El más rudimentario comerciante sabe, tanto por adquisición empírica como por la más elemental cultura comercial familiar, que una empresa, cualquiera sea su tamaño, del ramo que sea, al cerrarse pierde su principal valor de comercialización. Nadie vende un bar, de los tantos que abundan en Montevideo, o un restaurante, habiendo previamente caducado su giro, como si lo que quedara dentro, las mesas, las sillas y los mostradores, tuvieran algún valor sustancial.
Sin embargo el gobierno uruguayo, por una “calentura” más que exagerada de algún gobernante (que en nuestra opinión no pueden ser otros que las dos principales figuras), ante la comprobación del “desastre” del lamentable proceso presidido por Matías Campiani que, al frente de la empresa sumó déficit más déficit sin desconocer que en materia de “conectividad” aérea fue también el período más brillante de la aerolínea uruguaya.
Se resolvió de un día para otro la caducidad de la aerolínea y de pasar al insólito remate de aviones, concretado el pasado lunes 1ro de octubre, que no solo mostró los defectos de una ley hecha de la noche a la mañana, con aparentes errores y de pequeñas trampas que al ser descubiertas fácilmente por cualquier hábil empresario, favorecen a los participantes en el evento, que provocaron además a través de Twitter la comprobación de que muchos compatriotas, casi de manera masiva, se complacen en encontrar “el pelo en el huevo”, como le gusta decir al presidente Mujica, para que, objetivamente, cualquier posibilidad de que la “conectividad” del país, perdida por la mala idea del gobierno de cerrar la empresa, nunca más se restablezca.
Se imagina el lector lo que significa para una empresa aérea establecer en cualquier aeropuerto la infraestructura para recibir sus vuelos, concretar la venta de pasajes y publicitar su actividad. PLUNA lo tenía, pero el gobierno, calenturiento, cerró esa actividad, para rematar aviones descontinuados, que ya no se fabrican, de poca utilización en la zona y que no permiten llevar carga.
Sin embargo, el remate por las idas y venidas de los intereses empresariales, muchos de ellos desconocidos y evidentes acciones negociadas del gobierno, llegó a su fin exitosamente. Una empresa española, COSMO, ofreció 137 millones de dólares por los siete Bombardier, la suma mínima para no tener otras obligaciones que pagar lo estipulado y, en definitiva, hacer con las máquinas lo que quiera. Allí se desencadenó en escándalo, aunque el negocio se realizó en el marco de la Ley, sin la más mínima transgresión, inclusive avalando el Banco de la República la seña de 13 millones de dólares.
Hasta ese hecho, que debiera llamar a la calma a los nerviosos, porque se trata del Banco nacional, administrado por gente seria y responsable, fue motivo de escándalo. El otro hecho superlativo fue que apareciera el exitoso empresario López Mena, propietario de la única empresa aérea nacional, BQB, que funciona en el país y que cumple a la perfección sus frecuencias, sin escándalos, déficit y extrañas negociaciones, que manifestó su interés por concretar un negocio de alquiler de los aviones Bombardier, adquiridos en el remate por la española COSMO.
Nos preguntamos: ¿Hay alguna empresa en Uruguay más especializada que BQB, con el poderío y la capacidad empresarial de López Mena para la función de reactivar la mal llamada “conectitividad”? Aquí, por supuesto, no pensamos ensalzar al empresario argentino, dueño de varias empresas cuyo funcionamiento aparecen como un modelo de eficiencia, ni elevar panegíricos conceptos sobre un hombre de negocio del que solo decimos que, evidentemente, sabe lo que hace y que camina comercialmente muchos kilómetros delante de nuestros gobernantes.
Que va también siempre más adelante en sus acciones que los demás participantes en este juego de intereses es más que evidente y que dentro de los vericuetos de la ley, encontró la salida más adecuada para tener la posibilidad de que BQB eventualmente comenzara a utilizar los aviones de la ex PLUNA, comprados a través de COSMO, una empresa española en la que no se deberían discutir los intereses que en ella tiene el propio empresario de marras.
Pero eso poco importa. Sin embargo por ese camino, cumpliendo a pie juntillas todo lo establecido por la ley, BQB, multiplicaría por mucho su flota aérea, además de anunciar desde ya la incorporación de nuevos aviones (serían estos de tipo Airbus), de mayor porte y autonomía, que le permitiría a la bandera uruguaya llegar a aeropuertos más distantes. Incluso plantearse – de encontrarse un camino rentable – restablecer la línea con Madrid, para lo cual por lo menos se necesitan tras aparatos de fuselaje ancho y autonomía acorde a la distancia.
¿Los opinantes de Twitter creen que CUTCSA, Temfiels, etc., etc, están en condiciones de abrir líneas aéreas y sostenerlas como BQB? ¿O los trabajadores de PLUNA, sin ninguna infraestructura ni en Carrasco ni en los demás aeropuertos de la zona que cubriría una nueva empresa, por más socio capitalista que consiguieran, podrían armar el difícil andamiaje que significa poner en marcha una empresa aérea para darle cabida a tantos trabajadores ahora desocupados gracias al error del gobierno de clausurar PLUNA y vender los aviones? ¿O se cree posible que esa filial de Iberia, con que al parecer negocian, estaría dispuesta finalmente en meterse a trabajar en la “olla de grillos” que es el Uruguay, en donde hasta es sospechoso el estricto cumplimiento de la Ley? Y aparece como un “pecado mortal” que el comprador utilizara un nombre comercial, como es usual en muchos empresarios. Esto no es un pelo al huevo, son más de uno, obviamente.
Por otra parte el un presunto aval dad al respaldo dado por el Banco de la República a COSMO, recibió un desmentido tajante del empresario López Mena, que negó haberlo garantizado con su patrimonio. A lo que se sumó es la intención del empresario de dejar de lado la negociación si se mantiene el escándalo absurdo en torno al tema en el cual nadie ha podido probar ninguna irregularidad.
Solo prosperan la suspicacias y siguen avanzando todo tipo de especulaciones, algunas de ellas asombrosas, como las de un vicepresidente del Frente Amplio, que criticó hasta la realización de un almuerzo de las partes empresariales con el ministro de Economía, como si el tema se debiese mantener entre las cuatro paredes del secreto, oculto de la población, en el estilo del ministro de Transportes que realiza suigéneris conferencias de prensa en las que no permite preguntas, en un claro camino de secretismo que no le sirve a nadie. Solo la aclaración más plena de todo el affaire tranquilizará lo ánimos, menos el del diputado García del Partido Nacional, que en una enfermiza salida a la caza de fantasmas, no ceja de lanzar estocadas a diestra y siniestra. ¿Quizás sea su única forma de trascender?
Si prospera la idea de la empresa BQB y el país se abre a una nueva “conectividad”, lo que es una necesidad imperiosa tanto comercial como turística, seguramente se le solicitará a Mujica lo que la ley establece para el comprador, una financiación estatal del 70% del valor de la compra de los aviones. Y el gobierno uruguayo accederá a la solicitud de COSMO – BQB, avalando el plan de negocios y apoyando el camino ideado por el empresario, sin el cual el país hubiera sufrido enormes dificultades tanto en el pasado como en el presente.
Recordemos el servicio brindado por los catamaranes de esa empresa cuando se cortó el puente de Fray Bentos –Puerto Unzue, manteniendo en alto el transporte de pasajeros y vehículos entre los dos países. Y recordemos cual es la empresa aérea que, de acuerdo a sus posibilidades, mantiene la conectividad con varios países de la región y ha reestablecido los vuelos al interior del país, lo que no ocurría desde hace décadas.
Por Carlos Santiago (*)
(*) Periodista BITACORA
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