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viernes, 30 de junio de 2017

ARABIA SAUDITA: NUEVO ROSTRO DE LA MONARQUIA MEDIOEVAL QUE GOBIERNA ESE PAIS O MAS DE LO MISMO ?

El nuevo príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman, de 31 años, es el rostro de los incipientes intentos de modernización de la economía, con los que aspira a preparar al país para un horizonte en el que el petróleo pierda peso y también es responsable de la nueva y agresiva política exterior del reino. El joven designado ejercerá gran influencia sobre los mercados petroleros en un periodo en el que los grandes productores tienen dificultades para incrementar los precios.



Mohamed acaparó rápidamente varios de los cargos más importantes en el gobierno desde la llegada de su padre al trono, el octogenario Salman bin Abdulaziz, en enero de 2015, lo que alimentó el rumor en las calles de Riad de que terminaría desplazando a su tío como heredero.

Nacido en 1985, Mohamed es licenciado en derecho por la Universidad Rey Saud e inició su vida pública con 21 años, cuando fue asesor del comité de expertos del Consejo de Ministros. Está casado con su prima Sara bint Mashur al Saud, con la que tiene dos hijos y dos hijas.

En opinión de muchos, el príncipe es en realidad el responsable del reciente giro de la política exterior saudita, que ha llevado al reino a erigirse en el líder de los países sunitas, a los que ha guiado a la guerra de Yemen, a un aumento de la tirantez con Irán y a la actual crisis diplomática con Catar.

Quienes le apoyan, lo elogian por su dedicación para forjar una visión optimista del futuro del reino, especialmente para su gran población joven. Las voces críticas señalan que tiene hambre de poder y temen que su falta de experiencia ya haya situado a Arabia Saudita en problemas costosos que no tienen salida clara, como es el caso de la guerra en el vecino Yemen.

La importancia de Mohamed en la Corona quedó patente cuando fue el encargado de viajar a Washington DC, el pasado marzo, para el primer contacto saudita con el nuevo presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump, una visita en la que se negoció un acuerdo sin precedentes, de US$ 110.000 millones, para compra de material bélico, rubricado en mayo.

Desde la coronación del rey Salman, recayeron en el príncipe la jefatura de la Corona, el puesto de viceprimer ministro, la cartera de Defensa y la dirección del poderoso Consejo Económico y de Asuntos de Desarrollo. Desde este cargo ha sido el responsable de las decisiones políticas que conciernen a Aramco, la mayor petrolera del mundo, y también del ambicioso proyecto visión 2030, en el que se enmarcan los planes de modernización de la economía del país con lo que se pretende reducir su dependencia del petróleo.
Renueva.

En ese contexto, el año pasado, el príncipe Mohamed anunció la venta de un 5 % del capital de Aramco, que, cuando se concrete, será la mayor operación bursátil de la historia y permitirá recaudar fondos para sus costosos planes de inversión.

Mohamed ha dado vuelta el modelo tradicional saudita de energía, desde que su padre llegó al poder. Antes, la familia real ponía la conducción de la industria petrolera en manos de tecnócratas con amplia experiencia, pero el príncipe ha optado por ejercer influencia sobre los enormes recursos energéticos del país. Hay opiniones divididas sobre su acción. Algunos señalan que llega con renovados bríos y un enfoque fresco para orientar la exportación más valiosa del país, usando ese recurso para ayudar a modernizar y diversificar la economía. Sin embargo, los detractores sostienen que carece de experiencia y es proclive a interferir, socavando a funcionarios de experiencia y haciendo declaraciones públicas inesperadas. "El problema es que él resulta impredecible y no surge con claridad de quién depende para asesoramiento", indicó Paul Stevens, analista de energía de Medio Oriente, de Chatham House, una organización de investigación con sede en Londres.

Los precios del petróleo se sitúan alrededor de US$ 45 el barril, y continúan descendiendo después de la noticia del ascenso de Mohamed. El precio actual está 20% por debajo del que se registró en abril y muy lejos de los niveles de 2014 que fueron superiores a los US$ 100 el barril.

El principal motivo de la declinación de los precios deriva de los recortes realizados por la OPEP que han inducido al aumento de la producción de shale oil o petróleo de esquistos en Estados Unidos y otros rivales, lo que limita las acciones del cartel.

Mohamed parece haber cambiado de posición sobre la estrategia petrolera. Inicialmente, declaró que los precios no importaban, pero cuando cayeron a niveles inquietantes el año pasado, respaldó los recortes de producción de OPEP y otros productores, como Rusia, como la manera de que los precios ascendieran.
Persistiría en reducir la producción para incrementar precio del crudo.

Los analistas coinciden en que el camino más probable que siga recorriendo Arabia Saudita es persistir con los recortes de producción o profundizarlos con la finalidad de impulsar los precios y mejorar el clima para la oferta pública inicial de Aramco.

"Debemos estar preparados para que Arabia Saudita haga todo lo necesario con el propósito de mantener los precios por encima de US$ 50 el barril", estimó FGE, una consultora de energía, en una nota que envió a sus clientes, el pasado miércoles. "Si la oferta pública inicial se realiza, los precios no pueden estar por debajo de los US$ 50 el barril".

El interrogante es por cuanto tiempo Arabia Saudita puede continuar con una política de producción reducida si el resultado no son los precios más altos. En 2014, el ex ministro de Petróleo de Arabia Sudita, Ali al-Naimi concluyó que no tenía sentido que la OPEP restringiera la producción porque los recortes que hiciera serían reemplazados por los productores de shale oil.

Cuando los precios descendieron a menos de US$ 30 el barril, a comienzos del año pasado, Al-Naimi y otras autoridades comenzaron a buscar restricciones temporarias a la producción para aumentar los precios.

Hasta el momento, se da crédito a esos recortes por incrementar los precios y mantener los ingresos de los países productores. Pero, una caída de los precios podría inducir a Mohamed a considerar si la limitación de la producción sirve a los intereses sauditas.



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