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viernes, 29 de mayo de 2015

L. LYNCH: LA MAGNOLIA DE ACERO ARRANCO A PASO FIRME BARRIENDO CORRUPCION

Hija de un reverendo baptista que luchó en los años 60 y 70 a favor de los derechos civiles en Estados Unidos de América, Loretta Lynch está en el cargo apenas desde fines de abril. El presidente Barack Obama había nominado a Lynch en noviembre para el puesto, pero su confirmación en el Senado, donde los republicanos tienen mayoría, se había retrasado varios meses.



Muchos republicanos se oponían a su nombramiento porque Lynch apoya los decretos migratorios anunciados por el presidente en noviembre, a los que se opone el partido de la oposición al considerar que Obama se ha extralimitado en sus poderes.

Los demócratas acusaron a los republicanos de politizar la nominación de Lynch, que en 1984 se doctoró en derecho en la prestigiosa universidad de Harvard, para anotarse puntos políticos frente a Obama.

Finalmente, el pasado 23 de abril, el Senado confirmó a Lynch -con 56 votos a favor y 43 en contra- como nueva fiscal general de Estados Unidos. Lynch, la primer mujer negra al frente del Departamento de Justicia de Estados Unidos, sustituyó en el puesto al afroamericano Eric Holder.

Como responsable del Departamento de Justicia, Lynch se ocupa de una gran variedad de asuntos, desde la lucha antiterrorista hasta el derecho al voto, pasando por la lucha contra la corrupción en el sector público, la ciberdelincuencia y los delitos de cuello blanco.

Antes de ser fiscal general de Estados Unidos, Lynch había sido fiscal federal del distrito este de Nueva York, donde persiguió a terroristas, mafiosos y corruptos. También fue socia del bufete de abogados Hogan & Hartson en Nueva York.

Lynch también fue consejera especial del fiscal del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR). Y fue la encargada de realizar una investigación especial sobre las denuncias de manipulación de testigos y falsos testimonios en dicho tribunal.

Sin embargo, ahora su nombre acapara las portadas del planeta entero tras conocerse la imputación de 14 directivos de la FIFA por aceptar sobornos, asociación delictiva y corrupción.
Quienes la conocen le dicen "Magnolia de acero", por aquello de la flor sureña por excelencia y la resiliencia que suele atribuirse a las mujeres de esa zona del país. Puede que sea nada más que un cliché pero, en todo caso, Loretta Lynch, la fiscal general que acaba de causar un terremoto en la poderosa FIFA, se está ganando el mote a pulso.

Apenas lleva un mes en el cargo. Pero si algo demostró en esos 30 días es un raro placer por perseguir el delito de guante blanco -ese que cometen los poderosos valiéndose de la ingenuidad de los que menos tienen- y que, en ese empeño, no es de las que se asustan fácilmente. También, que no teme a las cuestiones raciales, como los violentos disturbios de Baltimore.

Hace sólo una semana batió récords al imponer a cinco bancos internacionales la multa más alta de que se tenga memoria. Los acusó de haber constituido una asociación irregular para intervenir en el mercado y manipular a su antojo la tasa de cambio entre dólares y euros, en perjuicio de miles de ahorristas de todo el mundo. "Un delito flagrante que han venido cometiendo durante años", dijo.

Los cinco gigantes de las finanzas no tuvieron más que bajar la cabeza y aceptar una multa conjunta por 5000 millones de dólares. Es la cifra más alta jamás pagada por entidades de este tipo. Tal el castigo ejemplar que esta fiscal negra de 57 años acaba de imponer, en conjunto, a los bancos UBS, Barclays, Citigroup, JPMorgan, Royal Bank of Scotia (RBS) y Bank of America.

Un auténtico club de poderosos que formó "un cartel" para delinquir, dijo, respecto de aquel caso. Palabras más, palabras menos, la frase repite la idea central de lo que ayer enrostró a directivos de la FIFA, de quienes aseguró que usaron sus cargos para "obtener dinero de forma ilegal" con sobornos y coimas.

En sólo dos semanas, esta hija de un hogar humilde del Sur de los Estados Unidos, nacida en Greensboro, Carolina del Norte, se cargó a dos poderosos impensables.

"Loretta se ha pasado la vida luchando por la Justicia. Desde su posición enfrentará, entre otros temas, muchos casos de corrupción", vaticinó el presidente Barack Obama cuando el Senado aprobó finalmente su designación. Fue apenas el pasado 23 de abril. Pero, por inteligente que sea el presidente, difícilmente haya imaginado semejante terremoto en tan poco tiempo.

Hija de un pastor protestante y de una madre que cosechaba algodón en el campo para sumar en el siempre escaso presupuesto familiar, Loretta es la segunda de tres hermanos. "Yo coseché algodón para que vos no tuvieras que hacerlo y pudieras hacer otra cosa", dice que le dijo su madre.

De chica supo lo que era la discriminación por ser negra pero, según dicen quienes la conocen, no cayó en las trampas más frecuentes de esa injusticia: no bajó los brazos ni tampoco se volvió una esclava de la rabia. "Lo que sí hizo fue esforzarse mucho más que cualquiera durante toda su vida", menciona una ex compañera que la trató durante sus días en la Durham High School, la escuela que frecuentó y que, con mayoría de alumnos blancos, se negó a reconocerla como abanderada para no pasar por el "escándalo" de conceder ese honor a una afroamericana.

Quiso luego ir a Harvard y no sólo lo consiguió, sino que egresó de su escuela de Derecho con nota destacada. Ya por entonces, perseguir sus sueños le costó un esfuerzo adicional: la universidad local le había ofrecido una beca completa. Tuvo que hacer gala de osadía y vencer la comodidad para rechazarla, en aras de la opción que venía persiguiendo. En esos desafíos puede que esté una de las claves de su personalidad. Algo que volvió a poner de manifiesto cuando, años atrás, dejó la vida corporativa para optar por la carrera judicial.

El salto del sector privado al público le significó, en ese entonces, pasar a ganar sólo la cuarta parte de lo que le pagaba el estudio de abogados. "Pero yo buscaba hacer algo que tuviera más sentido", explicó después. No se sabe si ya lo encontró. Pero en estos treinta días en el gobierno del sistema judicial la muestran con toda la energía a flor de piel y lejos de la cobardía.

Loretta Lynch se casó hace poco, en 2007. No tiene hijos propios, pero su marido tuvo dos en un matrimonio anterior.

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