lunes, 21 de septiembre de 2015
LA OPINION DE J. CARLOS JURADO: LA LEYENDA DEL NEGRO JEFE
Obdulio Jacinto Varela, apodado ‘El negro jefe’, no marcó ningún gol en la final ante Brasil en 1950 pero demostró que con un brazalete de capitán también se pueden ganar partidos. De hecho, mientras vistió la camiseta charrúa en un Mundial, la selección de Uruguay nunca cayó derrotada.
En el Mundial de 1950, el ‘cinco de Uruguay’ levantó el ánimo a sus compañeros cuando vio que éstos se acongojaban en el túnel de vestuarios ante el ruido ensordecedor de los 203.850 espectadores que animaban sin parar a Brasil en Maracaná. “No piensen en toda esa gente, no miren para arriba, el partido se juega abajo y si ganamos no va a pasar nada, nunca pasó nada. Los de afuera son de palo y en el campo seremos once para once. El partido se gana con los huevos en la punta de los botines", les dijo a sus compañeros.
Mientras los dirigentes del fútbol uruguayo se conformaban con perder por menos de cuatro goles ante Brasil, Obdulio Varela sí creía en el milagro charrúa. Por eso, cuando Friaça adelantó a la ‘canarinha’ en el minuto 48 ‘El negro jefe’recorrió treinta metros para recoger el balón del fondo de las mallas, reclamar un fuera de juego inexistente al juez de línea y dejar el cuero en el centro del campo para hablar esta vez con el árbitro del partido. Todo para acallar a las 200.000 personas que celebraban sin parar el gol de Brasil.
“Ahí me di cuenta que si no enfriábamos el partido, esa máquina de jugar al fútbol nos iba a demoler. Lo que hice fue demorar la reanudación del partido, nada más. Esos tigres nos comían si les servíamos el bocado muy rápido. Entonces a paso lento crucé la cancha para hablar con el juez de línea, reclamándole un supuesto fuera de juego que no había existido, luego se me acercó el árbitro y me amenazó con expulsarme, pero hice que no lo entendía, aprovechando que él no hablaba castellano y que yo no sabía inglés.
Pero mientras hablaba varios jugadores contrarios me insultaban, muy nerviosos, mientras las tribunas bramaban. Esa actitud de los adversarios me hizo abrir los ojos, tenían miedo de nosotros. Entonces, siempre con la pelota entre mi brazo y mi cuerpo, me fui hacia el centro del campo. Luego vi a los rivales que estaban pálidos e inseguros y les dije a mis compañeros que éstos no nos podían ganar nunca, nuestros nervios se los habíamos pasado a ellos. El resto fue lo más fácil”, así explicaba Obdulio Varela cómo cambió el destino de un partido que en principio tenía perdido Uruguay.
Al grito de “ahora sí, vamos a ganar el partido”, Uruguay inició la remontada que le llevó a proclamarse campeona del mundo. Obdulio Varela recibió el trofeo en una esquina de Maracaná de manos de Jules Rimet aunque años más tarde se arrepentiría de haber ganado aquel partido. “Si volviese a jugar esa final prefería perderla. Parecía que los dirigentes eran quienes habían ganado el trofeo", reconoció.
Y es que mientras los jugadores recibieron una medalla de plata conmemorativa y un poco de dinero, con el que Obdulio Varela se compró un Ford que le fue robado a la semana siguiente, los dirigentes de la Federación uruguaya se otorgaron a sí mismos una inmerecida medalla de oro. Aunque parezca increíble, el deportista uruguayo más importante del siglo XX falleció en la pobreza en 1996. El gobierno uruguayo se encargó de todos los gastos de su muerte pero llegó tarde para brindarle el homenaje que Obdulio Varela se merecía.
jjurado@marca.com
La leyenda de Obdulio Varela
Por J. CARLOS JURADO
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