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miércoles, 27 de octubre de 2010

GUTTENBERG: EL SUCESOR DE ANGELA MERKEL ?

Su nombre completo, Karl Theodor Maria Nikolaus Johann Jacob Philipp Franz Joseph Sylvester Freiherr von und zu Guttenberg, revela su origen: las palabras "von" y "zu" en los títulos nobiliarios alemanes indican respectivamente de dónde procede la familia y dónde reside ahora. A los 38 años de edad es Ministro de Defensa y pareciera ser el político con más futuro de Alemania.



Karl Theodor zu Guttenberg, dice que se siente como si estuviera en una montaña rusa y su vagoneta estuviera en la primera rampa de subida.

Y eso tiene sus riesgos, porque después de la primera subida suele haber, inexorablemente, una vertiginosa bajada.

"La caída tendría que haberme llegado ya. Y puede llegarme en cualquier momento".

El ministro conservador ha echado mano de esta imagen para frenar las especulaciones que le citan como sucesor en la Cancillería, quizás antes de las próximas elecciones federales de 2013.

Y es que las encuestas señalan al político bávaro como el más apreciado por los alemanes. Si en el verano de 2009 aventajaba en dos puntos a Angela Merkel, en la última encuesta, encargada por la televisión pública ARD, el ministro de Defensa obtiene la aprobación del 74% de los alemanes, frente al 41% que consigue Merkel.

Su nombre completo, Karl Theodor Maria Nikolaus Johann Jacob Philipp Franz Joseph Sylvester Freiherr von und zu Guttenberg, revela su origen: las palabras "von" y "zu" en los títulos nobiliarios alemanes indican respectivamente de dónde procede la familia y dónde reside ahora.

En el caso de Karl Theodor, en Guttenberg, un pueblo de 581 almas de la Alta Franconia, una de las regiones de Baviera.

Y está casado con una mujer de apellido aristocrático: Stephanie Gräfin von Bismarck-Schönhausen, tataranieta de Otto von Bismarck, fundador del Estado alemán moderno.

El padre del ministro, Enoch zu Guttenberg, es un célebre compositor y director de orquesta. Enoch se hizo cargo él solo de la educación de sus dos hijos.

La madre del ministro, Christiane Gräfin und Edle Herrin von und zu Eltz, se divorció de su marido en 1977 y casó en segundas nupcias con Adolf von Ribbentrop, hijo del que fuera ministro de Exteriores de Hitler, Joachim von Ribbentrop.

Todo ello añade detalles a la historia de una familia que se remonta al siglo XII y en cuya biblioteca se conservan algunos de los primeros ejemplares de libros compuestos nada más inventarse la imprenta.

Ningún político alemán tiene un árbol genealógico como el suyo. Su mujer y él son lo más parecido a la realeza que se da en Alemania, un país donde escasea el glamour de la aristocracia en la vida pública.

Han sido comparados con los Kennedy, aunque quizás los alemanes miren hacia modelos más contemporáneos como Barack y Michelle Obama, los Blair y, ¿por qué no?, incluso la pareja Carla Bruni-Nicolas Sarkozy.

Karl Theodor zu Guttenberg, un conservador moderno, viste a la moda, cuida hasta el último detalle, alterna con soltura una pajarita con chaqueta y vaqueros. Esquía y corre. Toca el piano.

En la campaña electoral de 2009 apareció con una camiseta negra con el logo del grupo heavy metal AC/DC cantando la canción Highway to hell (autopista al infierno). Siempre aparece impecable, tanto si visita a las tropas desplazadas a Afganistán como si va a una fiesta.

Brilla con su conocimiento de lenguas extranjeras y su licenciatura en Derecho. Sabe actuar frente a las cámaras y cada frase que se le graba es un mensaje político claro y directo. Se le reconoce su determinación y su independencia.

En un mundo político de tono gris, y en un país donde a menudo faltan argumentos y personajes para alimentar las páginas de cotilleo de las revistas, a Zu Guttenberg no le ha sido difícil atraer el interés.

Una curiosidad reavivada por su mujer, la bella Stephanie zu Guttenberg, 33 años y madre de dos hijas, que abraza una causa de interés público: abogada especializada en la defensa de los niños, ella preside el grupo Innocence in Danger, que se ocupa de los menores víctimas de abusos.

Desde hace algunas semanas, Stephanie está casi tan presente en los medios de comunicación como el marido. Todo empezó con la publicación de su libro ¡No mires hacia otro lado!, donde defiende la prevención como el mejor arma para evitar los abusos en la infancia. El flechazo con la prensa fue inmediato.

Joven, elegante, culta y comprometida con la sociedad, Stephanie es "una mujer interesada por los temas de la vida", como titulaba un perfil sobre ella la cadena de televisión ZDF.

En la mayoría de las ocasiones trata de transmitir una imagen cercana a la gente: en la portada de su libro aparece con un abrigo blanco y una camiseta de rayas, como si fuera una estudiante berlinesa.

Su batalla contra los abusos sexuales le ha hecho merecedora de una aparición en el programa algo sensacionalista Tatort Internet (literalmente "lugar del delito Internet"), cuyos promotores pretenden buscar a posibles pederastas en la Red haciéndose pasar por menores de edad. Actores, especialmente preparados, les citan en lugares públicos para desenmascararlos.

Poco importa que el programa haya recibido un sinfín de críticas. La reputación de Stephanie, en el papel de la noble comprometida con los dramas de la sociedad, contribuye a fijar la imagen sin mancha de la pareja.

El ascenso político del barón fue rápido. Miembro del Parlamento desde 2002, fue nombrado secretario general de los socialcristianos de Baviera de la CSU en 2009. Poco después fue llamado por el presidente de la CSU, Horst Seenhofer, para sustituir a Michael Glos, quien abandonaba el cargo de ministro de Economía de la Grossekoalition (formada hasta hace algo más de un año por socialdemócratas y cristianodemócratas).

Con 37 años de edad, el barón se convirtió en el ministro de Economía más joven de la historia de la República Federal.

Pronto se transformó en el ídolo de la Unión de Juventudes Democristianas de Baviera, que creó un videojuego donde él iba recogiendo con un saco los lingotes de oro que un directivo de los socialdemócratas tiraba por la ventana.

Su fama de trabajador serio y preocupado por respetar el pacto con el electorado cundió rápidamente entre el público. Su preferencia por el liberalismo tradicional y su crítica abierta al proteccionismo lo sitúan a la derecha de su propio partido.

Una vez en el Gobierno, el bautismo de fuego le llegó con el caso Opel. La quiebra del consorcio de automóviles General Motors amenazaba también a la firma alemana, parte del gigante estadounidense.

Zu Guttenberg se opuso a utilizar el dinero de los contribuyentes para rescatar a Opel. Aunque esto supusiera su cierre, y el paro para los trabajadores.

La mayoría del Gobierno era partidario de salvar la firma, inyectando dinero público o encontrando un comprador. Pese a ser un ministro novato, se opuso públicamente a Angela Merkel y dijo a la canciller que estaba dispuesto a dimitir si su posición en el caso era considerada un problema.

Tras duras negociaciones y un oportuno cambio de opinión del ministro, Opel fue vendida al consorcio Magna-Sberbankse. Su conducta, sin embargo, había impresionado gratamente a los alemanes.

El ministro Zu Guttenberg no tiene miedo de ir en contra de la opinión dominante, pero tampoco sabe callar. Tras la dimisión del presidente de la República, Horst Kohler, por haber vinculado los intereses económicos de Alemania con la misión militar en Afganistán, Zu Guttenberg fue uno de los pocos que le defendió: "No entiendo qué hay de malo en sus palabras", dijo.

Si a los políticos a menudo se les reprocha utilizar su cargo público en provecho propio, este no es, desde luego, su caso. "Me metí en política siendo totalmente consciente de que en cualquier momento puedo abandonarla", ha dicho. Y todo el mundo sabe que es verdad. En cualquier momento, el ministro puede dejarlo todo para volverse a su castillo.

No todo el mundo, sin embargo, le ve con tan buenos ojos. Sus enemigos consideran que lo que hace Zu Guttenberg no es más que demagogia. Y que el ministro es "el político más populista de Alemania", tal y como escribía la pasada semana la revista Der Spiegel, que dedicaba su portada a "los fabulosos Zu Guttenberg".

El ministro tuvo problemas una vez, pero los resolvió. Fue el 4 de septiembre de 2009, cuando tropas de élite del Ejército alemán ordenaron un ataque aéreo contra dos camiones de carburante robados por los talibanes en Afganistán. La intervención se saldó con 142 muertos, en su mayoría civiles.

Zu Guttenberg era entonces todavía ministro de Economía, pero se preparaba para asumir la cartera de Defensa. La matanza de Kunduz fue el primer obstáculo en su nuevo cargo: no cumplió con las promesas de transparencia y mintió.

Dijo que el ataque había sido una "respuesta proporcionada" a la acción de los talibanes y defendió su posición hasta que se supo que él estaba al corriente, antes de que las noticias llegaran a la prensa, de que en el ataque habían muerto muchos civiles. Admitió su error y siguió adelante. Su popularidad no se resintió por lo ocurrido.

El ascenso de Zu Guttenberg está relacionado con la pérdida de estima del Gobierno en la opinión pública.

A los alemanes les disgusta su clase política, aunque tendrían buenos motivos para estar contentos: Alemania ha salido de la crisis mejor que cualquier otro país y puede estar orgullosa de su crecimiento y de los considerables aumentos salariales.

Las encuestas, sin embargo, indican el descontento de la población, que se expresa también con un apoyo sin precedentes a Los Verdes, reconocidos por los analistas, históricamente, como partido de protesta.

Las próximas elecciones en el Estado federado de Baden Wuttenberg serán un barómetro del descontento.

El Gobierno de Merkel podría tener los días contados si la Unión Cristianodemócrata (CDU) terminara en la oposición, después de 57 años en el Gobierno local.

La derrota significaría un fracaso directo de Merkel y abriría el camino hacia la cancillería del barón Karl Theodor zu Guttenberg.

Esta posibilidad fue mencionada por primera vez la semana pasada por el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ). Desde entonces, la prensa alemana no para de especular sobre el tema.

Aunque tanto la canciller Merkel como él mismo negaron esta semana una crisis de liderazgo dentro de los cristianodemócratas, parece que cada día que pasa las piezas encajan mejor en la imagen del posible candidato a las elecciones generales de 2013.

"En los vértices de ambos partidos se ha difundido la opinión de que el sucesor de Angela Merkel procederá de las filas de la CSU", escribía la FAZ, que también señalaba que la derrota del Gobierno en Baden Wüttemberg "crearía una situación explosiva, por la que Merkel y Westerwelle (el ministro de Exteriores) serían barridos de la escena".

Zu Guttenberg acaba de apuntarse otro éxito al recibir la aprobación del Consejo de Ministros a su muy trabajada reforma del Ejército, una medida que pondrá fin al servicio militar obligatorio en Alemania, y en la que otra vez se movió de manera independiente.

Cansados de la austeridad de la época de Merkel, el 67% de la población está convencido de que los Zu Guttenberg, juntos, podrían representar la Alemania moderna y conservadora del futuro.

Fuente:El País

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