1995.
En la vida real, antes de ser alcalde, Goodman defendió a algunos acusados de pertenecer a la Mafia.
Sus dos clientes más célebres fueron Anthony "La Hormiga" Spilotro y Frank "El Zurdo" Rosenthal [en el filme, Joe Pesci y Robert De Niro].
Goodman se encargó de mantener fuera de la cárcel al primero, un duro gánster de Chicago al que se acusó de asesinar al menos a 22 personas. En 1944, Goodman pagó una multa de 50.000 dólares por negarse a entregarle al juez sus cuentas en la investigación de las finanzas de uno de sus clientes, Natale Richichi, de la familia Gambino.
La fidelidad a su cliente le dio un nombre en la ciudad. Se le conocía como el Gran O, por la inicial de su nombre, Oscar.
En 1999, el Gran O cambió de cliente. Pasó a representar con empeño a Las Vegas y sus intereses.
Con él, la ciudad regresó a sus orígenes, al glamour de los casinos Sands y Tropicana, a las noches de juego y cócteles sin fin, a los neones y las limusinas. Aquello funcionó en tiempos de bonanza.
El alcalde siguió poniendo buena cara durante los años de crisis económica. Él, que había comenzado su carrera política como demócrata, se hizo independiente.
Se enfadó con Barack Obama por un comentario que hizo sobre la necesidad de que los usamericanos no gastaran dinero en Las Vegas.
Hasta el punto de que cuando el presidente visitó la ciudad el pasado año, Goodman se negó a reunirse con él. "Cuando venga le daré una patada para mandarle de regreso a Washington", anunció.
A los votantes les ha convencido ese estilo pendenciero, porque cuando se convocaron elecciones, Goodman presentó a su mujer.
El martes ganó la primera ronda, con un 37% de los votos. Su competidora directa solo recibió el 17%. Se enfrentan ahora a una segunda ronda en junio.
El hasta ahora alcalde de Las Vegas ha aceptado responder a algunas preguntas del diario EL PAÍS de Madrid.
Pregunta. Dicen que lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. ¿Se aplica eso también a la política o tiene intención de aspirar a puestos políticos más altos?
Respuesta. Amo Las Vegas y no quiero ir a Carson City o Washington. Mi familia está aquí y quiero apoyar a mi mujer, que ahora está a tiro de ser la siguiente Goodman en la alcaldía de Las Vegas.
P. ¿Por qué se dice que cuando usted tomó posesión del cargo se terminó la imagen de Las Vegas como un destino para toda la familia?
R. Además de alcalde soy director de la Comisión de Turismo y Convenciones de Las Vegas. Desde ambos puestos he trabajado para que los anuncios de la ciudad vuelvan a destacar la idea de que Las Vegas es un lugar de recreo para adultos.
Aquí hay sitios fantásticos para niños y familias, pero Las Vegas es un destino sobre todo para que los adultos se lo pasen bien.
P. En 1999, un diario local dijo: "Cualquiera menos Oscar". ¿Le han pedido perdón?
R. No presto atención a los diarios locales o a los analistas. Creo que mis tres legislaturas hablan por sí mismas y revelan la opinión que la gente tiene aquí de mí.
P. El Museo de Arte cerró en 2009. Ahora abrirá otro, dedicado a la Mafia. ¿Es esa la única historia de Las Vegas que puede atraer visitantes?
R. Cuando tomé posesión había un edificio en el centro de la ciudad que había sido un juzgado federal. El Gobierno central nos lo vendió por un dólar con la condición de que se restaurara y fuera un museo.
Consideré ponerle acuarelas, pero no podíamos competir con las obras de arte que tienen algunos casinos. Me encantan las porcelanas, pero eso no iba a atraer a la gente, así que pensé en la Mafia. Es una de las cosas que hacen de Las Vegas un lugar único, y es parte de la historia de América.
P. ¿Qué hará la corista que siempre le acompaña, cuando usted se vaya?
R. Echaré de menos a mis coristas. Hemos ido juntos a todos los sitios en los pasados 12 años. Pero ahora hay otro miembro de la familia Goodman que se presenta para alcalde y puede que ella se quede a las coristas.
P. ¿Qué se siente al ver su cara impresa en las fichas de un casino?
R. ¡Es fantástico! Hay una razón por la que soy el alcalde más feliz del universo. No hay otro alcalde que tenga una tarjeta de presentación que sea una ficha de casino. Un consejo: si alguien le pilla tratando de cambiarla en un casino, dígale que se la dio Steve Wynn [el magnate de la construcción de Las Vegas, creador de casinos como el Bellagio].
P. ¿Cómo le gustan los martinis, agitados o revueltos?
R. Ninguna de las dos opciones. El martini del alcalde lleva ginebra Bombay Sapphire servida en un vaso frío con una aceituna y hielo, ambos a un lado. No está bien que la aceituna y el hielo le roben espacio a la ginebra.
Así se explica Oscar B. Goodman. Un hombre peculiar que tras 12 años al frente de Las Vegas está muy cerca de convertirse en todo un alcalde consorte.
Fuente:El País
No hay comentarios:
Publicar un comentario