"No vamos a poner este caza en el aire hasta que estemos seguros de que es absolutamente seguro", dijo Hagel en una vista a la base aérea de Eglin (Florida), el principal centro de operaciones de los F-35.
Hagel se reunió con el piloto que tuvo que evacuar uno de los cazas por un incendio en el motor en una sesión de entrenamiento, motivo de una investigación que aún no ha concluido.
En su visita, el jefe del Pentágono destacó la importancia que este caza, en fase de desarrollo, tendrá para la seguridad de Estados Unidos de América y el compromiso "total" del Pentágono con el F-35, un avión desarrollado por Lockheed Martin que se ha salido del presupuesto inicial y ha sido duramente criticado por el Congreso, además de haber sufrido algún que otro contratiempo incómodo.
El caza, llamado a sustituir las flotas de F-16 de Estados Unidos y sus aliados, ha acumulado retrasos pese a ser presentado como un proyecto asequible y necesario.
Tras dos décadas de concepción y desarrollo el coste del proyecto se ha disparado a los cerca de 400.000 millones de dólares, el proyecto armamentístico más caro de la historia del Pentágono.
El fallo en el motor, producido por una filial de Pratt & Whitney, ha obligado a cancelar el esperado debut del caza en dos exhibiciones aéreas en Reino Unido.
El Pentágono está desarrollando tres variantes del F-35, para la Fuerza Aérea, la Armada y los Marines, proyectos aún en fase de desarrollo, por lo que el caza aún no se utiliza en operaciones de combate.
Los Marines esperan comenzar a operar las primeras unidades para mediados de 2015, la Fuerza Aérea en 2016 y la Armada en 2017.
En el año 2009 se decía que espías informáticos habíann violado en repedidas ocasiones la seguridad del proyecto de armamento más costoso del Pentágono, el programa 'Joint Strike Fighter', que desarrolla el avión de combate F-35 y que tiene un costo de más de 300.000 millones de dólares.
Según publicaba el diario 'The Wall Street Journal', citando a funcionarios y ex funcionarios cercanos al citado proyecto, los intrusos fueron capaces de copiar y extraer datos relacionados con el diseño y los sistemas electrónicos que podrían usarse para facilitar la defensa contra un posible ataque del avión.
No obstante, los espías no pudieron acceder a los materiales más sensibles, ya que estos se mantienen en equipos que no están conectados a la Red, añade el diario.
Los intrusos entraron a través de vulnerabilidades en las redes de ciertos contratistas que participan en la construcción del avión de combate.
Lockheed Martin es el principal contratista, mientras que Northrop Grumman y BAE Systems también tienen importantes papeles en el proyecto. Lockheed Martin y BAE declinaron hacer comentarios a esta información, y Northrop se remitió a lo contestado por Lockheed, según el periódico estadounidense.
A pesar de la ausencia de declaraciones por parte del Pentágono, la Fuerza Aérea había comenzado una investigación.
De momento no ha sido identificada ni la identidad de los atacantes, ni se ha cuantificado los daños. Algunos ex funcionarios afirmaron los ataques parecen haberse originado en China, aunque señalaron que era difícil determinar el origen debido a la facilidad de ocultar la identidad 'online'.
Por su parte, la Embajada de China en Washington asegura que "se opone y prohíbe todas las formas de delitos cibernéticos".
Por otro lado, funcionarios del Pentágono informaron de que ha habido una serie de violaciones en los sistemas de control aéreo de la Fuerza Aérea de los EEUU en los últimos meses.
Fuente: El Mundo
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