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miércoles, 11 de marzo de 2015

PLAÑIDERA CENICIENTA: CAMUFLAJE PARA SOBREVIVIR


En la selva tropical sudamericana, donde según los expertos entre el 90 y el 95 % de las aves no llegan a adultos debido a las múltiples amenazas del medio, la plañidera cenicienta (Laniocera hypopyrra) desarrolló un mecanismo de defensa que la asemeja a una oruga tóxica de la familia Megalopygidae.



Mide cerca de 20 a 21 cm de longitud y pesa en promedio 46 g. Plumaje gris ceniza, más pálido en las partes inferiores; las plumas primarias con matices color marrón; presenta en las alas dos filas de puntos grandes color ante acanelado o anaranjado; las puntas de las terciarias y la cola del mismo color; mechones pectorales (no siempre visibles) color rufo anaranjado en el macho y amarillo limón en la hembra. Los inmaduros tienen algún rufo en el pecho y puntos negros dispersos en las partes inferiores.

"Esto se llama mimetismo batesiano, cuando animales no tóxicos imitan a animales tóxicos para protegerse de los depredadores", dijo a la AFP Gustavo Londoño, investigador de la Universidad Icesi de la ciudad de Cali y coautor de un estudio sobre el tema publicado en la revista estadounidense The American Naturalist.

Londoño, especialista en la conducta de las aves, dijo que en observaciones de campo descubrieron una evolución de morfologías y comportamientos para subsistir.

Para empezar, las plañideras cenicientas, que de adultas son grises, nacen con plumas naranjas y con puntas blancas, lo cual les permite emular a estas larvas venenosas, cuya especie aún no se ha podido determinar.

Aparte de este llamativo plumaje, los expertos notaron que estos polluelos, de apariencia y tamaño similar a las orugas tóxicas, tenían una forma específica de identificar a sus padres que también parecía protegerlos de posibles depredadores.

"Normalmente cuando uno saca un polluelo de un nido, lo primero que hace es abrir el pico y empezar a pedir alimento a los adultos, pero este polluelo nunca hizo eso en las mediciones", dijo Londoño, un biólogo que dirigió las pesquisas sobre la conducta de estas aves en el parque nacional del Manu, en el sureste amazónico de Perú.

Por el contrario, una vez que sentían una presencia en el nido, empezaban a mover la cabeza para imitar el movimiento de la oruga. "Sólo cuando el adulto emitía una vocalización especial, el polluelo empezaba a pedir alimento", agregó.

Londoño señaló que los adultos alimentan "muy poco" a sus crías. "Sólo una vez por hora, mientras que otras aves, de Norteamérica, por ejemplo, los alimentan entre 12 y 20 veces por hora", dijo.

Además, estos especímenes permanecen unos 20 días en el nido después de salir del huevo, mientras que "hay otras aves en esa misma zona que sólo están nueve días", agregó el científico.

La investigación, que comenzó con la tesis de doctorado de Londoño en 2007 y ya ha involucrado a unos 200 estudiantes de 16 países, continúa para determinar la especie de la oruga y avanzar en otros aspecto de los cambios morfológicos y comportamentales detectados.
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Se trata de la Laniocera hypopyrra, conocida como la plañidera cenicienta, que actúa como una oruga venenosa de la familia Megalopygidae.

Las primeras pistas se dieron en el 2007 en el Parque Natural Manu, en Perú, cuando el profesor del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Icesi, Gustavo Londoño, empezó una investigación para entender cómo las aves modifican sus estrategias de anidación, específicamente en cambios térmicos y en presiones de depredación.

La anidación en aves es uno de los estados mas críticos ya que del éxito reproductivo depende en gran parte que las poblaciones persistan a lo largo del tiempo. Durante la anidación, las aves se ven enfrentadas a un gran compromiso entre su supervivencia y la supervivencia de sus crías, señalan los expertos.

En la mayoría de las aves el desarrollo del embrión depende del calor que la madre o el padre le transfieren al huevo durante la incubación. De manera similar, en la mayoría de las aves, el desarrollo de los polluelos depende del alimento que traen los adultos al nido, lo cual implica que un menor esfuerzo al incubar o alimentarlos, reduce el desarrollo del embrión, pero aumenta la longevidad del ave ya que gasta menos energía y tiene más tiempo para buscar su alimento.

Esas conclusiones motivaron a Londoño a estudiar la reproducción en aves, y fue precisamente durante su investigación que descubrió algo que nunca antes fue documentado para un ave. En 2012 buscando nidos en un bosque amazónico, el investigador caleño Manuel Sánchez encontró uno de la especie Laniocera hypopyrra, que junto con el investigador, Duván García, fue monitoreado.

image_2531-Laniocera-hypopyrraAl cuarto día nació el polluelo y encontraron que contrario al color gris del adulto, al nacer esta ave presenta unos plumones (plumas modificadas) que parecen largas barbas de color naranja con blanco en la punta, que le permite una apariencia similar a la de la oruga.

Esto llamó la atención a los investigadores, ya que ninguno de los polluelos encontrados en la zona de estudio presenta estas características, afirmó el investigador Londoño.

Pero la sorpresa llegó al sexto día cuando al sacar al polluelo del nido para medirlo, tuvo un comportamiento distinto. No pidió alimento como hacen todos los polluelos y en cambio movía su cabeza lentamente de un lado a otro.

Esto reforzó la idea de los investigadores que el polluelo imitaba a una oruga, pues se repitió en varias ocasiones. No fue así cuando un adulto se acercaba al nido con alimento, en ese momento movía la cabeza de un lado a otro y producía una vocalización particular para pedir alimento. Lo cual sugiere que cada vez que algo desconocido llega al nido el polluelo se comporta como una oruga.

Londoño realizó una nueva temporada de campo con la investigadora Wendy Valencia, quien fotografió una oruga de la familia Megalopygidae, de caracter tóxico, que era exacta en coloración y muy parecida en tamaño al polluelo. Esa era la pieza que le faltaba a la historia.

“Esta es la primera vez que se describe este tipo de mimetismos batesianos, especies que no son tóxicas imitando a especies tóxicas, para protegerse de los depredadores”, concluyó el investigador Londoño.


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