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lunes, 14 de abril de 2014

PATO CELESTE: NADIE ME REGALO NADA

"¿Ya pasaste el puentecito?", pregunta por teléfono Gustavo Torena al periodista del diario El País. "¿Ya lo pasaste? No, no... Andá para atrás y doblá en la primer calle", dice Torena. Sigue dando instrucciones por celular hasta que un par de minutos después se ve una silueta que hace señas frente a una enorme casa, ya en las afueras del balneario, en el límite con Punta Colorada en Piriápolis.



Es la residencia que construyó hace poco tras concretar unos negocios con el gobierno de Venezuela, según dice. Es una de esas casas que se destaca en cualquier balneario. No desentonaría en José Ignacio. El predio, en una esquina, es grande y tiene una vista despejada y bien verde. Acá vive todo el año con su mujer, Gladys.

De fondo se escucha el ruido de los pajaritos, muy de vez en cuando interrumpido por algún auto. No hay construcciones alrededor, salvo un grupo de viviendas que el propio Torena está construyendo en la vereda de enfrente con algunos socios, que en un futuro será un complejo de cabañas. Su casa, de estilo minimalista, tiene paredes blancas y grandes ventanales. Atrás hay una piscina, rodeada de reposeras, sombrillas y algunas palmeras. Y más atrás una casa pequeña, que es donde se queda su hijo Gabriel, de 24 años.

En un costado hay una enorme barbacoa donde el dueño de casa -creador de la mascota no oficial de la selección uruguaya, amigo (o algo así) del presidente José Mujica e impulsor de una lista de futbolistas y carnavaleros en el Espacio 609- recibe a Qué Pasa. Viste sandalias, bermuda, una remera verde con un agujero en la espalda, y dos pares de lentes que se saca y pone según sus necesidades. Invita a pasar, sonriente.

Casi lo primero que se ve al entrar a la barbacoa es un gran retrato de José Mujica, pintado por el artista Gustavo Vasco. Torena cuenta la historia: resulta que la selección se iba a Sudáfrica y él arregló para que el presidente le fuera a dar una charla a los jugadores a la concentración. Con Enrique Saravia encargó el cuadro y lo hizo firmar por todos los jugadores, hasta por Oscar Tabárez y Celso Otero. Se organizó una cena y esa noche le entregaron el cuadro al presidente. Pero Mujica no se lo llevó, lo dejó ahí. Al otro día lo llamaron a Torena y él fue a buscar el cuadro. Pasó el Mundial y le avisó al presidente que tenía su retrato. "Quedátelo", le respondió Mujica, cuenta el Pato Celeste. Y el cuadro está ahí, en la entrada de la barbacoa, arriba de unos modernos aparatos para refrigerar vinos.

Además hay una larga mesa de madera, dos parrilleros y una barra. A medida que uno avanza (la barbacoa es grande), el lugar se va convirtiendo en una especie del museo del fútbol y del Carnaval. Y también un resumen de la vida de Torena. O de parte de ella.

Él va explicando todo lo que hay. Se detiene en unas estanterías donde se ven medallas y otros recuerdos, como una plaqueta que en 2010 le entregaron los parodistas Los Jacket`s en agradecimiento a su "incondicional apoyo". También está la medalla que le dio el gobierno en 1997 a Oscar Moglia cuando salió campeón sudamericano de basquetbol. Se la regaló Moglia. Y hay una foto más chica de Mujica, del día que asumió. También está la famosa medalla que le entregaron en julio de 2013 cuando la sub 20 salió vicecampeona del mundo en Turquía, que dice "El pueblo uruguayo en homenaje a Pato Celeste - Gustavo Torena, vicecampeón".

Es "la medalla de la discordia", admite el anfitrión. Cuenta que, cuando la sub 20 ya estaba en cuartos de final, pensó que sería bueno que "los botijas" tuvieran su medalla. Dice que "muy sutilmente" pasó el mensaje al gobierno y luego se lo contó a los muchachos. Y que, a la vuelta en Montevideo, cuando se hizo una caravana que terminó en el estadio Centenario, le avisaron que también había una medalla para él. Dice que "la verdad de la milanesa" es que él pidió que la medalla no se la dieran en ese momento, que no correspondía. De hecho, no se la dieron en público pero después le sacó una foto y la colgó en su Facebook. Y ahí se armó el lío.

—La medalla la pagó el gobierno —le comento—. Eso fue lo que se dijo.

—¡No, no, no! —responde Torena—. Eso quedó más que claro que no. Hubo hasta un pedido de informes, porque los legisladores querían saber. Mirá vos… No tienen otra cosa que hacer.

—¿Y quién la mandó hacer, entonces?

—Los jugadores. La pagaron ellos. Yo después me mandé hacer otra más. Sale 3.200 pesos hacer una medalla así.

A Torena le fascina contar anécdotas. Puede estar horas haciendo cuentos pintorescos. Y dice que no tiene la culpa que a la gente le caiga bien su personaje, aunque no sea la mascota oficial.

—Estuvo Charoná en una época —le recuerdo—. Esa sí era la mascota oficial.

—Sí, yo tuve una gran guerra en esa época. Ya no podía entrar a la cancha porque los derechos los tenía la AUF y Tenfield. Inventaron a Charoná y no fuimos al Mundial —se ríe—. Desde que inventé al Pato, siempre fuimos al Mundial.

—Pero en 2006 no fuimos al Mundial y ya estaba el Pato Celeste.

—¡Eso fue cuando inventaron a Charoná y marchamos! Pero yo en esa época seguí igual, iba a las tribunas -dice.

Y relata cuando entró a la cancha del Centenario antes del partido contra Argentina en la última fecha de las eliminatorias para el mundial 2002. Su ingreso permitió retrasar el inicio del partido respecto a Colombia-Paraguay, que se jugaba a la misma hora. Luego recuerda cuando se coló en la cancha en un partido contra Argentina en Buenos Aires y se lo llevó la Policía. Uruguay perdió y Torena fue preso. El cónsul uruguayo le prestó 200 dólares para la fianza, recuerda entre risas. Pero luego aclara que un amigo suyo le devolvió rápido la plata al cónsul.

Más tarde se pondrá serio cuando explique sus negocios o su vínculo con Mujica. Ahí se enojará y preguntará por qué no tiene derecho a una casa así o a tener confianza con el presidente.
Los viajes del pato.

En la barbacoa hay adornos de todas partes del mundo y fotos de gente abrazada a él o al personaje del Pato, en general futbolistas, periodistas, gente del Carnaval y algún que otro político. Aparece medio mundo en esas fotos, de acá y de afuera.

Una fauna muy variopinta. Solo por nombrar algunos: Jorge Da Silveira, Juan Alberto Mateyko, David Beckham, Marcelo Zalayeta, Ronaldo ("le hablé como pato y se mató de la risa"), Omar Gutiérrez y Karina Vignola, Alvaro "Waldo" Navia, Zinedine Zidane, Marco Materazzi, Paolo Montero ("un grande, ese sí que es crack"), Recoba ("otro grande, un crack de la vida"), Pablo "Canario" García ("generoso al máximo, qué muchacho bueno el Pablo"), Enrique "Cachete" Espert, Diego Maradona, Enzo Francescoli, Carlos "Patito" Aguilera, Víctor Púa, Darío Silva ("pobrecito, con la pierna sana"), Gustavo Trelles, Ignacio Copani, Alberto Sonsol, Julio María Sanguinetti y Marta Canessa ("para que no digan que solo me llevo bien con el Pepe"), Guillermo Stirling, el "Profe" Ricardo Piñeyrúa, Mario Bardanca, Juan Carlos Scelza, Carlos Muñoz, unos jóvenes Diego Muñoz y Joel Rosenberg, Alberto Kesman, Javier Goñi, Enrique Yanuzzi. Y hasta el inglés "Bobby" Charlton.

Hay un sector del enorme salón dedicado al Carnaval. Allí tiene, por ejemplo, los primeros zapatos que usó el humorista Walter "Cucuzú" Brilka, cuando hacía de payaso. También unos tambores y tres arlequines que se trajo de un viaje a Panamá. En un costado hay un caminador y algunos aparatos para hacer ejercicio, que desentonan un poco con el entorno.

Torena invita con Coca Cola, agua o "una cervecita". Acepto una coca. Es buen anfitrión y los sillones de su barbacoa son muy cómodos. A unos metros hay una estufa y un gran televisor. "Acá pasamos todo el día", dice. Aunque entre semana viaja casi a diario a Montevideo.

La casa no tiene rejas, apenas un muro bajo, de piedra. Pero hay un sereno que cuida la residencia, sobre todo de noche. "Es de los que no se duermen", dice. También tiene dos perros raza Shar Pei con pinta de buenos: Simón y Frankie.
Desde Florida.

Torena enciende un cigarro, se sienta y cuenta su vida. A unos metros, en un bolso negro, tiene el traje del Pato Celeste.

—¿Cómo está compuesta la familia?

—Somos del interior, de Florida. Tengo ocho hermanos. Mis padres eran de izquierda. Mi madre maestra rural, falleció joven. Mi padre era comunista, muy amigo de los Lorier. Estuvo preso tres años.

—En una discusión en Twitter, Gonzalo Frasca lo acusó de pachequista y usted le dijo que su padre era tupamaro. ¿Era comunista o tupamaro?

—Era comunista. En realidad era comunista-tupamaro, una cosa rara. Integró la secretaría del Partido Comunista en Florida. Nosotros teníamos una chacra humilde, con dos vacas que nos había regalado Lorier, que tenía tambo. Un poco de leche se vendía y un poco tomábamos. Lo de Pacheco, cero chance. A mí venime con la verdad. No me metas cosas que no son. Y me han metido de todo un poco.

—¿Qué dicen sus ocho hermanos de que sea el Pato Celeste?

—Y bueno, yo también tuve una vida un poco alocada. Tuve cuatro, cinco o seis años que no sabía para dónde arrancar.

—¿Por qué?

—No sé si las vivezas o las vivencias de la calle me llevaron a tratar de ganarme la vida de otra manera. Perdí tiempo en juntarme con gente que no servía, que me trajo problemas. Hice trámites para talleristas, pusimos una casa de repuestos, una mueblería. Ganaba plata fácil. Saqué murgas, en 1987 tuve el primer premio con La Bohemia. Salía yo y era el dueño. En el Carnaval empecé en 1984, estaba en el bar La Reina en Garibaldi y Martin C. Martínez, y viste que yo hablo como pato. ¿Cómo es que te llamás?

—Sebastián.

—Hola Sebastián, ¿cómo te va? Vamo` arriba Uruguay (dice con "voz" de pato). Bueno, resulta que el peladito Díaz, Juan Ángel Díaz, dueño de Araca la Cana con Catusa Silva, me escuchó y me llevó para hacer de pato en la murga. Año 85, murga La Censurada, una murga cooperativa.

—¿Y los cinco o seis años jorobados?

—Entre 1992 y 1998 hice todas las cagadas. Empecé a malgastar el dinero, me metí con cuentas, esto y lo otro. Fui preso. También me fui a España, estuve un par de años viviendo en Barcelona...

—Me dijeron que ganó media lotería en España y que el dinero lo gastó en Ibiza en un mes.

—Es verdad que en 1988 saqué La Primitiva. Pero gastarse 400.000 dólares en un mes, ni el rey Juan Carlos. Es como el Cinco de Oro, pero con premios más grandes. Yo saqué el pozo de plata con un amigo, después de un año de seguir la jugada. En esa época me ganaba la vida vendiendo publicidad para una revista del barrio y además trabajaba en un restorán.
La cárcel.

Torena deja de hablar. Se escuchan unos ruidos en el fond. Es su esposa, que llega de hacer las compras. "Vení", le grita él. Ella se presenta, cuenta que están juntos desde hace 30 años, pero nunca se casaron. Se conocieron una noche tarde, ella estaba haciendo "dedo" porque no había ómnibus ni taxi, él la levantó en el auto y hubo flechazo inmediato. Se fueron a vivir juntos al día siguiente.

Gladys se sienta a su lado y escucha la conversación.

Gustavo Torena sobre su experiencia en la cárcel by El País Uruguay

—¿Cómo es vivir con Gustavo Torena? Debe ser como una montaña rusa.

Gladys: Sí, no es fácil. Pero una se acostumbra. A veces estás al borde del abismo y a veces en el otro extremo

Torena: Ahora quiero estar tranquilo. Nosotros pasamos muchas cosas.

Gladys: Muchísimas.

Torena: Muchísimas cosas muy jodidas. Hace 10 años dije "vamos a parar las rotativas, ¿al final qué queremos?". Un poco por respeto a ella y a mi hijo. Venía de años jodidos, de haber estado preso.

—¿Por qué?

Torena: Por un tema del Banco de Seguros. Unos cheques falsos. Era la necesidad. Eso fue en 1991, 1992. Estuve preso dos veces, en el Penal de Libertad y en el Comcar, siempre por tema de cheques. Nunca por droga, soy anti-droga.

Gladys: Eso doy fe, no estaría con él.

Torena: Sin embargo en una época se decía que era drogadicto. ¿Que me gusta tomar un whisky? Sí. ¿A quién no?

—Debe ser una experiencia fea y fuerte estar preso.

—Perder la libertad es de lo más jodido que te puede pasar. Hay muchas injusticias en la cárcel. Como que caiga un muchacho de 20 años procesado por violación y al final no era violación. Y sabés lo que implica entrar a la cárcel con un cartel de violación. No solo que te violan, te hacen la vida imposible.

—¿Ha conversado con Mujica de la experiencia en la cárcel?

—Sí. El Pepe de mí debe saber más cosas que algunos hermanos. Yo tuve la suerte de haber viajado dos veces solo con él a Venezuela.

—¿Solo, solo?

—Sí, sí. Solo, solo. Le conté de todo. Yo no tengo que andar aclarando a todo el mundo lo que hice y dejé de hacer. Pero a la gente que le merezco respeto y que me da un lugar en su historia, que me brinda su apoyo, le explico. ¿Cómo no le voy a explicar si al tipo lo venían bombardeando sobre mí? "Pepe, ojo, ojo, ojo". ¿Ojo qué?

—¿Quién lo venía bombardeando? ¿El entorno de Mujica?

—Sí, el entorno y la política. Hay gente, dentro del Frente y fuera, a la que no le cae en gracia que esté. Yo fui muy claro con él, le dije todo lo que hice. Y él fue muy claro. Me dijo: "mijo, hacé las cosas prolijas, cuidate, ganate la confianza, a mí no me hagas ninguna macana y ta".

—Mujica dijo en una entrevista en La Diaria: "El Pato Celeste es un pobre loco que se gana la vida vendiendo camisas, que es entrador, que se cuela por todos lados (...) ¿Que tiene sus defectos? Claro que los ha tenido, estuvo en cana por no pagar cuentas. Ah, qué horrible (...) Es un vivo de abajo, de los que vienen de abajo". ¿Se sintió identificado?

—Un poco sí. ¿Que soy entrador? Sí. Yo me tengo fé hasta para hablar mañana con el Papa, que ya lo hice. ¿Cuál es el problema? Yo no soy más que nadie, pero tampoco menos que nadie. Y soy generoso al máximo. Cuando gané mucha plata, la repartí y ayudé a mucha gente.

—¿Es amigo de Mujica?

—Tengo una buena relación, nada más. Ahora hace como tres meses que no hablo. Cuando quiero hablar con él llamo al secretario, a la secretaria o esporádicamente al chofer. ¿Qué querés que haga si yo lo conozco al presidente? Pero no soy asesor ni le digo al Pepe que haga tal cosa. No trabajo en el gobierno, no tengo oficina en el piso 11.

—Pero entra y sale mucho.

—Voy sí. (El secretario) Homero Guerrero dijo el otro día que somos amigos. ¿Está mal que seamos amigos? Ahora dicen que el Pato Celeste tuvo que ver con la renuncia de Bauzá. ¡Pará! ¿Mujica me necesita para hablar con Paco Casal?

—Se dice que era el nexo.

—El que piensa eso es porque está mal. No seas malo. Pido respeto.

—¿Mujica es pro Casal?

—Nada que ver. Es el tipo más justo del mundo. ¿Te parece que tiene que hacerle favores a Casal?

—Por lo pronto sacó a un ministro que era anti Casal y le ha dado canales de televisión digital.

—Si un presidente saca a un ministro es porque hay algo más. ¿Te parece que sacó a (Héctor) Lescano porque a Paco y al Pato no les gusta? Yo no soy empleado de Casal. Pero te digo que desde que está Casal los políticos de todos los partidos pasan por Divina Comedia con la gorra. ¿Todos, eh? No el Pepe.

Torena sobre su relación con José Mujica by El País Uruguay
Los negocios.

La esposa, que escuchaba en silencio, se va y la charla sigue.

—¿Cómo surgió el Pato Celeste?

—En 1998 estaba en una celda con cinco gurises. Me decían el veterano. Mirábamos el programa de Tinelli y estaba el dinosaurio Bernardo. Yo dije: "hago un disfraz de pato, hablo como pato y lo llevo a Tinelli, tiene que romper todo". Cuando salí, me entrevisté con Yankelevich, que era el capo máximo. Le canté "vamos, vamos Argentina" como pato y le encantó. Pero me dijo que volviera en cuatro meses. Acá se venían los 100 años de Nacional, entonces me puse la camiseta y me metí a la cancha. Pero el Pato Celeste nació unos días después en el programa de tele de Omar Gutiérrez y el nombre lo puso Karina Vignola. Luego empecé a viajar y (Víctor) Púa me dejó estar en la vuelta de la selección.

—¿Y el negocio de las camisetas?

—Después del famoso partido contra Argentina en 2001, donde hice tiempo, me metí al vestuario y todos me felicitaban. Ahí le pedí unas camisetas a un representante de la empresa. Me dieron 300. Y empezó la odisea, conseguí plata para el pasaje a Australia, me fui con 40 dólares y dos bolsones llenos de camisetas. Ya en el aeropuerto en Melbourne vendí tres a 40 dólares. En el Hotel Hyatt estaba lleno de uruguayos, como 5.000. Empecé a vender "la camiseta de Recoba, la oficial" y la gente hacía fila. ¡En unas horas hice más de 12.000 dólares! Después empecé a viajar a los clubes de uruguayos en Estados Unidos y España. Llevaba camisetas, tamboriles, mates, calcamonías, de todo. Me ganaba la vida así.

—¿Cuándo arranca lo de Venezuela?

-En 2007 queríamos organizar un partido de fútbol benéfico en Caracas de los veteranos de la mutual de acá contra los de Venezuela. Un diputado de allá me dijo: "Traiga una cartita de que el senador Mujica apoya esto y yo lo llevo a hablar con Chávez y le consigo un chárter". Con el Quique Saravia le pedimos una entrevista al Pepe en el Parlamento y me dio la carta. Volví a Venezuela, hablé con Chávez, hablé con Maduro y en 48 horas tenía todo solucionado. A raíz de ese partido me empecé a vincular con gente en Venezuela y allá lo que hago es vender alimentos. Ahora lo dejé por unos meses porque está complicado ir a Venezuela.

—¿Alimentos de qué tipo?

—Fideos, harina, esas cosas, que llevo de acá. Los ministerios allá compran mucho, a raíz de eso conocí amigos, empresarios. Me pude hacer esta casa, que es muy linda, pero también se debe.

—Me han dicho que esos negocios en Venezuela se pudieron concretar gracias al contacto con el presidente, gracias a la amistad con Mujica.

—Mirá, esa es una barbaridad más grande que un rancho. La mayoría de las cosas que yo vendo las compra el Ministerio de Alimentación de Venezuela. No es que voy porque me mandó Mujica. No es que sea amigo de Mujica y me compran lo que quiera.

—¿Y vendiendo estos alimentos se hace tanto dinero?

—Yo gano una comisión de 3% en una venta, que es razonable. Andá a vender al exterior y fijate cuánto es una comisión de 3%. Se gana...

—¿O sea que esta casa la pudo construir con los negocios en Venezuela?

—Sí, sí. Y pago todo. El BPS, el IVA. Tengo que tener todo pago.

—No puede haber errores.

—A mí me pueden revisar y sé que me han investigado. Acá estoy sentado contigo porque no ando en nada raro. No me vengas a juzgar de cosas que vos ni sabés ni sos juez. ¿Yo te tengo que juzgar a vos? Yo qué sé quién sos vos. No tenés autoridad moral para decirme nada. Andá a tu casa a mirar. Con respeto te lo digo.

—¿Me lo dice a mí?

—A todo el mundo. Como digo en todos los programas: 098 584 201. Llamame. ¿Sabés el laburo que da ir a Venezuela, comerte colas en un ministerio, ir 10 días y volver con un no? ¿Y no puedo tener una casa? Pero el que tiene la casa no es el muñeco, no es el pato. Soy yo, Gustavo Torena, el que se rompe el traste desde la mañana hasta la noche. Igual la inexperiencia me llevó a hacer esto (y señala la casa), no era necesario tanto. Tenía unos pesitos y, para no malgastarlos, construí. Pero ahora disfruto como loco esta casa.

—¿Hoy por hoy cuáles son sus negocios, entonces?

—A Venezuela voy a volver. Y ahora estoy en un gran emprendimiento que es el complejo acá en Punta Colorada, en una sociedad anónima con cuatro o cinco amigos. Estamos haciendo cabañas con piscina climatizada y yo soy el gerente.

—¿Es una inversión de cuánto?

—Grande, un millón de dólares fácil. El contador lleva todo.

Torena pregunta si me gusta el fútbol. Le digo que sí y trae una camiseta de Uruguay, marca Puma, con el autógrafo de Cristian "Cebolla" Rodríguez. Parece que siempre tiene algo de merchandising celeste para regalar a las visitas.

—¿Es original la firma del Cebolla?

—Claro —responde, como ofendido.

Abraza a su esposa y salen al jardín. La charla termina y atrás queda la barbacoa, esa en la que Mujica está siempre presente, casi como un faro guía. Mientras, una lluvia torrencial se larga en San Francisco. Quizás sea un mensaje. Si algo sabe Torena es de tormentas. Ha pasado unas cuantas y por ahora sobrevivió a todas.

"¿Por qué no podemos tener nuestro representante en el Parlamento?", pregunta Torena en referencia al Espacio Celeste, la lista de futbolistas y carnavaleros que sacará con Enrique Saravia en el Espacio 609. "Queremos alguien al que le podamos decir `¿vo, presentá este proyecto`. Será el diputado del deporte y la cultura", dice. Y defiende a Saravia: "Agarró hace 10 años una mutual fundida con 300.000 dólares de déficit y hoy tiene dos millones de dólares".

Gustavo Torena ha entregado camisetas autografiadas por los jugadores de la selección a buena parte de las visitas que recibe el presidente José Mujica en la Torre Ejecutiva. "Pero generalmente no me pongo para la foto", dice. "Con Glenn Close la foto saltó porque la puso en Twitter la embajadora de Estados Unidos", dice Torena, quien le entregó camisetas a Ricky Martin, Hugo Chávez, Lula, Evo Morales, Rafael Correa y casi todos los presidentes que estuvieron con Mujica. Falló el día de Aerosmith, porque no estaba en el país: "Si no, les llevaba una camiseta seguro".
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