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viernes, 29 de noviembre de 2013

JARDINES COLGANTES DE BABILONIA O MAS BIEN TERRAZAS DE NINIVE

Stephanie Dalley, una investigadora de la Universidad de Oxford, cree haber resuelto uno de los últimos grandes misterios arqueológicos del mundo luego de ubicar el lugar exacto donde fueron construídos los Jardines Colgantes de Babilonia. Se trata de la única Maravilla del Mundo Antiguo cuya ubicación se desconocía.


Stephanie Dalley cambió de localización hasta el norte después de descodificar un antiguo texto cuneiforme (una de las formas más antiguas de expresión escrita), que le llevó a creer que los jardines habían sido atribuidos a la ubicación incorrecta, el hombre equivocado y el período erróneo.

Este texto cuneiforme que describe la vida deSenaquerib, que vivió 100 años antes de Nabucodonosor y reinó sobre un imperio que se extendía desde el sur de Turquía al Israel moderno. También detalla un palacio y un jardín construidos para maravillar a todas las personas.

Stephanie Dalley, una investigadora de la Universidad de Oxford, cree haber resuelto uno de los últimos grandes misterios arqueológicos del mundo luego de ubicar el lugar exacto donde fueron construídos los Jardines Colgantes de Babilonia. Se trata de la única Maravilla del Mundo Antiguo cuya ubicación se desconocía.

De acuerdo con el diario británico The Telegraph, Dalley centró su búsqueda a cientos de kilómetros al norte de la antigua ciudad de Babilonia, actualmente cerca de Hilla, en el centro de Irak. El objetivo era comprobar su teoría de que la exuberante maravilla fue levantada en las proximidades de la ciudad de Nínive, al norte de ese país.

Basando su búsqueda en el estudio de textos antiguos, Dalley descubrió evidencias de que los jardines no fueron construidos por los babilonios y su rey Nabucodonosor, como se creía, sino que fueron los asirios quienes los construyeron hace unos 2.700 años, bajo el mandato del rey Senaquerib. La capital de su reino era Nínive y se encontraba cerca de la actual Mosul, un lugar todavía sacudido por la violencia étnica y religiosa, según publica ABC.

Dalley y su equipo viajaron a la región, pero llegar hasta el lugar exacto era muy peligroso, y contrataron a un equipo de televisión local para poder acercarse; además los protegía una escolta militar. Al llegar a las ruinas del palacio del rey, Dalley comprobó la existencia de un gran montículo de tierra y escombros, que se inclina hacia abajo hacia una zona con vegetación. Para ella, "ese parece un buen lugar para un jardín. necesitamos investigar más en la zona pero por desgracia no creo que lo pueda hacer en lo que me queda de vida", indicó a The Telegraph. "Estoy convencida de que los jardines estaban en Nínive y permanecen inquebrantables".

Como hasta ahora nunca se habían encontrado evidencias arqueológicas de la existencia de los Jardines Colgantes de Babilonia, se los consideraban una leyenda. En realidad se los conoce por unos escritos realizados cientos de años después de su construcción por personas que nunca llegaron a verlos.

Uno de esos escritos dice que fueron creados por el rey Nabucodonosor, 600 años antes del nacimiento de Cristo, en Babilonia. Sin embargo, en los escritos de la época, incluyendo los propios textos de Nabucodonosor, no hay una sola mención a ningún jardín y más de un siglo de excavaciones no ha dado ningún resultado.



La clave para el hallazgo de Dalley fue la descodificación de un texto "cuneiforme" -una secuencia de símbolos de los imperios babilónico y asirio- que le llevó a creer que los jardines habían sido atribuidos a un hombre equivocado, en un lugar incorrecto y en un periodo diferente.
Evidencias.

La investigadora encontró en el Museo Británico un texto cuneiforme que describe la vida de Senaquerib, que vivió 100 años antes de Nabucodonosor y reinó sobre un imperio que se extendía desde el sur de Turquía al Israel moderno, que describe la construcción de palacio y un jardín, según publica ABC.

A esta teoría, Dalley añadió la observación de un bajorrelieve, procedente de Nínive y llevado al Museo Británico, que muestra el complejo imperial formado por un palacio y un jardín con árboles que cuelgan en el aire en las terrazas y plantas suspendidas sobre arcos.

Como Nínive estaba tan lejos de Babilonia, esta evidencia había sido pasada por alto. Sin embargo, esta investigadora encontró que los asirios conquistaron Babilonia y su capital fue conocida como Nueva Babilonia, dando lugar a una probable confusión de nombres.
DETALLES DEL DOCUMENTAL

La investigadora británica Stephanie Dalley recoge en un domumental estrenado ayer en Reino Unido:

La estructura de los jardines era de 300 pies de ancho y 60 de profundidad en algunos puntos. Ella sostiene que todavía quedan restos de dicha estructura que se pueden apreciar en las fotografías desclasificadas tomadas por satélites espías estadounidenses.

Otra inscripción encontrada por la investigadora apunta a que el agua del lago (que llegaba a la ciudad y sus alrededores a través de un canal) se elevaba hasta las terrazas a través de un artefacto similar al tornillo de Arquímedes, unos cuatro siglos antes de que fuera inventado.

En el Antiguo Testamento, Jonás fue enviado por Dios a la ciudad de Nínive para advertir de su destrucción a causa de los pecados de sus habitantes.

Fue una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo pero siempre se ha especulado y dudado si realmente existieron o si en realidad se trata de una alegoría a otro tipo de construcción del que si se tienen constancia en la región, como pueden ser los zigurats. El hecho es que las primeras referencias escritas que tenemos hablan de su innegable existencia pero bien es cierto que proceden de autores muy posteriores a la destrucción y abandono del lugar al que se refieren en sus textos como los Jardines Colgantes. De hecho, se han podido identificar algunas estructuras que guardan características parecidas a las descritas en las fuentes escritas pero nunca dónde señalaban. Este es el caso de una nueva teoría de un historiador de la Universidad de Oxford, que ha recabado evidencias que prueban que Los Jardines Colgantes de Babilonia se encontraban de hecho a 480 km. de dicha ciudad.

Los Jardines Colgantes de Babilonia no “colgaban” en el sentido estricto de la palabra, es decir, no se encontraban suspendidos por cables o cuerdas. El nombre proviene de una traducción incorrecta de la palabra griega kremastos o del término latino pensilis, que significan “sobresalir”, como en el caso de una terraza o un balcón. El geógrafo griego Estrabón, quién describió los jardines en el siglo I ANE, escribió:

“Éste consta de terrazas abovedadas alzadas unas sobre otras, que descansan sobre pilares cúbicos. Éstas son ahuecadas y rellenas con tierra para permitir la plantación de árboles de gran tamaño. Los pilares, las bóvedas, y las terrazas están construidas con ladrillo cocido y asfalto.”
Geografía, Libro XVI cap. 1-5.

Los historiadores griegos atribuyen su construcción al rey Nabucodonosor II (630-562 ANE) rey de los caldeos, como regalo a su esposa Amytis, hija del rey de los medos, para probar su amor por ella y recordarla las hermosas montañas de su florida tierra, tan diferentes de las grandes llanuras de Babilonia. Sin embargo existen historias anteriores que sitúan su construcción en el siglo IX ANE, bajo la regencia de Shammuramat, llamada Semiramis por los griegos, de su hijo Adad-nirari III a la muerte de su esposo Shamshi-Adad V.

Parece que fue una reina emprendedora y valiente, pues además de construir Los Jardines, se le atribuyen la conquista de India y Egipto, algo que nos hace dudar de dichas fuentes más si tenemos en cuenta que sólo estuvo tres años en el poder.

Entonces, ¿cabe la posibilidad de que se tratase de una construcción mucho anterior, del esplendoroso periodo asirio, y Nabucodonosor se limitó a reconstruirla? De probar su existencia bien puede ser una opción más que factible dado que adscribirse la fundación de un edificio o ciudad cuando realmente se estaba reconstruyéndola o refundándola porque había sido destruida era una práctica muy común en la Antigüedad, incluso en la Roma imperial. Que no fuera igual de loable y prestigioso para nuestros ancestros la reconstrucción que la creación supone un verdadero quebradero de cabeza para los historiadores.

La Dra. Stephanie Dalley del Instituto Oriental de la Universidad de Oxford pretende haber resuelto las discrepancias sobre la autoría de Los Jardines argumentando que no se encuentran en Babilonia sino en su ciudad rival Nínive. Esta investigadora ya propuso su teoría en 1992 pero hasta el momento no disponía de evidencias suficientes que la probasen.

El hallazgo de una estela perdida de una excavación de 1840 ha sido la guía de su investigación. Dicha estela se perdió cuando el barco que la transportaba, junto con otros muchos y valiosos restos, se hundió en el río Tigris. Afortunadamente el equipo de investigación a cargo de A. H. Layard contaba con un artista que dibujó y registró los hallazgos de la expedición, la estela en cuestión entre ellos. En el dibujo se puede apreciar la silueta de una edificación grande -el palacio real de Sennacherib?- en el que aparece representados árboles en su tejado.

Grabado de la estela de Sennacherib

Para Dalley prueba mas que suficiente para sostener su teoría y proseguir sus estudios en esa línea. Sennacherib fue un importante regente de la ciudad de Nínive, de los pocos capaces de enfrentarse a la poderosa Babilonia y crear alianzas en su contra. La enemistad de ambas ciudades alcanzaría su punto álgido por ganarse el control del área a finales del siglo VIII y principios del VII ANE. Elam fue un territorio en constante disputa durante aquel período.

Pese a no resultar ningún bando vencedor de la tensión generada, Babilonia comenzó su declive y Nínive y los asirios verían su poder ascender hasta que Asiria finalmente conquistó y saqueó Babilonia en el año 689 ANE. Este hecho, según Dalley, pudo hacer que a partir de ese momento Nínive fuera conocida como la “Nueva Babilonia”, generando el equívoco que Los Jardines se encontraban en la propia Babilonia. Su investigación le ha llevado a conocer que al menos existió otra ciudad, Borsippa, que fue conocida como “la otra Babilonia” allá por el siglo XIII ANE. Es muy común a lo largo de la historia titular lugares y/o ciudades con nombres conocidos o remarcables como una forma de legitimar el poder sobre la región. Así lo hizo Alejandro Magno con sus Alejandrías, los colonos al nombrar los territorios del Nuevo Mund o muchos historiadores y arqueólogos al titular sus nuevos descubrimientos (La Pompeya de Inglaterra, la Troya de occidente, etc).

Ubicación de Los Jardines Colgantes

Además su investigación ha sacado a la luz que, tras la conquista de Babilonia, la realeza asiria mandó renombrar todas las puertas de Nínive con los dioses babilonios, tal y cómo se había encontrado en Babilonia. En términos de nomenclatura, Nínive se estaba convirtiendo en una nueva Babilonia. Atendiendo a la topografía del terreno, parece mas plausible que una estructura con las características de Los Jardines pudiese ser erigida en Nínive y no en Babilonia dado que se encuentra en un zona mucho más húmeda y cercana al cauce de los grandes ríos. Por otro lado, las fuentes clásicas mencionan que Alejandro Magno acampó con sus ejércitos en los alrededores de la ciudad en el año 331 ANE, justo antes de derrotar al ejército persa en la batalla de Gaugamela. En esos textos se describe el lugar elegido para levantar el campamento y se nombra un gran acueducto, que bien podría ser el que llevara el agua a Nínive y sus jardines, según Dalley.

Obviamente para esta investigadora, la existencia de los Jardines Colgantes es innegable, algo que no es compartido por la mayoría de sus colegas a la espera de localizar algún resto arqueológico. Una tarea que puede tornarse larga y complicada sino imposible dada la naturaleza ácida del suelo y la gran inestabilidad geo-política de la zona.

Por esa razón no se me torna venturoso creer en que hayan existido realmente pero si el ofrecer una descripción de como fueron, algo que añade Dalley a su trabajo: “Los Jardines Colgantes fueron construidos sobre una colina semi-circular de unos 25 m. de altura en la que se horadaron terrazas artificiales en su falda. Al pie de la colina había un gran estanque que alimentaba los canales que rodeaban y ascendían por la estructura para regar los árboles y flores plantadas en terreras. Estas terreras se encontraban coronando paseos de columnatas abiertas. El jardín en su totalidad ocupaba unos 120 m. y era irrigado por, al menos, 35.000 litros de agua traídos directamente por un acueducto desde una distancia de 80 km. Para bombear el agua hacia arriba, se utilizaron complejos sistemas mecánicos de bronce.”

Fuente: independent.co.uk



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