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viernes, 26 de noviembre de 2021

ANTARTIDA: DESPEGANDO UN BOEING DESDE UNA PISTA DE HIELO

Aunque lo más común es que los  aviones despeguen y aterricen sobre aeropuertos convenientemente asfaltados, en zonas geográficas que nada tienen que ver con el buen clima de España estas operaciones se tornan un tanto más complejas. Tanto es así, que hay algunas pistas en latitudes extremas que están hechas de hielo y los aviones llegan igualmente.


El vuelo FI1011 de la compañía islandesa Icelandair cubrió hace unos días una ruta un tanto particular. Unió la Estación de Investigación Troll, situada en el norte de la Antártida justo enfrente de África, con el Aeropuerto de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) en poco más de 5 horas. El aeródromo antártico se sitúa en una zona más o menos llana cubierta de una espesísima capa de hielo azul que hace de pista para aviones de ruedas.

El avión de la compañía islandesa es un Boeing 767-300 que normalmente es utilizado por las aerolíneas para vuelos de largo radio o medio radio con alta densidad de pasajeros. Y despegó desde el aeródromo helado como si se tratara de una pista en un aeropuerto tradicional.

La operativa de este tipo de vuelos es un tanto particular. Siendo la meteorología uno de los factores clave, así como tener en cuenta las condiciones de la pista hecha de hielo.

Si bien el despegue siempre conlleva un riesgo al exigir potencia a los motores, el aterrizaje en pistas heladas es una de las maniobras más delicadas a las que se puede que enfrentar un piloto. Tan solo se pueden llevar a cabo bajo unas determinadas y muy restringidas componentes de viento cruzado que limiten el posible deslizamiento lateral de la aeronave, lo que produciría un desastre.

Del mismo modo, la aplicación de los frenos de las ruedas del tren de aterrizaje debe limitarse y se deben emplear más a fondo otros sistemas como la reversa (revertir el empuje de los motores) y los aerofrenos a base de superficies aerodinámicas.

Otro de los puntos que deben analizar los pilotos es sobre la superficie de aterrizaje. En los aeropuertos, la resistencia del hormigón o del asfalto está lo suficientemente probada y no sufre alteraciones, pero cuando se aterriza sobre una pista de hielo esta resistencia no está tan garantizada, pudiéndose encontrar zonas irregulares u otras cubiertas por capas de nieve que cambian sensiblemente el agarre de la aeronave.

A pesar de lo espectacular del aterrizaje, existen varios de estos vuelos que operan durante todo el año y una buena cantidad de aeródromos que sirven a las diferentes bases de investigación científica. Algunos aeropuertos -como el de Troll- están preparados para soportar aviones con trenes de aterrizaje de ruedas, mientras que a otros tan solo se puede acceder con trenes de aterrizaje modificados con esquís.

Avión aterrizando en la Antártida

En particular, el Aeródromo de Troll está impulsado por el Instituto Polar de Noruega y cuenta con una pista de 3.025 metros de largo por 95 de ancho. Hay algunos que incluso cuentan con pistas de aterrizaje de hasta 4.000 metros y otros apenas llegan a los 700.      De ese factor también depende el tamaño de las aeronaves que pueden operar en ellos.


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