Alvaro
Estévez es un alto ejecutivo financiero uruguayo que trabaja en uno de
los principales bancos de la City londinense. Como siempre, aprovechó la
última semana del año para pasar unos días en Punta del Este. Se
instaló junto a su esposa y sus dos hijos en una casa, que alquiló por
Airbnb, ubicada en la esquina de las calles Carrasco y Lido, en el
residencial barrio de San Rafael. Hace tres años que vienen alquilando bajo el mismo sistema y nunca habían tenido problemas en el balneario. Pero todo lo bueno algún día se termina.
La
llegada a Punta del Este les permite quebrar el frío invierno europeo y
reencontrarse con el resto de la familia y amigos. El martes por la
noche organizaron un asado en el fondo de la coqueta casa. Antes de la
llegada de sus amigos, Estévez tomó la precaución de cerrar las ventanas
y sus postigones. Trancó con llave la puerta de la vivienda mientras
compartía con sus invitados un asado en la barbacoa, junto a la piscina.
"Alrededor
de la una y media de la mañana, mi hija de 17 años entró a su cuarto y
salió corriendo y a los gritos. Le habían robado todas las valijas",
contó Estévez.
A continuación se vivieron momentos de dramatismo.
"Los
chicos salieron de la casa y entramos mis amigos y yo. El cuarto de mi
hija estaba vacío. Se habían llevado todo. En todos los dormitorios
estaban los cajones abiertos. Los equipajes tirados por todos lados. Se
llevaron su valija grande, un carry-on y una mochila. Allí tenía la computadora con todos sus trabajos del colegio y otras cosas solo valiosas para ella", dijo.
La joven quedó sin nada, apenas con lo puesto: un pantalón y una remera.
"Los
delincuentes revisaron todos los cuartos. A mi hijo le llevaron todas
las remeras Polo. Esto ocurrió mientras estábamos todos en el fondo de
la casa. ¿Qué hubiera pasado si alguno de los chicos o los adultos
entraban a la casa con los delincuentes adentro?", preguntó.
Estévez
dijo que se pensaba quedar hasta el 31 de diciembre pero después de lo
ocurrido resolvió devolver la casa y regresar a Londres. "Es más, el 30
de diciembre pensábamos ir a la fiesta en José Ignacio de un inversor
muy importante. Al día siguiente nos íbamos", indicó.
"No nos
podemos quedar ni un día más con mi esposa en el cuarto donde rompieron
una ventana y entraron los delincuentes. ¿Con qué tranquilidad puedo ir
a cenar a José Ignacio o dar una vuelta por Gorlero si a la vuelta me
entran de nuevo? A las tres de la mañana decidimos irnos", expresó.
"Lo que
más me afectó fue que los delincuentes ingresaron a la casa cuando
estábamos con nuestros amigos. Otra cosa es que salgas a dar una vuelta y
al regresar te encontrás con un desastre de estos", reflexionó.
"A mí me cuesta más barato ir a Creta, a Cerdeña, a Sicilia o a Turquía que venir a Uruguay. En Punta del Este pago los precios de Mónaco y de Londres con los servicios de Uruguay. Ahora no vengo más. En Londres mi casa tiene la puerta de vidrio. Tenemos un Mercedes que lo usa mi esposa con su cartera en el asiento del acompañante. Y no pasa nada", sostuvo el afligido ejecutivo.
Estévez sostuvo que le costará mucho explicarle a sus clientes en Londres sobre lo que les puede pasar en Punta del Este.
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