José María Leandro Gómez Calvo (Montevideo, 13-03-1811 - Paysandú, 2-01-1865) fue un militar uruguayo, especialmente conocido por su heroica defensa de Paysandú de 1864, al término de la cual fue ejecutado por un general de los invasores colorados. El héroe de Paysandú, dio su vida encabezando la resistencia a la invasión del general colorado Venancio Flores, respaldada por fuerzas militares del imperio de Brasil. Fue un hombre que murió por sus convicciones.
De muy joven emigró a Buenos Aires. Trabajó en el comercio. A los 21 años en sociedad con uno de sus hermanos (su familia fue muy numerosa; tuvo 17 en total), abrió una sociedad comercial en la capital argentina, que quebró cuatro años mas tarde.
Es recién en ese momento que Gómez regresó a Montevideo y se incorporó a la Guardia Nacional, donde en poco tiempo sería alférez y después teniente primero. El país estaba sacudido por un grave conflicto.
De un lado se hallaba el presidente Manuel Oribe y su divisa blanca. En el otro, el caudillo Fructuoso Rivera, y la divisa colorada. Eran dos formas de concebir la realidad: la visión federal y la unitaria; ambas dominarían el mundo de la política regional durante un largo período.
Gómez, que tempranamente reivindicó el legado de José Artigas, cuando aún su figura era objeto de la diatriba (la leyenda negra), no dudó en sumarse a la causa de Oribe y lo acompañó en octubre de 1838 cuando este llegó hasta Buenos Aires y fue reconocido en todas sus dignidades por Juan Manuel de Rosas.
En los años posteriores, convertido en capitán, Leandro Gomez estaría en sucesivos episodios bélicos en varias provincias argentinas (Córdoba, Entre Ríos); y en 1843 se incorporaría al primer Sitio de Montevideo. Oribe lo designó capitán del puerto del Buceo.
En 1848, el héroe de Paysandú contrajo enlace con Faustina Lenguas, hija del general Pedro Lenguas, en la Iglesia de San Agustín de la Unión. El padrino de aquella boda no fue otro que el propio Oribe, que sentía particular afecto por aquel oficial apasionado, que según su pasaporte era "de estatura baja", "cuerpo delgado", cutis "de color blanco", con profundos "ojos pardos" y "cabello rubio".
Es el mismo Oribe, -que en 1834 fue el primer secretario del soberano tribunal masónico del grado 31 de Uruguay-, quien relacionó a Gómez con esta institución iniciática, donde llegó a ocupar sucesivos grados hasta llegar al 33 y dirigió en Salto una escuela pública laica y gratuita, muy anterior a la reforma vareliana, según la documentación a la que tuvo acceso el diario La República.
El tomo uno de la obra "Biografías Masónicas Orientales", editada en 1991 por la Gran Logia de la Masonería del Uruguay señala en su página 71 que Leandro Gómez fue iniciado en la logia Fe el 7 de noviembre de 1856, según consta en el "libro de matrícula, foja 24". En ese taller, llegó en pocos meses a la maestría (grado tres).
En ese mismo año se instala en Salto la escuela pública Hiram (cuyos alumnos serían hijos de masones y chicos procedentes de sectores sociales carenciados).
Esta iniciativa se inscribe en las actividades de la Sociedad Filantrópica de Montevideo, de la que Gómez fue uno de sus principales figuras y que intervino decisivamente en el combate a la epidemia de fiebre amarilla instalada en la capital del país por 1857.
Hiram fue una experiencia piloto de educación laica y gratuita que se implantó en 1856. La Sociedad de Amigos de la Educación Popular es de 1868, la obra de José Pedro Varela "La Educación del Pueblo", data de 1874 y su designación inicial como director de Instrucción Pública es de 1876, año en el que el reformador da a conocer "La legislación escolar".
El propio Leandro Gómez fue director de esta escuela. En su discurso de fin de cursos de 1859 decía que "(la) más dolorosa de las carencias", que puede vivir una nueva generación se refiere a "la carencia de una cultura, no sólo en lo que a letras se refiere, sino una cultura ética y moral(...) sin dogmas y de absoluta libertad de conciencia".
Esos niños, señala, "buscarán, sin duda, los caminos que los conducirán a su dios, que para quien les habla es el gran arquitecto del universo; para otros serán Buda o Mahoma, pero lo buscarán buenamente y con el cariño fraternal hacia sus semejantes que no piensan igual, y no buscarán por ninguna vía imponer sus creencias, sino exponer las suyas; buscarán, también su bienestar personal, pero lo harán sin envidia ni ambición por lo que pueda tener su hermano de camino en su vida; buscarán en fin, su verdad".
La carrera masónica del héroe de Paysandú fue muy intensa. En Uruguay llegó a obtener su grado 33 el 25 de octubre de 1859.
El ensayo "La Masonería argentina a través de sus hombres" de A. Lappas (Buenos Aires, 1966), señala que Gómez estuvo en la fundación de varias logias en ese país: Jorge Washington en Concepción del Uruguay, Entre Ríos y en 1861 una cuyo nombre no identifica en Rosario, Santa Fe (página 213).
Gómez, que había adquirido en 1842 la espada que le obsequió Córdoba al general Artigas en 1815, cuando la Liga Federal, buscó donarla al Estado uruguayo, pero la inestabilidad política imperante (el motín de julio de 1853 y la caída del presidente Giró), lo llevaron a desistir de esa decisión.
Es más, por entonces fue dado de baja y volvió a sus actividades empresariales. Otra de las facetas en general ignorada del héroe de Paysandú.
Adquirió en Salto un saladero y estuvo en una serie de iniciativas que buscaban mejorar la navegabilidad del río Uruguay, promoviendo el desarrollo económico y social del litoral. Fallecida su primera esposa, en 1855 se casó con la hermana de esta (Carmen Lenguas). Tuvo 4 hijos más.
En 1856 volvió a la milicia (primero como sargento mayor de caballería), cedió al patrimonio común de los uruguayos la espada de Artigas, que hoy se exhibe en el Museo de la Casa de Gobierno en Plaza Independencia y fue ascendido a teniente coronel el 1º de marzo de 1858 "sin que por ello abandonara sus negocios ganaderos, en especial en Entre Ríos", según consta en su correspondencia con Leonardo Olivera y los estancieros de Tacuarembó Tristán Azambuya y Juan M Puertos, dije Washington Lockhart en una investigación realizada hace 34 años sobre su vida "Leandro Gómez, la defensa de la soberanía", Banda Oriental, 1977).
Lockhart lo recuerda, incluso, en la promoción del ferrocarril en Uruguay por 1858. "estuvo en la organización de una empresa junto con Hocquart, Carlos Navia y Pablo Dupessis, con el propósito de construir un ferrocarril de Montevideo a La Unión, en donde se pensaba concentrar las tabladas.
Aceptada dicha propuesta por decreto municipal del 14 de abril de 1859, las circunstancias políticas desbarataron la iniciativa, así como tantas otras, en tiempos en que las disidencias políticas eran un serio impedimento para aunar voluntades en empresas de algún aliento".
Si la contradicción signa todo devenir humano, la vida de Leandro Gómez es un ejemplo paradigmal. En enero de 1861 está en la Secretaría de Guerra y Marina y en junio es cesado; en junio de 1863 es públicamente elogiado por su valentía en las batallas de Paso de Vera, Arroyo de las Cañas, hasta que en julio lo nombran al frente de la División Salto y después comandante militar de Paysandú.
El ciclo más conocido es el de 1864-1865, en su aguerrido intento de contención de la cruzada de Flores, la expansión de la poderosa maquinaria militar de Brasil que avanzaba, hasta su muerte.
En su biografía masónica, integrada a los documentos obtenidos por LA REPUBLICA, se afirma que "luego de tenaz resistencia de más de 20 días, el 2 de enero de 1865 Paysandú cae en poder de los invasores y Gómez y sus compañeros de infortunio son tomados prisioneros en el edificio de la Comandancia.
Conducidos hasta la casa de Máximo Rivero por el comandante Belén, son ejecutados sumariamente por orden del general colorado Gregorio "Goyo" Suárez, quien ignora las garantías que los generales Flores, Mena Barreto y el contralmirante Tamandaré le habían prometido a Leandro Gómez y sus soldados".
La Cancillería de Brasil reclamó a Flores el castigo, por esta situación, a Suárez.
"Sus restos -añade- fueron salvados de la fosa común por el doctor Vicente Mongrel (masón) quien los trasladó a Concepción del Uruguay, donde permanecieron hasta el año 1884 en que fueron repatriados y depositados en el panteón que fuera erigido a ese efecto en el Cementerio Central".
En la ceremonia desarrollada aquel 2 de enero de 1884 en el Cementerio Central hizo uso de la palabra Eduardo Acevedo Díaz (también masón) quien dijo: "esta urna no encierra tan sólo restos helados; ella simboliza los principios de la verdad y de la justicia que sobreviven a los hombres y a los tiempos, principios invencibles de que el héroe fue carne y acción, que en este día de apoteosis por aquí vagan con su sombra como genios tutelares(..) nadie podrá remontar la corriente de nuestra historia contemporánea, sin sentirse profundamente subyugado ante este ejemplo de virtud cívica, porque nunca se confió a más esforzado prócer el honor de la República y a brazo más robusto, el mástil de su bandera".
Fuente: La República
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