En una de sus últimas actividades protocolares antes de terminar su mandato, el Presidente José Mujica participó del tradicional arriado del pabellón nacional en la Plaza Independencia. Allí se despidió de la ciudadanía y expresó: “Querido pueblo, gracias, gracias por tus abrazos, críticas, cariño y, sobre todo, gracias por tu hondo compañerismo cada una de las veces que me sentí solo”.
Mujica saludó al cuerpo de Blandengues que se encontraba formado frente a la Torre Ejecutiva y les agradeció por el trabajo realizado durante su mandato. Seguidamente, se dirigió a la zona de mástiles ubicado en la Plaza Independencia, donde se procedió al arriado de la bandera uruguaya que posteriormente le fuera entregada por el jefe de la Casa Militar, Gral. Julio R. Macías.
Antes de finalizar el acto, el Presidente uruguayo leyó unas líneas que escribió —contrariamente a su estilo habitual, según sus propias palabras—, para despedirse de la ciudadanía. Les agradeció por haberle regalado los últimos cinco años en la Presidencia de la República y rememoró las vivencias de su niñez, con escuelitas atestadas de gurises remendados, zapatillas rancheras y madres duras que siempre le daban la razón a la maestra.
Se remontó a su época de adolescente protegido por una madre fuerte y dura, transcurrida en un mundo de posguerra y luego el dolor de la “España emigrada”, época en la que Uruguay, sin darse cuenta, dejaba de ser la "Suiza de América" para dejar paso a una nación llena de anhelos por un mundo más justo, “sin que lo mío y lo tuyo nos separara”, dijo.
“Nuestra democracia comenzó a enfermar porque nada había para repartir y sin darnos cuenta caminábamos hacia la confrontación (…) mientras el mundo se sumía en una guerra fría (…) vivimos años de estancamiento, de utopía militante en la que terminamos jugándonos todo, como muchos otros. Sufrimos e hicimos sufrir y somos conscientes, pagamos precios enormes, pero seguimos por milagro vivos y templados (…) mucho más humildes y republicanos, porque nos quedó incrustado que nadie es más que nadie”, subrayó Mujica.
Estas experiencias de vida, según el Presidente, fueron las que le permitieron evolucionar hacia una vida liviana de equipaje, que le deja tener el mayor tiempo libre posible para volcarlo socialmente a lo largo de toda su existencia, “por ser nuestra forma de felicidad posible”.
“Al cabo de tanto trajín supimos que la lucha que se pierde es la que se abandona”, expresó Mujica visiblemente emocionado y agregó: “No hay ningún final sino el camino mismo al que muchos otros arrimarán lo suyo para continuar la lucha”. Lamentó que estos cinco años hayan pasado tan rápido, en una lucha permanente entre solidaridad y egoísmo.
Finalmente, entre aplausos y ovaciones el Presidente afirmó: “Querido pueblo, gracias, gracias por tus abrazos, críticas, cariño y, sobre todo, gracias por tu hondo compañerismo cada una de las veces que me sentí solo en el medio de la Presidencia. No dudes que si tuviera dos vidas las gastaría enteras para ayudar a tus luchas, porque es la forma más grandiosa de querer la vida que he podido encontrar a lo largo de mis casi 80 años. No me voy, estoy llegando, me iré con el último aliento, y donde esté estaré por ti, contigo, porque es la forma superior de estar con la vida”.
Estuvieron presentes en este acto el Presidente electo, Tabaré Vázquez y el vicepresidente Raúl Sendic, junto al gabinete ministerial actual, el electo, legisladores y demás autoridades nacionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario