
Escribo esto desde la celda en los calabozos del Sebin, la policía secreta venezolana. Tengo 32 años y he sido un activista democrático durante los últimos doce años. Tengo dos hijos, de 8 y de 5 años, que son mi sol y mi luna. Tengo una esposa a la que amo y que ahora debe cargar con el peso de estar casada con un prisionero político.






