"El KSK no puede continuar bajo su forma actual", según la ministra en declaraciones al periódico Süddeutsche Zeitung. "Las Fuerzas Especiales -lamenta- se declararon parcialmente autónomas respecto al resto del Ejército por una cultura tóxica de algunos de sus jefes".
Kramp-Karrenbauer tenía opción de sustituir a los mandos, pero ha optado por no dar continuidad al cuerpo y que la decisión se ejecute con carácter inmediato.
En mayo, uno de los miembros del KSK fue detenido tras hallarse en su jardín explosivos, armas y munición sustraidos al ejército, además de abundante material nazi. Investigadores de las fuerzas armadas cifraron en 48.000 los cartuchos y en 62 los kilos de explosivos sustraídos tanto por este soldado como por otros compañeros a fin supuestamente de desencadenar una guerra civil.
"Perturbadores y alarmantes"
La ministra, además, ha informado sobre un paquete de medidas con el que pretende poner fin a la tolerancia a la extrema derecha en las filas del ejército alemán. Hace unos meses ya avisó: "Si las facultades de autolimpieza del KSK no tienen efecto, se planteará inevitablemente la cuestión de si puede mantenerse en su forma actual".
Las reformas ya tienen consecuencias: toda actividad en el extranjero se suspende hasta nueva orden, caso también de las misiones en Afganistán o Malí, donde las unidades del KSK serán reemplazadas.
Los sucesivos escándalos han sido calificados por Kramp-Karrenbauer como "perturbadores y alarmantes". Son los que le han llevado a suspender unas fuerzas especiales que se crearon en 1996 como una unidad dentro de la Bundeswehr centrada en operaciones antiterroristas.
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