El Laboratorio Francisco Dorrego tiene un 20 % de ausentismo, según las últimas cifras que maneja su directora, Silvia Belvisi. Sin embargo, la realidad parece ser peor. Durante uno de los últimos último paros, a las 16 horas había solo 5 de los 15 funcionarios que debían estar en el turno de la tarde. Faltó el 66,6 %. Ese día hubo un paro de 10 a 12 y "muchos de los que trabajan de mañana se cambiaron al turno de la tarde para no tener que venir en todo el día", cuenta un trabajador que sí fue.
Belvisi, resignada a esta realidad, advierte que hay otro problema contra el que no puede pelear: las licencias gremiales. El laboratorio es chico, son poco más de 60 trabajadores, están casi todos sindicalizados y en plena lucha de cara a la Rendición de Cuentas. Los empleados advierten que no es un tema solo de dinero y denuncian a la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) por "desmantelar" la producción pública de medicamentos en pos de favorecer a laboratorios privados.
"No es fácil trabajar así", reconoce la directora. "Cuando hay un paro de la salud acá se detiene todo. Esto no le pasa a los laboratorios privados, porque sus trabajadores no están conectados al gremio. Acá cada cosa que haga la Federación de Funcionarios de Salud Pública nos pega. En 2015 hubo 47 días de ocupación. Fueron 47 días sin producir. Esto es a suerte y gracia. Hay algunos trabajadores con mayor voluntad y otros con menos. El tema de ser público tiene el problema de que algunos llegan y dicen ya está, de acá no me pueden sacar. Siempre hay un porcentaje de personas que especula con eso".
Objetivo incumplido.
En junio de 2014, en plena campaña electoral, el expresidente José Mujica inauguró, con las entonces autoridades de ASSE, el nuevo laboratorio de comprimidos en el viejo edificio del Dorrego.
La inversión total estuvo cerca de US$ 1.500.000. "Esto sirve para bajar los costos de los medicamentos —decía el entonces mandatario. En una civilización en la que todo funciona con pastillas (…), que ya son casi una manía contemporánea, que yo no comparto pero veo en todas partes, acá tenemos una fortuna en juego".
El nuevo laboratorio Dorrego tenía un ambicioso objetivo: llegar a producir 100 millones de comprimidos por año. Pero lo cierto es que eso no se logró y siguen estancados en la mitad: 50 millones. El Dorrego es una gota en el océano presupuestal de ASSE.
De los $ 29.778.589.430 que el organismo gastó en 2016, $ 92.659.663 fueron a parar al laboratorio. Se trata de tan solo el 0,3%.
"Con esta realidad hoy los laboratorios no pueden estar abastecidos con medicamentos marca Dorrego, y eso es lo que nosotros queremos cambiar, porque si lo logramos el Estado va a poder ahorrar mucho dinero", sostiene la dirigente de la FFSP, Silvia Machado.
Las autoridades de ASSE pensaban lo mismo que ella en 2014, cuando inauguraron el centro. Decían que con la producción de 100 millones de comprimidos el Estado se ahorraría $ 20 millones anuales.
Contratar afuera.
Hay una máquina para hacer blísteres de medicamentos que está rota hace tres meses. ASSE no compró el repuesto y la directora del Dorrego puso a sus tres hombres de mantenimiento a "inventar" un repuesto alternativo. Mientras, se hizo un llamado a licitación para que un laboratorio privado se encargue de poner en los blísteres las pastillas que salen del centro público, aunque Belvisi reconoce que su deseo es que se compre una máquina nueva.
"Acá es como cuando se te rompe el auto: primero buscás el repuesto, después ves si lo podés atar con alambre, pero a su vez te contratás un Uber. Se tomaron todas las medidas a los efectos de no parar la producción", dice.
El Dorrego fabrica, más que nada, psicofármacos —que son los que se usan en las colonias Etchepare y Santín Carlos Rossi, y en el Hospital Vilardebó—, y medicamentos para la presión que abastecen —o deberían hacerlo— a toda la red pública.
Los pocos funcionarios que fueron el miércoles estaban haciendo un lote de 600.000 comprimidos. Lo preparaban en una máquina que, pese a que el sindicato señaló que no funcionaba bien, estaba operativa, y no paraba de sacar pastillas de alprazolam, un psicofármaco que trata los estados de ansiedad y que comercialmente se conoce como Aceprax.
La máquina despide 80.000 comprimidos por hora, informa la jefa de producción de sólidos del Dorrego, Fernanda Caunegre, y advierte que "funciona sin problemas". La directora técnica del centro, Adriana Monta, añade que si bien la máquina funciona correctamente, se podrían comprar algunos accesorios para facilitar su limpieza.
Belvisi se excusa de decir cuánto le va a salir al laboratorio empacar los comprimidos afuera, pues sostiene que "hay procesos legales de la licitación que no están cerrados". De todos modos, el cálculo no es difícil de hacer. El "Informe de la situación actual del Laboratorio Dorrego 2017", que la FFSP entregó a ASSE y al que accedió El País, señala que cada lote, o sea 600.000 comprimidos, tiene un costo de $ 58.800. La licitación fue por 40 lotes, o sea que se trataría de $ 2.520.000.
"Con la blistera rota el Dorrego produce menos y más caro; con esto ASSE tiene que comprar afuera y así es como financia a los laboratorios privados", resume Machado.
Además de comprimidos, el Dorrego hace pomadas para bebés y contra las contracturas, y suero. La máquina de envasado de suero también está rota. Se rompió uno de sus dos motores y están a la espera del repuesto. Belvisi advierte que los 900 centros de atención de ASSE tienen el suficiente stock de medicamentos del Dorrego. "Hay que entender que esto es como una casa: las cosas se rompen".
El Laboratorio incrementó la seguridad por alerta de robos.
La directora del Dorrego, Silvia Belvisi, dijo que en estos últimos años se incrementaron las medidas de seguridad dentro del laboratorio. Se lo dotó de una red de cámaras de seguridad —que solo se consultan ante una denuncia o la desaparición de fármacos o instrumental— y de un guardia en la puerta las 24 horas. Hoy, sostiene Belvisi, es "prácticamente imposible" que un trabajador pueda llevarse medicamentos. "No pueden sacar grandes cantidades, que es lo que podría ser atractivo para un ladrón. Se podrían llevar sí alguna pastilla suelta", señala. "En esta industria es imposible que no desaparezcan cosas. Por eso, aunque no lo hemos detectado, no se puede decir que no desaparezcan medicamentos. Lo que sí hemos hallado a través de las cámaras fue el robo de una balanza. Vimos por las cámaras que se trataba de una persona de mantenimiento", cuenta.
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