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lunes, 6 de enero de 2014

N. YORK: NUEVO ALCALDE PROMETE UNA GESTION MAS SOLIDARIA Y JUSTA

Ese fue el mensaje que Bill de Blasio lanzó al imponerse en las elecciones a la alcaldía de Nueva York, y esa es la guía con la que asume la gestión de la mayor ciudad de USA tras 2 décadas de administración republicana. El demócrata prestó primero juramento en una ceremonia privada en su residencia en Park Slope (Brooklyn), al minuto de comenzar 2014. 12 horas después presentó su visión a los 8,4 millones de ciudadanos neoyorquinos.


La ceremonia de inauguración la presidió el ex presidente Bill Clinton, que sostuvo la Biblia sobre la que el nuevo alcalde posó su mano izquierda. Una Biblia que perteneció al ex presidente Franklin Delano Roosevelt. Comenzaba así una nueva era en Nueva York, que no tenía alcalde demócrata desde David Dinkins en 1993. La primera familia acudió en metro al acto celebrado en la escalinata del ayuntamiento, en el que también estuvo presente Hillary Clinton -Bill de Blasio dirigió su campaña a senadora.

La elección es solo el primer paso. Los alcaldes van y vienen, y sus mandatos se enfrentan a eventos que ponen a prueba su capacidad de liderazgo más allá de las promesas que se lanzan en campaña. Michael Bloomberg gobernó Nueva York entre los años 2002 y 2013. Asumió el mando cuando la ciudad tenía completamente abiertas las heridas provocadas por el 11-S. Su misión fue mantener a la ciudad del rascacielos como la mejor metrópoli del mundo, en el momento oscuro de su historia. Doce años después, el magnate dice que invirtió para sus nietos.

De Blasio, de 52 años de edad, ya ha dicho públicamente que comparte algunas de las prioridades de Bloomberg y se declaró abierto a trabajar con él en el futuro. Pero el ahora 109 alcalde de Nueva York fue también muy crítico con algunas de las políticas de su predecesor en materia social y de seguridad. En su discurso de inauguración prometió que trabajará para los más desfavorecidos, los que quedaron rezagados en las pasadas tres legislaturas. También habló de más oportunidades para la minorías.

La crisis de la desigualdad, reiteró el nuevo alcalde, es algo que solo se puede combatir con la implicación y el compromiso de todos los neoyorquinos; “como una ciudad”. “Este impulso progresista es el que ha escrito la historia de Nueva York y el que está en nuestros genes”, recordó en su intervención, “fueron los neoyorquinos los que retaron a las élites”. Ahora promete dar continuidad a esa tradición sin esperar, pidiendo a los vecinos más ricos, los que están en lo más alto, que “contribuyan un poco más”.

Bill de Blasio dejó claro que el alza de impuestos a los más pudientes no debe entenderse como un castigo al éxito. “Es para que haya más historias de éxito”, explicó. El dinero que recaude lo destinará a financiar la educación desde la guardería, “para romper el ciclo de la pobreza desde el inicio”. “Tenemos que invertir en los futuros inventores, empresarios y científicos de nuestra ciudad para que sea más fuerte”, añadió. “Una ciudad que lucha por la justicia y la desigualdad refuerza a sus ciudadanos”, enfatizó.

Como recordó Bill Clinton, el trabajo de alcalde de Nueva York “es más viejo que la república”. El expresidente destacó la pasión de Bill de Blasio. “Representa el futuro de nuestra ciudad y de nuestro país”, dijo, “con respeto de la serie, son la Familia Moderna real”. Pero pese a que reconoció que Bloomberg le deja una ciudad en mejores condiciones de las que se encontró, también repitió que “no puede avanzar si no vamos todos juntos”. “Necesitamos compartir todos el futuro”, dijo antes de proceder al juramento.

Bill de Blasio, pese a su extensa trayectoria pública y política, era un total desconocido para la mayoría de los neoyorquinos fuera del distrito de Brooklyn. Sin embargo, gracias a su mensaje progresista en una ciudad económicamente dividida, logró un apoyo récord entre el electorado. El cantante y activista social Harry Belafonte destacó en este sentido durante la ceremonia el coraje moral del nuevo alcalde para hacer de guardián de Nueva York. “Podemos ser el ADN del futuro de EE UU”, concluyó.

Scott Stringer, que asume el cargo del supervisor de las cuentas de la ciudad, cree que es posible llevar adelante la “agenda progresista” que defiende Bill de Blasio a la vez que se garantizan unas cuentas públicas sanas. “Podemos y debemos hacer las dos”, remachó, advirtiendo que al final la fortaleza de Nueva York depende “del niño más vulnerable”. “Todo lo que esperamos lograr no es fácil”, señaló Stringer, pero si indicó que hay que hacerlo para que la ciudad siga siendo un símbolo de las aspiraciones.

Michael Bloomberg se quedó helado en el acto de toma de posesión de Bill de Blasio como nuevo alcalde de la ciudad de Nueva York, y no solo porque el termómetro en la mañana de Año Nuevo estuviera en negativo en la escalinata del Ayuntamiento donde tuvo lugar la ceremonia. Uno tras otro, los que intervinieron en el acto le reprocharon haber partido en dos la ciudad de los rascacielos, tanto económica como también socialmente. Solo el expresidente demócrata Bill Clinton reconoció que deja a su sucesor una ciudad “más fuerte y sana” que hace 12 años.

Lo que no contó ninguno de los asistentes es que la Gracie Mansion, la residencia donde vivirá durante los próximos cuatros años la primera familia neoyorquina, se remodeló gracias a la ingente fortuna personal de Bloomberg y no con el dinero del contribuyente —a pesar de que él nunca la ha utilizado como su residencia por ser más pequeña que su residencia de cinco plantas—. Como dijo Clinton, este demócrata que se reconvirtió a republicano para ser alcalde dedicó mucho de su vida a la ciudad. Compromiso al que se pone cifra: 650 millones de dólares (casi 480 millones de euros).

Aunque en los libros de historia quedará como el alcalde republicano, lo cierto es que Michael Bloomberg siempre fue políticamente por libre. Ahí está el oportuno respaldo que en las pasadas presidenciales dio a Barack Obama frente a la alternativa conservadora de Mitt Romney por su agenda contra el cambio climático, según justificó él mismo en un editorial en una página digital parte de su imperio mediático. Es un hombre de negocios que como otros grandes magnates del país entiende que tiene que devolver a la sociedad buena parte de lo que tiene.

Bloomberg, de 71 años, posee una fortuna estimada en 31.000 millones de dólares (casi 23.000 millones de euros), lo que le coloca entre los 13 más ricos del mundo. El año pasado donó 350 millones de dólares, de acuerdo con el último cálculo de The Chronicle of Philanthropy. Es la tercera mayor donación personal, por detrás de los 990 millones de Mark Zuckerberg, fundador de la red social Facebook, y los 500 millones de Philip Knight, cofundador de la marca deportiva Nike.

Cuando en enero de 2002 juró por primera vez como alcalde, Michael Bloomberg era un novato político que tomó las riendas de una ciudad hundida por los atentados del 11-S. Nueva York es ahora una ciudad muy diferente, más segura, más limpia y más saludable. Como dijo Clinton, hay más gente que viene que la que se va. Pero también es más desigual. Por eso la principal crítica que se le hace es que para conseguir este renacimiento gobernó como el hombre de negocios que es.

Durante los tres mandatos que gobernó, Bloomberg se aplicó un sueldo simbólico de un dólar —cuando pudo haber ganado unos dos millones de euros— y se desplazó al trabajo en metro desde su mansión en el Upper East Side, que comparte con su novia y dos perros. Además, el segundo hombre más rico de Nueva York no solo renunció a vivir en la residencia oficial, sino que gastó cinco millones en renovarla. También puso su avión privado a disposición de la ciudad, viajes que habrían costado 37 millones. Por no citar lo que pagó en comidas y desayunos.

Es conocido que destinó casi 200 millones de euros en las tres campañas que le elevaron y mantuvieron como alcalde. Una suma que generó muchas críticas, porque dejó casi sin posibilidades a sus rivales políticos. Pero también, como reconoce el diario The New York Times, destinó una cantidad muy similar a donaciones que llegaron a todos los rincones de la ciudad. Además gastó 62.400 dólares en la limpieza de los dos acuarios con peces tropicales que instaló en el Ayuntamiento.

Bloomberg hizo en paralelo una millonaria contribución a causas políticas, como la reforma migratoria, y a la campaña para imponer un mayor control a la venta de armas. Estas y otras generosas donaciones, como 30 millones de dólares en programas para los más desfavorecidos y 30 millones más para instalar la red de wifi del Museo Metropolitan de la ciudad, le permitieron hacerse con el apoyo de grupos políticos clave. O al menos logró mantenerlos callados.

Ese silencio, sin embargo, se rompió con fuerza en la ceremonia de inauguración que simbolizó el inicio de una nueva era progresista liderada por De Blasio. Es difícil decir en este momento el legado que deja Michael Bloomberg. Es algo sobre lo que se debatirá durante años. Pero es evidente que su fortuna y su poder contrastan radicalmente con los medios del nuevo alcalde. Lo que también es cierto es que al exalcalde le molesta hablar en público de su dinero.

El empresario debe esta fortuna a Bloomberg LP, que creó en 1981 con un cheque de 10 millones de dólares que recibió de Salomon Brothers. La compañía líder en el negocio de la información financiera la gestiona Daniel Doctoroff, quien fuera su mano derecha en el Ayuntamiento. Bloomberg es el presidente del conglomerado y el mayor accionista. En sus manos está el 85% del capital.

Desde hace tiempo se especula sobre su futuro profesional tras más de una década de vida pública. De momento está recolocando a muchos de sus principales asesores de la etapa de alcalde y dice que seguirá dedicándose a la filantropía y a las causas políticas y sociales. La posibilidad de que vuelva a Bloomberg no está tan clara, pero sí podría utilizar la agencia de noticias como altavoz de sus iniciativas. Lo que descarta es presentarse a presidente.



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