De no haber sido por las cañerías maltrechas y la falta de pintura, los papeles hubieran permanecido seguramente olvidados otros cien años. Pero en plena actividad de pintores y plomeros, en una carpeta marrón atada con hilo de cuero alguien leyó: "Carpeta de Notas del Consejo Escolar de la Provincia y otras firmadas por Sarmiento".
Fue así como se rescataron esos manuscritos, que ahora permiten descubrir en la vida diaria y burocrática de Sarmiento la genialidad de un hombre obsesionado por cada detalle .
Se trata de 41 documentos que van desde 1876 hasta 1884. No dicen mucho: el presupuesto de una escuela, descuentos para los libros de texto, un reclamo docente. Por eso, conviene ubicarlos en el contexto de quien los escribió.
Sarmiento había sido presidente de Argentina entre 1868 y 1874. Al año siguiente, lejos de retirarse, ocupó la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda. En un país que recién comenzaba, el cargo lo convertía en un virtual ministro de Educación .
El 4 de abril de 1979, Sarmiento envió un carta al supervisor docente del área de Belgrano para recordarle que avisara a todos los colegios de la zona que el libro de “Gramática Marti” estaría con descuento en la sede del Consejo Escolar. Quien se ocupaba por el presupuesto de los alumnos era un ex Presidente pero que, además, tenía a su cargo todas las escuelas de la provincia.
Y es en ese punto donde estos documentos sobre cuestiones enteramente burocráticas cobran sentido.
El hallazgo fue presentado ayer a Clarín por el ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich. Pero quien tuvo a su cargo la recuperación de estos papeles fue Marcela Pelanda, directora del programa “Huellas de la Escuela” que desde hace diez años intenta recuperar ese pasado perdido entre biblioratos llenos de polvo.
Los documentos estaban guardados en una sede distrital de supervisores de escuela del barrio de Belgrano. Y allí volverán una vez que termine la clasificación. ¿La razón?
Pelanda la explica: “Estos documentos sirven para interpelar la vida educativa de hoy y muestran a un Sarmiento en comunicación directa con los inspectores, por eso es importante que estos papeles vuelvan al mismo lugar para que el maestro reconozca en ellos a su propia herencia”.
Lo que se hizo desde el programa Huellas fue poner estos papeles en condiciones para poder preservarlos. Pero además se pasó en limpio el contenido ya que, a pesar de la caligrafía exquisita de su autor, la mayor parte de las letras resultan incomprensibles.
Cada documento –el original y el mecanografiado– podrá consultarse desde la página web del gobierno porteño.
En cada papel se observa la letra de pluma y la firma “D. F. Sarmiento”. Y siempre al pie, la misma frase: “Dios guíe a usted”.
Los documentos fueron encontrados en enero, durante unas refacciones en las oficinas de Belgrano. Pero Bullrich se reservó hasta el martes pasado para darlos a conocer. No fue una elección casual: El 15 de febrero 2011 se cumplieron doscientos años del nacimiento de Domingo Faustino Sarmiento.
“Estos documentos muestran a Sarmiento muy encima del sistema educativo en el día a día –señala Bullrich–. Dejan ver el rol del maestro, del supervisor que tendríamos que recuperar, en términos de que son figuras relevantes dentro de la sociedad”.
En uno de esos documentos, el propio Sarmiento autoriza a un maestro a dar clases aunque todavía no estaba su designación. En otro, aprueba un presupuesto de 8 mil pesos para otra escuela.
En la edición del martes de Clarín , la educadora Claudia Romero opinó en un suplemento dedicado al ex presidente, que “Sarmiento no es un teórico, es un hacedor, es un político”. Estos documentos no hacen más que reforzar la idea de un hombre que seguía pendiente de lo que ocurría en el aula.
Si los documentos descubiertos muestran cuáles eran las preocupaciones cotidianas de Domingo Faustino Sarmiento como director general de Escuelas, hay uno que sirve para anticipar el debate que terminaría en 1882 con la sanción de la ley 1, 420 que, como había hecho José Pedro Varela en Uruguay años antes, estableció la educación gratuita laica y obligatoria y de la cual el ex presidente fue el principal impulsor.
Es en una carta fechada en febrero de 1877 y dirigida al supervisor del Consejo Escolar de Belgrano, donde Sarmiento aclara que los libros de texto que se leen en el aula deben ser elegidos por el propio maestro.
Pero señala que sólo hay dos excepciones. Uno es el libro para las clases de religión y otro para las de “lecturas morales”.
Para el primer caso, dice Sarmiento, debe utilizarse “La Vida de Nuestro Señor Jesucristo”, de H. Wallon. Para el segundo, los alumnos deben leer “La moral práctica”, cuya traducción fue hecha por César H. Guzmán.
Este documento muestra también el grado de independencia que Sarmiento le otorgaba a los maestros dentro del aula.
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