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viernes, 29 de diciembre de 2017

BERLIN (ALEMANIA): ZOOLOGICO A CIELO ABIERTO Y ENTRE LA GENTE

Alemania comienza 2018 sin gobierno. Pero ese no parece ser el único "gran problema" que enfrenta la nación germana. Hay otro flagelo: los jabalíes. Provocan accidentes de tránsito, arrasan jardines y merodean por algunos barrios al caer la noche. Nunca antes estos animales salvajes se habían sentido tan cómodos en Berlín, donde han llegado para quedarse. "Mucha gente me dice: allá donde voy, veo jabalíes", cuenta Derk Ehlert, portavoz del ayuntamiento de Belrín y gran especialista en fauna salvaje. En la foto un aleman le da de comer a un jabalí en las afueras de la ciudad de Berlín.


Sin embargo, nada indica que su número (pese a ser importante) haya aumentado fuertemente en los últimos años: se estima que hay en torno a 3.000, con picos que alcanzarían los 8.000, según él. No existe un censo exacto.

En cambio, su comportamiento "ha evolucionado enormemente", afirma.

"Ya no son tan miedosos, a veces incluso se los ve durante el día", mientras que normalmente prefieren las salidas nocturnas. "Se acercan a los humanos, se dejan ver en los parques", explica.

En la capital alemana, para cazar jabalíes, no es necesario salir del centro de la ciudad. Berlín tiene 892 kilómetros cuadrados de superficie. Ciento sesenta de esos kilómetros cuadrados son de bosque y otros 65 de zonas verdes. Eso la convierte en una de las capitales más verdes del mundo, con su propia flora y su propia fauna. Y aquí llega el problema.

Además de los varios cientos de especies de aves que anidan en el Tiergarten, un parque junto a la Puerta de Brandemburgo, y además de los conejos y ardillas que tanto gustan a los turistas, los bosques del municipio albergan zorros, corzos y jabalíes. Especialmente estos últimos complican muchísimo la vida a los berlineses, porque cuando se adentra el invierno y escasea la comida, rebuscan en los cubos de basura, entran en los patios de las casas y se vuelven más agresivos, además de causar muchos accidentes de tráfico.

'Sensación desagradable'.

La ciudad, a la que los medios han apodado "capital de los jabalíes", siempre ha sido un refugio para toda suerte de animales salvajes, desde los zorros, de los que hay unos 1.400, hasta las comadrejas que roen los cables de los motores de los coches o los mapaches que saquean cubos de basura.

Los bosques cubren un 20% del territorio berlinés. Y los numerosos ejes verdes instalados en el siglo XIX para airear la ciudad en plena revolución industrial facilitan la llegada de animales salvajes, que además suelen alimentarse en los numerosos huertos familiares.

El monocultivo de maíz en la periferia, muy codiciado por los jabalíes y la baja incidencia de la caza -que no empezó hasta 1992, tras la reunificación- fomentan su proliferiación, así como el hecho de que no tienen ningún predador natural. Además, los inviernos más suaves de los últimos años han dejado menos muertos entre los jabalíes.

Los sucesos relacionados con estos animales son cada vez más frecuentes, desde los accidentes de carretera a los perros atacados, pasando por un tren de gran velocidad detenido tras chocar contra una manada en las afueras.

Los ciudadanos cada vez están más molestos.

"Recibimos llamadas todos los días", señala Katrin Koch, responsable de una célula de información de la asociación ecologista NABU. "Es, simplemente, una sensación desagradable, este miedo latente cuando hay un jabalí en los alrededores. Uno se monta una película, y piensa inmediatamente que jabalí equivale a peligro".

Perro 'destripado'
Willi Aigner no tenía nada contra ellos hasta ese día de finales de agosto, cuando paseaba a su perro, como de costumbre, por el bosque de Tegel, al oeste de la ciudad.

"El jabalí se había escondido entre los matorrales. Ya habíamos pasado delante cuando, de golpe, se lanzó", afirma el jubilado, de 73 años.

Primero hacia el perro, al que "destripó con su colmillo" y luego, "era mi turno", cuenta. Muestra una foto de su herida, cosida, en el muslo.

El animal, de 120 kilos, huyó, aunque al final fue abatido por los "cazadores de ciudad", los únicos que pueden intervenir en ese territorio.

El anciano y su perro fueron auxiliados por un transeúnte que pasaba por allí.

Con todo, constituye un comportamiento inusual para unos animales generalmente pacífico. Si bien pueden mostrarse agresivos, esto solo ocurre, en principio, cuando la jabalina siente que sus pequeños están amenazados, o cuando son heridos.

'Jabalíes de ciudad'

"Hay que recordar que se trata de animales salvajes y que hay que tratarlos con respeto", recomienda Milena Stillfried, del Instituto Leibniz de investigación zoológica y animal de Berlín.

Autora de un reciente estudio sobre su comportamiento en la ciudad, la investigadora los conoce bien tras haber disecado cientos de estómagos suyos.

Al contrario de lo que se cree, "no saquean las basuras, sino que se alimentan casi exclusivamente de alimentos naturales", apunta.

Lo más inesperado, sin embargo, fue descubrir "poblaciones aisladas" en tres bosques de la capital. Quizá, la presencia del muro en torno a la ciudad durante la Guerra Fría pudo favorecer la instalación de colonias en el oeste, subraya la investigadora. Pero el origen de la del este sigue siendo un misterio.

Estas manadas sedentarias han desarrollado "un comportamiento de jabalíes de ciudad", añade Derk Ehlert. Saben que no tienen nada que temer a los humanos, excepto durante la caza, en octubre.

Su facultad de adaptación y su capacidad para escapar a los cazadores es sorprendente. "No influiremos demasiado con un arma en la mano", considera Katrin Koch, de NABU. "Habrá que aprender a vivir con esos animales".

Las autoridades berlinesas anunciaron a principos de diciembre la apertura de la veda para la caza mayor en el término municipal de la capital alemana, donde se espera que en los próximos meses sean abatidos miles de jabalíes y centenares de corzos. Según un portavoz de la guardia forestal municipal, en la pasada temporada los cazadores abatieron 2.459 jabalíes y más de 500 corzos en los bosques de la capital. Más de 600 de estas presas fueron abatidas en pleno centro.

Para evitar que los parques céntricos de la ciudad se conviertan en un tiroteo descontrolado, los responsables cinegéticos de Berlín conceden licencias solamente a cazadores muy experimentados y de probada responsabilidad, puesto que en esos mismos parques hay niños jugando, esforzados de la ruta del footing y abuelos practicando tai chi. Además, la veda está limitada al amanecer y al anochecer, cuando los parques son menos visitados, pero cuando hay menor visibilidad.

Su usted quiere abatir unos jabalíes en pleno Berlín y obtiene una de esas licencias, tendrá que notificar al guardabosques de turno cuándo y dónde saldrá de caza, para que puedan "identificar cada disparo", como ha afirmado en la presentación de la veda Matthias Eggert, guardabosques del distrito berlinés de Gatow.
Difícil convivencia

Muchos berlineses no son partidarios de solucionar este problema a tiro limpio, pero las alternativas resultan demasiado sucias. El pasado verano, en el distrito de Osterode (norte), surgió la idea de colgar de unos postes los pañales usados provenientes de una residencia de ancianos cercana, con el fin de desanimar a los jabalíes a acercarse a las viviendas. Y vaya que se desanimaban! Pero las autoridades sanitarias intervinieron y el método fue abolido.

Kristina Scherer, del portal de amigos de los jabalíes Wildschwein.net, considera que deben "aprender a convivir con ellos" y advierte de que tampoco es una solución trasladarlos a zonas boscosas fuera de la capital."Los jabalíes que han nacido en zona urbana la consideran su medio natural y si son llevados a los bosques intentarán regresar", asegura Scherer.

Además de jabalíes, desde hoy se puede cazar también en el centro mapaches originarios de Norteamérica, que han invadido masivamente los bosques de la ciudad desde que en los años 30 del siglo XX fueran liberados los primeros ejemplares. Pero los mapaches no se comen. Lo que llegará a los platos de Imbiss y restaurantes será la carne de jabalí y de corzo, que juntas generan un negocio de varios ceros.

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